04 Julio 2014
Aulas verdes para tomar clases de naturaleza en las vacaciones
En Tucumán existen dos Jardines Botánicos constituidos: el de la Fundación Miguel Lillo y el de la Facultad de Agronomía. Fueron declarados como tales hace seis años, aunque poseen ejemplares que rozan los 100 años. Están considerados una colección de árboles autóctonos y foráneos, una reserva de verde y selva tucumana que están en medio de la ciudad y que se los puede visitar. También hay dos jardines más que están en vías de considerarse botánicos: el Parque Percy Hill y otro en Horco Molle, ambos en Yerba Buena
IMPONENTE. uno de los ejemplares más impactantes del jardín botánico de Agronomía es el ficus africano que se levanta en uno de los extremos del predio que está en la ex Quinta. la gaceta / foto de héctor peralta
En el corazón de la ex Quinta Agronómica se encuentra el Jardín Botánico de la Facultad de Agronomía. Sitio de estudio de los alumnos de esa unidad y un lugar que se abre al visitante que quiera conocer más sobre la flora típica de estas tierras. Se lo puede recorrer con total libertad (y cuidado) e ir descubriendo los 370 ejemplares que posee. “Tenemos 142 especies distintas, de las cuales 45 son nativas y el resto exóticas”, cuenta Nora De Marco, responsable del Jardín que se constituyó en 2004.
Es una inmensa aula verde para los alumnos que cursan la carrera de Agronomía. Actualmente la facultad tiene 1.500 alumnos repartidos en las carreras de Veterinaria, Agronomía y Zootecnia.
Los ojos se pierden en la inmensidad de algunos ejemplares o “patriarcas”, como prefiere denominarlos Nora. Uno de ellos es una gigantesca araucaria que tiene más de 100 años, originaria de Australia. También un enorme pacará en cuyas ramas crecen epífitas de todos los tamaños y formas. Un ficus de origen africano se abre a sus anchas en uno de los extremos del predio. Es imposible no admirar la majestuosidad de sus formas y pensar que casi no hay ejemplares como ese en el resto de la provincia.
También habitan especies autóctonas como el nogal criollo, el cedro tucumano, la tipa, el cebil, el horco molle, el laurel y el jacarandá. Cada uno posee su cartel que indica el nombre científico y vulgar, además del primer estudioso que lo describió. Son árboles hermosos que bien vale la pena plantar en un jardín.
Este sitio -cuenta Nora- se formó con semillas que los docentes fueron trayendo de sus viajes y hoy ya son árboles o arbustos de gran porte. También se plantaron por una necesidad educativa. Por ejemplo, la cátedra de Botánica plantó un cuadrante con gimnospermas (plantas con flores, pero sin frutos) y angiospermas (poseen flores y frutos).
El Jardín también posee un invernadero en donde se cultivan y reproducen las especies que sirven para reforestar el predio o intercambiar con otros jardines botánicos de la red argentina.
La misión del jardín es conservar las especies autóctonas y contribuir al rescate de las que están en peligro de extinción. También se han llevado a cabo plantaciones en el parque 9 de Julio, en escuelas y en otras zonas. A mitad de la avenida Kirchner se encuentra este valioso reservorio de la flora tucumana. Es un pulmón privilegiado, una porción de selva.
Es una inmensa aula verde para los alumnos que cursan la carrera de Agronomía. Actualmente la facultad tiene 1.500 alumnos repartidos en las carreras de Veterinaria, Agronomía y Zootecnia.
Los ojos se pierden en la inmensidad de algunos ejemplares o “patriarcas”, como prefiere denominarlos Nora. Uno de ellos es una gigantesca araucaria que tiene más de 100 años, originaria de Australia. También un enorme pacará en cuyas ramas crecen epífitas de todos los tamaños y formas. Un ficus de origen africano se abre a sus anchas en uno de los extremos del predio. Es imposible no admirar la majestuosidad de sus formas y pensar que casi no hay ejemplares como ese en el resto de la provincia.
También habitan especies autóctonas como el nogal criollo, el cedro tucumano, la tipa, el cebil, el horco molle, el laurel y el jacarandá. Cada uno posee su cartel que indica el nombre científico y vulgar, además del primer estudioso que lo describió. Son árboles hermosos que bien vale la pena plantar en un jardín.
Este sitio -cuenta Nora- se formó con semillas que los docentes fueron trayendo de sus viajes y hoy ya son árboles o arbustos de gran porte. También se plantaron por una necesidad educativa. Por ejemplo, la cátedra de Botánica plantó un cuadrante con gimnospermas (plantas con flores, pero sin frutos) y angiospermas (poseen flores y frutos).
El Jardín también posee un invernadero en donde se cultivan y reproducen las especies que sirven para reforestar el predio o intercambiar con otros jardines botánicos de la red argentina.
La misión del jardín es conservar las especies autóctonas y contribuir al rescate de las que están en peligro de extinción. También se han llevado a cabo plantaciones en el parque 9 de Julio, en escuelas y en otras zonas. A mitad de la avenida Kirchner se encuentra este valioso reservorio de la flora tucumana. Es un pulmón privilegiado, una porción de selva.
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Fundación Miguel Lillo
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