Por Jose Ariel Ibañez
14 Julio 2014
¿Se puede estar triste y feliz al mismo tiempo en porcentajes iguales? No parece coherente. Pero cuando el Mundial Brasil 2014 ya es historia, los sentimientos se mezclan. Por un lado nos invade la tristeza. La ilusión del tricampeonato se desvaneció en el minuto 113 de la final que Argentina perdió contra Alemania, con el gol de Mario Götze. Se termina con una lágrima un mes de fútbol que nos permitió disfrutar grandes partidos. Después de 24 años se llegó a una final de la Copa del Mundo y no se sabe cuándo llegará otra chance. Una generación de jóvenes y niños argentinos siguen sin saber qué se siente ser campeón mundial. Y el máximo ídolo de esa generación, Lionel Messi, vivió una nueva frustración. Dos colegas que fueron a trabajar, Soledad Fernández y “Topo” López, fallecieron en absurdos accidentes de tránsito. En la columna del haber hay muchos item positivos. Los argentinos se unieron por la Selección. No hubo reproches, sólo agradecimiento por el esfuerzo. Se puede ganar o perder, pero el equipo dejó todo. También llega a su fin el trabajo de LG Deportiva. Único, histórico. Con dos enviados especiales y tres columnistas en Brasil. Con un grupo de profesionales que pusieron lo mejor durante un mes. Se acabó el Mundial. Pero la vida sigue y hay que mirar para adelante. Mitad triste, mitad alegre.