Volvió a llover blancura desde el cielo tafinisto

Para los numerosos turistas que por estos días visitan los valles, la nevisca de ayer fue, literalmente, un regalo caído del cielo

PAISAJE MÁGICO. El encuentro entre la nieve y la neblina les dieron a los cerros un toque misterioso. la gaceta / foto de roberto delgado PAISAJE MÁGICO. El encuentro entre la nieve y la neblina les dieron a los cerros un toque misterioso. la gaceta / foto de roberto delgado
24 Julio 2014
La montaña, desde Santa Lucía, no se ve. Está cubierta por nubes heladas con distintos tonos entre el blanco y el gris, que parecen un paisaje de la película “El día después de mañana”. Y lo que aparece después es una película que hace el invierno tucumano para deleite de los visitantes: una suave llovizna por la ruta 307, a la altura del Fin del Mundo, que anticipa el garrotillo en la zona de Punta Carrera y los árboles con manchas blancas poco antes de llegar al valle.

Presurosos
Arriba, el escenario cambia. Se ven autos presurosos por llegar a la nieve, pero los policías en el control calman a los apurados, que no pueden ver mucho porque la nube baja descansa sobre la tierra. Apenas se ve el lago y de él se levantan pequeñas brumas blancas matinales. Los policías cuentan que está llegando “mucho turista porteño”, que el valle amaneció con la nevada suave y que las colinas blancas están por la zona del Pinar de los Ciervos.

Y arriba está la maravilla. “Esto es un regalo de Dios”, dice el cordobés Eduardo Elías, que recorre el valle con su esposa Betty. “Venimos desde Cafayate y ahí ya veíamos el cielo bajo y pensábamos: ¿irá a llover? No. Era esta maravilla que parece otro mundo”. Elsa no se queda atrás en el elogio. “Sí conocíamos la nieve pero este paisaje es hermoso. Nos encantó El Infiernillo, está tapado, blanco, blanco”. Elsa y Eduardo levantaron copos e hicieron su propia guerra al grito de “¡Rojaijú!”.

Más impresionados estaban los motociclistas Marcelo Ayunta y Carina Arévalo, de Añatuya, que recorrieron 500 kilómetros en su Honda Twister 250 con la esperanza de encontrar el show de la blancura. ¡Y lo hallaron! Hundieron los pies en esa especie de esponja blanca y helada que se desarma y también hicieron su batalla de nieve. “Yo no la conocía. Pensar que los santiagueños estamos tan cerca y no se nos ocurre venir”, dijo él. La pareja está desde hace dos días en Tafí del Valle y piensa viajar a Cafayate en su moto. “Estas montañas son hermosas. Vamos a volver”, dice.

Otra familia está haciendo un gigantesco tour y se detiene a jugar en la nieve: Nazareno Carrieri, con su esposa Cinthia y su bebita Juliana, de un año y medio, salieron de Buenos Aires y pensaban pasar la noche en Salta. “Vamos a ir a Jujuy y después a La Rioja para conocer Talampaya”, dice. “Epa! ¿No es mucho viaje? ¿Acaso van a llegar hasta el Valle de la Luna?” “Y, si podemos, sí. Hemos tenido suerte. Mirá este paisaje”, sentencia Nazareno, antes de subir al auto y seguir su entusiasta periplo.

La ruta está segura y neblinosa. Hay caballos, vacas y llamas cerca del camino. Los autos van con cuidado y por ahí se ve alguno con un muñeco de nieve. En Turismo dicen que está llegando mucha gente de Buenos Aires y Córdoba y que los tucumanos ya han bajado porque se les terminaron las vacaciones. Pero Luis Aguero no se hace problema. Es de barrio Diza y con su esposa Elsa y su hija María José se dieron una escapada. “Siempre que nieva en el valle subimos. Es cerca y es un espectáculo inigualable”, describe. Ojalá que dure el show de los copos blancos. Dicen que estos días, hasta el domingo, congelará y acaso haya más nieve. Como en la película, pero sin drama y con mucho placer.

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