Por Guillermo Monti
27 Junio 2014
UNA DELEGACIÓN. Werblud, Dumit y Rojas están en Brasil con sus hijos.
Si los tucumanos bailaron en Copacabana, festejaron en el Maracaná y se admiraron con la belleza de Belo Horizonte, ¿cómo iban a faltar en Porto Alegre? En el ranking de fanáticos de las provincias, sólo rosarinos y cordobeses rivalizan en número y fervor con la avanzada de camisetas de Atlético y de San Martín. Y con ellas, la tonada emblemática de nuestra tierra, que suena única a la distancia y dispara las saudades.
Ariel Werblud es constructor; Néstor Dumit se dedica a la agricultura; y Diego Rojas, a la exportación. Se lanzaron a la aventura acompañados de sus hijos, en un periplo iniciado en Río de Janeiro y que pasó por el Mineirao. El Beira Río y Nigeria representaron la última etapa del viaje. Los chicos tienen que regresar a clase y por eso los octavos de final se verán por televisión. ¿Qué los une? El amor por la pelota, tanto que se animaron a tirar unos pases mientras esperaban las valijas en el aeropuerto de Porto Alegre.
“¡LA GACETA! ¡Tucumán!”, exclama Francisco Fernández, y de inmediato convoca a sus hijos: Francisco, Leandro y Nabil. Despliegan la bandera que identifica su pertenencia a Alderetes y los chicos piden posar con la camiseta del “santo”. Llegaron en auto y confiesan que no les quedó otra que acudir a la reventa. Por cada entrada pagaron más de 1.000 reales. “Por favor poné que vinimos a Brasil a hacer L10, así, con la L de Lionel y el 10”, reclama Francisco (h).
El aporte de análisis futbolero queda en manos de un especialista. Ricardo Solbes se dio el gusto de ver a la Selección junto a su hijo, Ricardito, y su amigo, Daniel Galina. “Los primeros partidos siempre son difíciles, hay nervios y los rivales se cierran atrás. Estoy convencido de que la Selección va a ir mejorando y se va a soltar en octavos de final. Ahí vamos a ver a la Argentina que todos queremos, en los encuentros definitorios”, precisó Solbes, recordado delantero de San Martín e Independiente, y con una convocatoria a un seleccionado juvenil en las alforjas de su carrera. Según Solbes, Messi está a la altura de Maradona, y destaca que haya asumido el liderazgo del equipo.
Un gorro revela que Nicolás Carbonel es tucumano. Oriundo de Colombres (Cruz Alta), tras recibirse de contador se fue a vivir a Ledesma. Al Mundial llegó con un amigo jujeño, Ariel Osorio. Pasan cantando, abrazados, felices.
Y hablando de felicidad, nada más indicado que remitirse a la algarabía de un grupo con caras pintadas y banderas en alto. Javier Staneff, Javier Carot, Sebastián Bigliardo, Martín Ludemann y Sergio Martínez son amigos de toda la vida. Convivieron en el jardín de infantes, en la primaria, en las aulas del Lorenzo Massa y en la Facultad de Ciencias Exactas. A los ingenieros del ritmo los representa una inscripción: Mecanigato. Ellos saben qué significa. Lo que nunca hubieran soñado es que se abrazarían en Brasil para ver ganar a la Selección. Y en el Mundial.
Ariel Werblud es constructor; Néstor Dumit se dedica a la agricultura; y Diego Rojas, a la exportación. Se lanzaron a la aventura acompañados de sus hijos, en un periplo iniciado en Río de Janeiro y que pasó por el Mineirao. El Beira Río y Nigeria representaron la última etapa del viaje. Los chicos tienen que regresar a clase y por eso los octavos de final se verán por televisión. ¿Qué los une? El amor por la pelota, tanto que se animaron a tirar unos pases mientras esperaban las valijas en el aeropuerto de Porto Alegre.
“¡LA GACETA! ¡Tucumán!”, exclama Francisco Fernández, y de inmediato convoca a sus hijos: Francisco, Leandro y Nabil. Despliegan la bandera que identifica su pertenencia a Alderetes y los chicos piden posar con la camiseta del “santo”. Llegaron en auto y confiesan que no les quedó otra que acudir a la reventa. Por cada entrada pagaron más de 1.000 reales. “Por favor poné que vinimos a Brasil a hacer L10, así, con la L de Lionel y el 10”, reclama Francisco (h).
El aporte de análisis futbolero queda en manos de un especialista. Ricardo Solbes se dio el gusto de ver a la Selección junto a su hijo, Ricardito, y su amigo, Daniel Galina. “Los primeros partidos siempre son difíciles, hay nervios y los rivales se cierran atrás. Estoy convencido de que la Selección va a ir mejorando y se va a soltar en octavos de final. Ahí vamos a ver a la Argentina que todos queremos, en los encuentros definitorios”, precisó Solbes, recordado delantero de San Martín e Independiente, y con una convocatoria a un seleccionado juvenil en las alforjas de su carrera. Según Solbes, Messi está a la altura de Maradona, y destaca que haya asumido el liderazgo del equipo.
Un gorro revela que Nicolás Carbonel es tucumano. Oriundo de Colombres (Cruz Alta), tras recibirse de contador se fue a vivir a Ledesma. Al Mundial llegó con un amigo jujeño, Ariel Osorio. Pasan cantando, abrazados, felices.
Y hablando de felicidad, nada más indicado que remitirse a la algarabía de un grupo con caras pintadas y banderas en alto. Javier Staneff, Javier Carot, Sebastián Bigliardo, Martín Ludemann y Sergio Martínez son amigos de toda la vida. Convivieron en el jardín de infantes, en la primaria, en las aulas del Lorenzo Massa y en la Facultad de Ciencias Exactas. A los ingenieros del ritmo los representa una inscripción: Mecanigato. Ellos saben qué significa. Lo que nunca hubieran soñado es que se abrazarían en Brasil para ver ganar a la Selección. Y en el Mundial.
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