BUENOS AIRES.- Hay otro país. Uno real que transita por enormes dificultades y al que el Gobierno da la espalda. La inflación, las suspensiones y los despidos siguen haciendo estragos en la sociedad, aunque por ahora queden opacadas por la histeria mundialista y las negociaciones con los holdouts. Las graves inundaciones que afectan a la Mesopotamia han generado pérdidas millonarias sin que, hasta ahora, se haya dispuesto alguna ayuda especial para los damnificados. Además, la abrupta caída en los futuros de la soja auguran más dificultades para los productores y para el Tesoro en el mediano plazo. Dos países parecen contrastar fuertemente, por estos días, en los cuales, la fiebre por la pelota permite ocultar el fenomenal deterioro económico que enfrentan los argentinos.

La parálisis del sector productivo se hace cada vez más ostensible, a medida que se intensifica el cepo sobre las importaciones. Se calcula que hay U$S 4.500 millones en insumos retenidos en las aduanas, cuyas importaciones han sido aprobadas pero que aún no cuentan con la correspondiente aprobación para el giro de divisas. En el mercado laboral, sólo la demanda por personal altamente calificado es la que muestra movimiento y en rubros muy específicos. El resto de los trabajadores transita por un peligroso desfiladero implorando no ser una víctima más de las reducciones de plantillas por la caída en el nivel de actividad.

Tal es el drama laboral que ya existen demoras de hasta dos meses para el arreglo de soluciones en las relaciones del trabajo. Todo esto en medio de una inflación que si bien no se espiralizó como amenazaba a comienzos de año, tampoco bajó sino que se amesetó en torno del 2% mensual, lo que proyecta a terminar el año con una tasa superior a 30%. La suba de precios traslada tensiones al mercado financiero y cambiario. En el primero de ellos, se potenció el mercado secundario donde la tasa de descuentos de documentos orilla 6% mensual, lo que provoca un cuello de botella en el capital de giro de las empresas, en especial, de las PyME.

En tanto, en el mercado cambiario, el ingreso de dólares de la exportación no alcanzó a disipar las dudas de los operadores sobre el saldo de la cuenta corriente y la cuenta capital, a partir de los pagos aun pendientes. ¿Cuánto tiempo demorará el Gobierno en ajustar nuevamente el tipo de cambio, una vez que pague todos los vencimientos de la deuda y libere las importaciones retenidas en las aduanas? es la pregunta que ahora mismo se hacen en la City porteña.

Por ahora, los números muestran que se deberán pagar antes de fin de mes U$S 539 millones a los bonistas y otros U$S 650 millones al Club de París.

Hacia fin de este año quedan pendientes de pago todavía otros U$S 2.000 millones por vencimientos de deuda y aún es una incógnita saber cómo se va a resolver el pago de la sentencia contra los holdouts. Para algunos abogados locales, representantes de importantes estudios jurídicos de Nueva York, en principio, los acreedores estarían exigiendo un pago en efectivo para comenzar a cancelar el fallo. Luego, al pedido realizado por la Argentina, para poder reinstalar la medida cautelar que le permita pagar a los bonistas que entraron a los canjes, el juez podría exigir una contracautela.

Los observadores forenses creen que la medida de Griesa obedece al hartazgo del juez con la conducta procesal de la Argentina y a la desconfianza en los representantes del país. Griesa estaría pidiendo que la Argentina ofrezca, en garantía, depositada en sede judicial, una suma similar al primer pago en efectivo, de manera de mantener interdicto, al menos, un pago a cuenta de la futura cuota. Por ahora, todo esto abona el terreno de la incógnita. Cuando se acalle el país futbolero, comenzará a escucharse nuevamente el país real.

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