Por Guillermo Monti
21 Junio 2014
A LA CAZA. Los amigos tucumanos aún no tienen entradas. Pero no desesperan. FOTO GUILLERMO MONTI / LA GACETA
La bandera está desplegada a metros de la bellísima laguna de Pampulha. A lo lejos –unos 500 metros- asoma la imponente mole del Mineirao. Cinco tucumanos se desperezan al sol mientras admiran a las garotas que pasan trotando por la pista de salud. Son Adrián Pérez, Gustavo Correa, Ezequiel Acosta y los hermanos Luis y Jesús Agüero. Pueden afirmar, con orgullo, que fueron la avanzada tucumana en la mañana de Argentina-Irán.
Viajaron en auto a Foz de Iguazú y de allí saltaron en avión hacia el norte. En Brasil los aguardaba Ezequiel, quien trabaja desde hace algunos meses en un gimnasio de la ciudad de Espíritu Santo. Hay otra condición que distingue a Ezequiel; luce pantalón y buzo de San Martín. Hay pasiones que la distancia no atenúa. La banda no tiene entradas, por lo que están a la pesca en la reventa.
Distinta es la situación de la familia López Cruz. El encuentro con LA GACETA en la puerta del estadio los entusiasma. Francisco está con sus hijos, Martín y Sebastián. Los acompañan Javier Sánchez –luciendo la celeste y blanca de los “decanos”- y Mariano Cabello. Para hacer números no tienen problemas, porque Francisco es contador, mientras que Javier y Mariano estudian Ciencias Económicas.
Al igual que en el Maracaná, la presencia tucumana está asegurada. Los grupos van llegando de a poco, como en un goteo, pero las banderas y la euforia los distingue. Una marca registrada, en Río de Janeiro y en el MIneirao.
Viajaron en auto a Foz de Iguazú y de allí saltaron en avión hacia el norte. En Brasil los aguardaba Ezequiel, quien trabaja desde hace algunos meses en un gimnasio de la ciudad de Espíritu Santo. Hay otra condición que distingue a Ezequiel; luce pantalón y buzo de San Martín. Hay pasiones que la distancia no atenúa. La banda no tiene entradas, por lo que están a la pesca en la reventa.
Distinta es la situación de la familia López Cruz. El encuentro con LA GACETA en la puerta del estadio los entusiasma. Francisco está con sus hijos, Martín y Sebastián. Los acompañan Javier Sánchez –luciendo la celeste y blanca de los “decanos”- y Mariano Cabello. Para hacer números no tienen problemas, porque Francisco es contador, mientras que Javier y Mariano estudian Ciencias Económicas.
Al igual que en el Maracaná, la presencia tucumana está asegurada. Los grupos van llegando de a poco, como en un goteo, pero las banderas y la euforia los distingue. Una marca registrada, en Río de Janeiro y en el MIneirao.
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