11 Julio 2014
DIFICULTADES. La “falta de piso” en muchas fincas derivó en que las cosechadoras no ingresaran a los surcos y no levantaran la producción a tiempo. la gaceta / archivo
“Si consideramos cómo se viene desarrollando, a la fecha, la presente zafra azucarera, debemos decir que es atípico lo que viene pasando, ya que el clima, durante el ciclo de cultivo, y su comportamiento durante lo que va de la actual zafra afectó en gran medida su desenvolvimiento y sus rendimientos culturales y fabriles”, comentó el Coordinador del Programa Caña de Azúcar de la Eeaoc (Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres) de Tucumán, Jorge Scandaliaris.
Si vamos un poco atrás en el tiempo, podemos decir que “los productores cañeros, en general, vienen de una situación económica financiera complicada”, ya que “ la venta final de su producto durante la campaña pasada afectó considerablemente todas las labores que debieron realizar para que los cañaverales se manifiesten adecuadamente”, esto impactó entre los agricultores.
“Hubo productores que malvendieron su producción y si se suman los efectos del fuego, las heladas y las sequías, los impactos fueron nefastos”, señaló.
Un mal 2013
La campaña pasada, antes de todos los efectos del mal tiempo, se estimaba que se podría haber producido más de 2,1 millones de toneladas de azúcar, y solo se llegó a 1,24 millón de toneladas. Sin duda que la seca, las heladas, las quemas, el desorden generalizado de la zafra y aún más, cañaverales sin cosechar, hizo que “la campaña 2013 fuera nefasta para la mayoría de los actores de la actividad”.
Esto “generó en la actividad una gran sensación de incertidumbre y de frustración generalizada, e hizo que los productores no realicen todas las labores agronómicas” que correspondan para la actual zafra.
“No se fertilizó ni se controló malezas como corresponde e, incluso, no se renovaron cañaverales”, observó Scandaliaris.
Quema de cañaverales
El fuego que se manifestó en casi todo el territorio cañero también perjudicó.
Además, los cañaverales reaccionaron negativamente ante los efectos del clima en los momentos de la brotación y macollaje, con una primavera extremadamente seca, y el crecimiento y la maduración durante el verano tuvo problemas de falta de agua en algunos meses y a finales del verano, y otoños con excesos de lluvias y días nublados, que afectaron los rendimientos culturales y fabriles actuales. Todo este fenómeno climático afectó mucho en algunas regiones cañeras, y en otras no tanto, por lo que “se dio un mosaico de situaciones” e hizo que “los resultados actuales tengan la misma tendencia con una infinidad de resultados malos, regulares y buenos”.
Lo cierto es que “los cañaverales sufrieron, durante el verano, una variabilidad de situaciones de falta total a parcial de lluvias durante su crecimiento, lo que generó resultados muy irregulares, a lo que luego se sumó un otoño también complicado, que afectó aún más los resultados.
Mucha agua
Las estadísticas señalan que llovió mucho en abril y mayo, algo que no se dio en ningún año antes en forma tan negativa que tenga tan poca radiación solar, lo que hizo que se reabastezcan de humedad los perfiles de suelo, algo positivo para quienes hacen cultivos de invierno, pero no para los cañaverales que necesitaban madurar y luego cosechar.
“Los muestreos prezafra que siempre realizamos en abril y mayo, mostraron que los efectos de la gran cantidad de días con lluvias o nublados fueron nefastos, ya que los resultados de los muestreos fueron los peores de todos los realizados”, concluyó Scandaliaris en su informe a LA GACETA Rural.
Los números
Realmente, “para esta zafra se vinieron dando tantos factores negativos juntos, que los resultados serán seguramente malos en general”.
Las proyecciones de los rendimientos fabriles que se dieron fueron los que informamos oportunamente, registrándose 6,32% en mayo, y 8,40%, en junio.
En julio se dieron valores de 9,60%, y para agosto se prevén registros de 10,40%, y para septiembre de 10,60%, todos ellos “siempre y cuando las condiciones se mantengan los días con sol y sin lluvias”.
