James Rodríguez: de Banfield a ser la estrella del Mundial

PRODIGIO. Antes de ser estrella en Brasil, James fue campeón con Banfield. PRODIGIO. Antes de ser estrella en Brasil, James fue campeón con Banfield.
04 Julio 2014

Por Sebastian Fest, DPA


RÍO DE JANEIRO.- Rodeado de soledad en un departamento de Buenos Aires, un James Rodríguez de 17 años se echó a llorar: quería volverse a Colombia y rendirse, olvidarse de su sueño de futbolista en la primera división del fútbol argentino.

Aquello fue el 12 de julio de 2008 y duró sólo una noche. Seis años después, Rodríguez es la gran estrella del Mundial de Brasil, y hoy buscará ante el seleccionado anfitrión, en Fortaleza, llevar a su país más lejos de lo que probablemente se hubiera atrevido a soñar.

¿Podría haberlo hecho sin la ayuda de Jorge Burruchaga? El autor del gol del triunfo argentino en la final de México 86 no quiere colgarse medallas, pero tiene bien presente el momento en el que descubrió la prodigiosa zurda del colombiano. “Era muy chico, pero se lo veía muy convencido de lo que quería: jugar en la primera de Banfield...”, recordó Burruchaga, por entonces el entrenador de Banfield, el tercer club más antiguo de la Argentina y un escenario sin presiones para apostar por el buen juego.

“James iba y venía a las selecciones juveniles de Colombia. Era diciembre de 2008, lo empezamos a mirar, a trabajar con él. Jugó su primer partido y ya demostraba sus cualidades, una técnica muy especial, una gran pegada con pelota en movimiento y una convicción para llegar al gol que eran muy interesantes, con sólo 17 años”.

Burruchaga se iría, pero Rodríguez seguiría en el club para convertirse en un jugador imprescindible. Y entonces llegó el 13 de diciembre de 2009, una fecha que nunca olvidarán los hinchas de Banfield, porque fue el día de su primer título en el campeonato argentino. “Pensar que estuve a punto de salir corriendo para el aeropuerto y volverme a Colombia...”, recordó tiempo después James.

Hasta que Burruchaga se fijó en él, la vida del mediocampista no era sencilla. Su novia estaba en Colombia, su madre también, y algún técnico en las juveniles lo despreciaba: “Hey, colombiano”. Nunca su nombre. Burruchaga jamás se enteró de aquello, porque el nuevo ídolo “cafetero” aplica la teoría del “al mal tiempo, buena cara”. “Nunca manifestó un desarraigo ni problemas, siempre alegre, estaba bien”, dijo. Esa personalidad quedó bien patente con sus dos goles en el Maracaná para eliminar a Uruguay en octavos de final de un Mundial en el que nadie movió las redes más veces que él.

“James asumió, en ausencia de Falcao, todo el protagonismo, y lo hizo con un rendimiento sensacional, jugando con una movilidad total de mitad para adelante y mucha fuerza para el retroceso”, destacó Burruchaga, y agregó: “Colombia está en condiciones de derrotar a Brasil, que tiene una carga muy grande. Y si el “zarpazo” se repitiera en semifinales ante la ganadora del choque entre Francia y Alemania, no habrá nada en el mundo que James quiera más que conquistar el Maracaná el 13 de julio.

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