Neymar sostiene como puede a Brasil, que llegó a los tumbos a cuartos de final. Lionel Messi es el alma de Argentina, que avanza gracias a sus genialidades. Holanda apuesta sus fichas al desequilibrante Arjen Roben y Alemania saca pecho con Thomas Müller. Los cuatro seleccionados con mejores antecedentes mantienen como principal objetivo la final del 13 de julio. Pero ya no están solos. Colombia pidió permiso y se sentó a la mesa dispuesto a saborear las mieles del éxito. En silencio, un estilo impuesto por su entrenador José Perkerman; con un rendimiento colectivo que no muestran sus rivales; una eficacia notable (cuatro triunfos en cuatro presentaciones) y el destape futbolístico de James Rodríguez. Según la FIFA fue el jugador con mejor rendimiento en la fase de grupos y ratificó su talento con dos goles de película en los octavos de final contra Uruguay. El primero una genialidad individual que culminó con un bombazo desde fuera del área. El segundo, para ponerle el broche a una gran jugada colectiva. El jugador de Mónaco -22 años- pasó por Banfield muy joven y usó la vidriera del fútbol argentino para llegar a Europa. Ya no es más un tal Rodríguez. Ahora James tiene nombre propio. Es el pibe que hizo olvidar a Radamel Falcao e ilusiona a los colombianos. Pekerman confió en él y acertó otra vez.

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