“Las condiciones del otoño, por suerte, al menos beneficiaron al crecimiento de las cañas, que no maduraron pero crecieron, por lo que seguramente los resultados cambiarían en cuanto a maduración, pero aumentarán seguramente en cuanto a rendimiento cultural por hectárea, pero esto debe evaluarse a profundidad para tener certezas”, concluyó.
Si vamos un poco atrás en el tiempo, podemos decir que “los productores cañeros, en general, vienen de una situación económica financiera complicada”, ya que “ la venta final de su producto durante la campaña pasada afectó considerablemente todas las labores que debieron realizar para que los cañaverales se manifiesten adecuadamente”, esto impactó entre los agricultores.
“Hubo productores que malvendieron su producción y si se suman los efectos del fuego, las heladas y las sequías, los impactos fueron nefastos”, señaló.
Un mal 2013
La campaña pasada, antes de todos los efectos del mal tiempo, se estimaba que se podría haber producido más de 2,1 millones de toneladas de azúcar, y solo se llegó a 1,24 millón de toneladas. Sin duda que la seca, las heladas, las quemas, el desorden generalizado de la zafra y aún más, cañaverales sin cosechar, hizo que “la campaña 2013 fuera nefasta para la mayoría de los actores de la actividad”.
Esto “generó en la actividad una gran sensación de incertidumbre y de frustración generalizada, e hizo que los productores no realicen todas las labores agronómicas” que correspondan para la actual zafra.
“No se fertilizó ni se controló malezas como corresponde e, incluso, no se renovaron cañaverales”, observó Scandaliaris.
Quema de cañaverales
El fuego que se manifestó en casi todo el territorio cañero también perjudicó.
Además, los cañaverales reaccionaron negativamente ante los efectos del clima en los momentos de la brotación y macollaje, con una primavera extremadamente seca, y el crecimiento y la maduración durante el verano tuvo problemas de falta de agua en algunos meses y a finales del verano, y otoños con excesos de lluvias y días nublados, que afectaron los rendimientos culturales y fabriles actuales. Todo este fenómeno climático afectó mucho en algunas regiones cañeras, y en otras no tanto, por lo que “se dio un mosaico de situaciones” e hizo que “los resultados actuales tengan la misma tendencia con una infinidad de resultados malos, regulares y buenos”.
Lo cierto es que “los cañaverales sufrieron, durante el verano, una variabilidad de situaciones de falta total a parcial de lluvias durante su crecimiento, lo que generó resultados muy irregulares, a lo que luego se sumó un otoño también complicado, que afectó aún más los resultados.
Mucha agua
Las estadísticas señalan que llovió mucho en abril y mayo, algo que no se dio en ningún año antes en forma tan negativa que tenga tan poca radiación solar, lo que hizo que se reabastezcan de humedad los perfiles de suelo, algo positivo para quienes hacen cultivos de invierno, pero no para los cañaverales que necesitaban madurar y luego cosechar.
“Los muestreos prezafra que siempre realizamos en abril y mayo, mostraron que los efectos de la gran cantidad de días con lluvias o nublados fueron nefastos, ya que los resultados de los muestreos fueron los peores de todos los realizados”, concluyó Scandaliaris en su informe a LA GACETA Rural.
Los números
Realmente, “para esta zafra se vinieron dando tantos factores negativos juntos, que los resultados serán seguramente malos en general”.
Las proyecciones de los rendimientos fabriles que se dieron fueron los que informamos oportunamente, registrándose 6,32% en mayo, y 8,40%, en junio.
En julio se dieron valores de 9,60%, y para agosto se prevén registros de 10,40%, y para septiembre de 10,60%, todos ellos “siempre y cuando las condiciones se mantengan los días con sol y sin lluvias”.
“Las condiciones del otoño, por suerte, al menos beneficiaron al crecimiento de las cañas, que no maduraron pero crecieron, por lo que seguramente los resultados cambiarían en cuanto a maduración, pero aumentarán seguramente en cuanto a rendimiento cultural por hectárea, pero esto debe evaluarse a profundidad para tener certezas”, concluyó.
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