Por Guillermo Monti
01 Julio 2014
Le preguntaron a Alejandro Sabella cuál es su modelo de equipo, a cuento de que Felipao Scolari había elegido al Atlético del Madrid del “Cholo” Simeone como su referente en la actualidad. Sabella elogió al Barcelona de Pep Guardiola (perfecto, lo calificó) y al Bayern Munich campeón de Europa (“una máquina trituradora”). Pero lejos de etiquetarse, el DT prefirió declararse hincha número uno del equilibrio. Su equipo ideal es el que está bien equilibrado entre sus líneas. Es lo que pretende para la Selección esta tarde y es lo que les pide a sus jugadores con miras a un partido de estas características. Equilibrio emocional, fue el concepto elegido. En otras palabras, entereza para hacerse fuertes cuando las papas queman. En alargues o definiciones por penales, por ejemplo.
La técnica y la táctica quedan de lado en situaciones límites, remarcó el DT. Cuando hay que jugar 120 minutos, al mediodía, sufriendo el calor y la presión inherente al todo o nada, hacen falta jugadores capaces de ofrecer un plus. El ejemplo de Chile es notable: se bancó la prórroga contra los locales a pie firme, con su estrella (Vidal) afuera de la cancha y su caudillo (Medel) desgarrado en la pierna pero no en el corazón. También Costa Rica sacó fuerzas para bancar el embate griego y hasta Argelia le dio batalla a Alemania en el suplementario.
El escenario que instaló Sabella está claro. Tal vez nota cierta subestimación hacia los suizos por parte del público y de parte del periodismo. Por eso se encargó de subrayar que es un equipo bien trabajado y que su DT, Ottmar Hitzfeld, es un zorro de larguísimo recorrido al costado de la línea. Tampoco es cuestión de convertir a los suizos en la Holanda de Cruyff ni de elevar a Xherdan Shaqiri a la altura de Lionel Messi. Que el chico sea figura en Alemania y sepa jugar a la pelota no implica que lo consideren el Maradona de los Cantones. Lo de Sabella pasa más que nada por enviar señales de alerta, baños de realidad en el marco de una Copa propensa a deparar sorpresas.
Durante la práctica de ayer Sabella probó con Maxi Rodríguez como volante por la derecha. Se supone que por allí se moverá Ezequiel Lavezzi, quien cuenta con la ductilidad necesaria para encajar en los dos sistemas: 4-3-3 (como delantero) y 4-4-2 (como mediocampista). El entrenador no confirmó la alineación ni abrió juicios de valor sobre las fortalezas y debilidades del adversario. Lo incuestionable es su búsqueda de la firmeza en la franja derecha de la defensa. Las dudas que genera el tándem Zabaleta-Federico Fernández es motivo de análisis desde el partido con Bosnia. Si algo le falta a la Selección en ese sector es, precisamente, equilibrio.
No se espera una persecución despiadada a Messi por toda la cancha. No es el estilo de Suiza, formación que le ganó con lo justo a Ecuador, perdió por goleada con Francia y levantó los aplazos contra Honduras, uno de los equipos más flojos del Mundial. Todo lo bueno que hizo Suiza en las Eliminatorias quedó allí, porque a Brasil esas virtudes no las trajo. O las guardó para octavos de final, posibilidad que inquieta al cuerpo técnico argentino y de allí la necesidad de tomar todas las medidas de precaución.
¿Llegarán los goles de Higuaín? En el balance de la primera rueda la performance del artillero quedó en la columna del debe. Lento e impreciso, Higuaín carga con la necesidad de recuperar lo mejor de su condición física en pleno Mundial, una pesadilla para cualquier jugador. Sabella confía en el olfato del que Higuaín hace gala en el área y le ratifica la confianza. Tampoco tiene otro referente de esas características, porque las características de Palacio son distintas.
“Lo de Lavezzi fue una expresión de cariño”, dijo Sabella en referencia a la broma con el agua que le hizo en medio del partido con los nigerianos. Son reiteradas las preguntas que le formulan al técnico –directas o por elevación- referidas a su convivencia con el plantel. A Sabella le cuentan las costillas, en procura de revelar algún roce con sus jugadores. El DT las gambetea con diplomacia, lacónico como es cuando le piden que hable sobre algo a lo que prefiere restarle toda la importancia posible.
