Transformers: La aventura de tener un gran negocio

La nueva entrega de la saga cumple con las expectativas de sus seguidores y consolida los cambios en la industria del entretenimiento.

POCO QUE VER CON EL ORIGEN. La animación digital hizo de los Transformers instrumentos de destrucción masiva bastante más desarrollados que los muñecos de su origen, en 1984.  POCO QUE VER CON EL ORIGEN. La animación digital hizo de los Transformers instrumentos de destrucción masiva bastante más desarrollados que los muñecos de su origen, en 1984.
10 Julio 2014
De aquellos juguetes que los chicos (desde mediados de los 80) manipulaban para que de autos o aviones pasen a ser terribles monstruos al derroche de efectos especiales en la pantalla grande pasaron muchos años y, sobre todo, hubo una reconceptualización de la industria del entretenimiento, que integró sus distintas etapas y articuló las propuestas con el objetivo (ampliamente logrado) de maximizar las ganancias.

Es por ello que “Transformers 4” es sólo un hito más en el camino de una propuesta empresarial que todavía tiene un largo recorrido antes que, como anticipa en el subtítulo, sea “la era de la extinción”. Por el contrario, las transformaciones que son el nudo gordiano de las máquinas son más profundas aún en el negocio de la diversión.

Poco es igual en la empresa Hasbro (fundada en 1923 como “Hassenfeld Brothers”), que creó los Transformers en 1984 a la multinacional actual que domina el mercado global de los juguetes y que se maneja en términos de franquicia, con muñecos, libros, historietas, series televisivas de animación, canales propios, videojuegos, películas, páginas de Internet y juegos de mesa.

No hay ninguna clase de descuido en la expansión a nuevos mercados: la cuarta película de la saga se estrenó en Hong Kong antes que en Estados Unidos, y en 11 días de exhibición se consagró como la película más taquillera en la historia de China, donde recaudó U$S 222 millones (más que en la propia EEUU y casi la mitad de los U$S 570 millones que el filme lleva ganado en el mundo) y destronó a Avatar en ese país. Si se proyecta su evolución mundial, se calcula que los ingresos no serán menores a los U$S 1.200 millones, lo cual la constituiría como filme récord de esta saga.

El éxito en el mercado asiático se construyó paciente e inteligentemente. En la producción aparece la actriz china Li Bingbing, hubo escenas filmadas en la olímpica de Pekín gracias a un permiso especial y la batalla final se desarrolla en Hong Kong. Todo entremezclado con apelaciones patrióticas, el eje de la lucha entre el bien y el mal, la espectacularidad de las explosiones y el temor a un apocalipsis global. Así, la historia, como tal, no genera sorpresas. Una vez más, la tierra es el lugar de confrontación entre los Autobots y los Decepticons, dos razas alienígenas mecanizadas, que luchan entre sí por el destino del universo, entre quienes buscan la paz definitiva o los que procuran dominarlo. En los cines, esa pelea y su halo de destrucción masiva se registra desde 2007, con la primera entrega, y se proyectará (como mínimo) hasta 2016, para cuando ya está anunciada Transformers 5, aún sin subtítulo.

La propuesta que llegó a los cines argentinos está nuevamente dirigida por Michael Bay, quien inicialmente no quería hacerse cargo de esta entrega. El elenco está encabezado por Mark Wahlberg, quien interpreta a Cade Yeager, un mecánico inventor que accidentalmente se encuentra con Optimus Prime, líder de los buenos Autobots, y lo ayuda. Su hija es la bella Nicola Peltz, con quien tiene una relación tumultuosa. Su duración (supera las dos horas y media) es uno de los temas de debate entre los seguidores de las entregas de este ciclo.

La banda sonora (otro componente necesario del negocio de la diversión) está a cargo del grupo estadounidense Imagine Dragons, elegidos especialmente por Bay, y su tema cabecera es “Battle cry”.

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