Por Alejandro Klappenbach
07 Julio 2014
OTRA VEZ. “Nole” levantó emocionado, como en 2011, el trofeo de Wimbledon.
La final de Wimbledon cumplió con la incomprobable sensación que me persigue desde hace un largo tiempo y que me empuja a decir que el tenis es el deporte que más cantidad de partidazos regala año tras año. Como ocurriera en 2011, el serbio Novak Djokovic es el campeón en el césped más famoso del mundo. Su triunfo sobre el suizo Roger Federer por 6-7, 6-4, 7-6, 5-7 y 6-4 tiene consecuencias directas e inmediatas: además de ser el séptimo título de Grand Slam de su carrera, le corta una racha de tres finales grandes perdidas consecutivamente y lo empuja al primer lugar del ranking mundial. También, intuyo, la victoria lo colmará de confianza para encarar un segundo semestre que, habitualmente, le entrega numerosas alegrías.
La historia contada desde los ojos derrotados muestra a un Federer frustrado en el intento por conseguir su 8° Wimbledon y a quien, sin dudas, no le alcanzará como consuelo haber estado a la altura de lo que le demandó la vara más exigente del tour.
Intentar detallar las virtudes y bondades de su juego casi no tiene sentido a esta altura. Elijo ocupar el espacio para admitir un error repetido: 12 meses atrás el estado de forma de Federer estaba lejos del ideal y pocos le creyeron cuando se excusó en los dolores de espalda. Lejos de confiar en sus palabras, casi todos pensamos en un descenso inevitable para el último tramo de la mejor carrera de la historia. Perdón entonces, Roger: 2014 muestra una vigencia incuestionable. La actuación en Wimbledon que lo devuelve al top3, no hace más que confirmarlo.
Por último, unos detalles del partido. Fueron 3h.56’ de un soberbio nivel con más de 140 winners contra apenas 56 errores no forzados y un tramo, ese del cuarto parcial en el que Djokovic sacó para ganar, fue quebrado, tuvo match point a favor, y finalmente perdió el set, que es por ahora, el momento más emotivo de la temporada.
La historia contada desde los ojos derrotados muestra a un Federer frustrado en el intento por conseguir su 8° Wimbledon y a quien, sin dudas, no le alcanzará como consuelo haber estado a la altura de lo que le demandó la vara más exigente del tour.
Intentar detallar las virtudes y bondades de su juego casi no tiene sentido a esta altura. Elijo ocupar el espacio para admitir un error repetido: 12 meses atrás el estado de forma de Federer estaba lejos del ideal y pocos le creyeron cuando se excusó en los dolores de espalda. Lejos de confiar en sus palabras, casi todos pensamos en un descenso inevitable para el último tramo de la mejor carrera de la historia. Perdón entonces, Roger: 2014 muestra una vigencia incuestionable. La actuación en Wimbledon que lo devuelve al top3, no hace más que confirmarlo.
Por último, unos detalles del partido. Fueron 3h.56’ de un soberbio nivel con más de 140 winners contra apenas 56 errores no forzados y un tramo, ese del cuarto parcial en el que Djokovic sacó para ganar, fue quebrado, tuvo match point a favor, y finalmente perdió el set, que es por ahora, el momento más emotivo de la temporada.
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