El país está feliz porque la Selección llegó a una semifinal después de 24 años o seis mundiales si prefiere. Pero la presidenta Cristina Fernández es la que más contenta se puso.

¿Cómo? Y sí, porque además de seguir teniendo la chance de mostrar esas propagandas horripilantes durante los encuentros del equipo de Alejandro Sabella, la mayoría de los habitantes de este país hablarán, desde que se levanten hasta que se vayan a dormir, de fútbol, de las chances de Lionel Messi, de los tatuajes de Ezequiel Lavezzi o de la lesión de Ángel Di María. En un plano muy lejano estarán las cuestiones de lo que ocurre en el país.

Este buen Mundial de Argentina es la cortina de humo ideal para tapar el escándalo judicial en el que está involucrado el vicepresidente Amado Boudou; la anulación de una investigación en contra del jefe del Ejército, César Milani; el golpe que recibieron los bolsillos de los trabajadores con el Impuesto a las Ganancias; y que en esta provincia la inseguridad se cobra cada vez más víctimas.

El miércoles la Presidenta, con otros cuatro jefes de Estado, visitarán la provincia. Ese día, la Selección jugará la semifinal contra Holanda. ¿Qué será más importante para el pueblo?

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