Esta es la Argentina que llega al primer cruce eliminatorio. Esta tarde se sabrá si la Selección está para más y, ya con un pie entre los ocho mejores del mundo, echa el resto en la última y decisiva semana de la Copa del Mundo. Muy poco se habla de la chance de que Suiza saque al equipo de la competencia en el Arena Corinthians, lo que sería una sorpresa pero no escapa a la lógica del fútbol: se puede vencer, empatar o perder. Es ese el terreno en el que Sabella les reclama a sus hombres un plus espiritual para que no se les agarroten las piernas. “Un gramo de neuronas pesa más que un kilo de músculos”, sentenció. Hay partidos que se deciden por un acierto táctico o por una genialidad técnica, pero siempre –siempre- el más inteligente lleva las de ganar.
La técnica y la táctica quedan de lado en situaciones límites, remarcó el DT. Cuando hay que jugar 120 minutos, al mediodía, sufriendo el calor y la presión inherente al todo o nada, hacen falta jugadores capaces de ofrecer un plus. El ejemplo de Chile es notable: se bancó la prórroga contra los locales a pie firme, con su estrella (Vidal) afuera de la cancha y su caudillo (Medel) desgarrado en la pierna pero no en el corazón. También Costa Rica sacó fuerzas para bancar el embate griego y hasta Argelia le dio batalla a Alemania en el suplementario.
El escenario que instaló Sabella está claro. Tal vez nota cierta subestimación hacia los suizos por parte del público y de parte del periodismo. Por eso se encargó de subrayar que es un equipo bien trabajado y que su DT, Ottmar Hitzfeld, es un zorro de larguísimo recorrido al costado de la línea. Tampoco es cuestión de convertir a los suizos en la Holanda de Cruyff ni de elevar a Xherdan Shaqiri a la altura de Lionel Messi. Que el chico sea figura en Alemania y sepa jugar a la pelota no implica que lo consideren el Maradona de los Cantones. Lo de Sabella pasa más que nada por enviar señales de alerta, baños de realidad en el marco de una Copa propensa a deparar sorpresas.
Durante la práctica de ayer Sabella probó con Maxi Rodríguez como volante por la derecha. Se supone que por allí se moverá Ezequiel Lavezzi, quien cuenta con la ductilidad necesaria para encajar en los dos sistemas: 4-3-3 (como delantero) y 4-4-2 (como mediocampista). El entrenador no confirmó la alineación ni abrió juicios de valor sobre las fortalezas y debilidades del adversario. Lo incuestionable es su búsqueda de la firmeza en la franja derecha de la defensa. Las dudas que genera el tándem Zabaleta-Federico Fernández es motivo de análisis desde el partido con Bosnia. Si algo le falta a la Selección en ese sector es, precisamente, equilibrio.
No se espera una persecución despiadada a Messi por toda la cancha. No es el estilo de Suiza, formación que le ganó con lo justo a Ecuador, perdió por goleada con Francia y levantó los aplazos contra Honduras, uno de los equipos más flojos del Mundial. Todo lo bueno que hizo Suiza en las Eliminatorias quedó allí, porque a Brasil esas virtudes no las trajo. O las guardó para octavos de final, posibilidad que inquieta al cuerpo técnico argentino y de allí la necesidad de tomar todas las medidas de precaución.
¿Llegarán los goles de Higuaín? En el balance de la primera rueda la performance del artillero quedó en la columna del debe. Lento e impreciso, Higuaín carga con la necesidad de recuperar lo mejor de su condición física en pleno Mundial, una pesadilla para cualquier jugador. Sabella confía en el olfato del que Higuaín hace gala en el área y le ratifica la confianza. Tampoco tiene otro referente de esas características, porque las características de Palacio son distintas.
“Lo de Lavezzi fue una expresión de cariño”, dijo Sabella en referencia a la broma con el agua que le hizo en medio del partido con los nigerianos. Son reiteradas las preguntas que le formulan al técnico –directas o por elevación- referidas a su convivencia con el plantel. A Sabella le cuentan las costillas, en procura de revelar algún roce con sus jugadores. El DT las gambetea con diplomacia, lacónico como es cuando le piden que hable sobre algo a lo que prefiere restarle toda la importancia posible.
Esta es la Argentina que llega al primer cruce eliminatorio. Esta tarde se sabrá si la Selección está para más y, ya con un pie entre los ocho mejores del mundo, echa el resto en la última y decisiva semana de la Copa del Mundo. Muy poco se habla de la chance de que Suiza saque al equipo de la competencia en el Arena Corinthians, lo que sería una sorpresa pero no escapa a la lógica del fútbol: se puede vencer, empatar o perder. Es ese el terreno en el que Sabella les reclama a sus hombres un plus espiritual para que no se les agarroten las piernas. “Un gramo de neuronas pesa más que un kilo de músculos”, sentenció. Hay partidos que se deciden por un acierto táctico o por una genialidad técnica, pero siempre –siempre- el más inteligente lleva las de ganar.
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