29 Junio 2014
En la década de 1950, comenzó a operar en el país la empresa Ciccone Calcográfica, una imprenta creada por los hermanos Alberto y Nicolás Ciccone. Estamparon tinta sobre papeles que fueron fundamentales para la vida cotidiana de los argentinos. Pasaron por esa industria desde billetes hasta entradas para el Mundial de Fútbol que se disputó en estas tierras en 1978. La firma, que hoy tiene otra denominación, quebró en 2010, y su situación financiera generó una polémica que llegó al Congreso de la Nación. Desde entonces, la nomenclatura de Ciccone Calcográfica aparece en los medios de comunicación envuelta en supuestos escándalos que involucran el poder.
Diversas investigaciones periodísticas vinculan esta empresa con grupos de peso durante la dictadura militar. Por aquellos años habrían comenzado sus primeros vínculos con el Estado. La relación con el Gobierno nacional se enfrío en los 80. En los 90, con la llegada de Carlos Menem a la presidencia de la Nación, los negocios se reflotaron, de la mano del entonces titular de la Casa de la Moneda, Armando Gostanián. En 1995 se produjo el primer escándalo, cuando Domingo Cavallo, que era ministro de Economía, afirmó que la compañía pertenecía al desaparecido empresario Alfredo Yabrán. Más tarde, el economista neoliberal se desdijo y pidió disculpas.
En agosto de 2010, por pedido de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), el Juzgado en lo Comercial N° 8, a cargo de Javier Cosentino, decretó la quiebra de Ciccone Calcográfica. El fisco reclamaba a la firma unos $ 239 millones. En agosto de 2012, con 145 votos a favor, 77 en contra y 5 abstenciones, la Cámara de Diputados aprobó la expropiación de la imprenta, iniciativa que había sido solicitada desde el kirchnerismo. En esa sesión, uno de los puntos del debate fue el presunto vínculo del vicepresidente Amado Boudou con la compañía. Para entonces, la empresa tenía otra denominación: Compañía de Valores Sudamericana (CVS). La idea era que la estatización de la imprenta fuera abonada con la deuda que existía con el fisco, y que esta pasara a formar parte de la Casa de la Moneda. Más adelante, este plan quedó trunco.
La situación financiera de Ciccone Calcográfica se había agravado con la caída de la convertibilidad. Cuando acabaron los contratos para la confección de los DNI y de los pasaportes, entre los 90 y los primeros años de la década de 2000, empezó a reducir su planta de personal.
CVS continuó sin embargo sus vínculos con el Estado. Incluso, la empresa fue contratada por el Frente para la Victoria para la impresión de boletas destinadas a los comicios de 2011. (Diario La Nación - Especial).
Diversas investigaciones periodísticas vinculan esta empresa con grupos de peso durante la dictadura militar. Por aquellos años habrían comenzado sus primeros vínculos con el Estado. La relación con el Gobierno nacional se enfrío en los 80. En los 90, con la llegada de Carlos Menem a la presidencia de la Nación, los negocios se reflotaron, de la mano del entonces titular de la Casa de la Moneda, Armando Gostanián. En 1995 se produjo el primer escándalo, cuando Domingo Cavallo, que era ministro de Economía, afirmó que la compañía pertenecía al desaparecido empresario Alfredo Yabrán. Más tarde, el economista neoliberal se desdijo y pidió disculpas.
En agosto de 2010, por pedido de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), el Juzgado en lo Comercial N° 8, a cargo de Javier Cosentino, decretó la quiebra de Ciccone Calcográfica. El fisco reclamaba a la firma unos $ 239 millones. En agosto de 2012, con 145 votos a favor, 77 en contra y 5 abstenciones, la Cámara de Diputados aprobó la expropiación de la imprenta, iniciativa que había sido solicitada desde el kirchnerismo. En esa sesión, uno de los puntos del debate fue el presunto vínculo del vicepresidente Amado Boudou con la compañía. Para entonces, la empresa tenía otra denominación: Compañía de Valores Sudamericana (CVS). La idea era que la estatización de la imprenta fuera abonada con la deuda que existía con el fisco, y que esta pasara a formar parte de la Casa de la Moneda. Más adelante, este plan quedó trunco.
La situación financiera de Ciccone Calcográfica se había agravado con la caída de la convertibilidad. Cuando acabaron los contratos para la confección de los DNI y de los pasaportes, entre los 90 y los primeros años de la década de 2000, empezó a reducir su planta de personal.
CVS continuó sin embargo sus vínculos con el Estado. Incluso, la empresa fue contratada por el Frente para la Victoria para la impresión de boletas destinadas a los comicios de 2011. (Diario La Nación - Especial).
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