Por Fernando Stanich
28 Julio 2014
Nada de lo que hoy hagan o dejen de hacer estará ajeno a lo que sucederá en 2015. Así deberá analizarse de ahora en más cada movimiento político en el oficialismo y en la oposición. Porque cualquier dirigente con intenciones de subsistir después del colador del próximo año ya no puede darse el lujo de aducir inocencia para justificar sus actos.
La visita del presidenciable Daniel Scioli dejó un par de conclusiones. La primera es que el bonaerense es el único de los precandidatos que podrá decir en Buenos Aires que José Alperovich le organizó un acto en el PJ. Pasaron Florencio Randazzo y Julián Domínguez antes, pero sin arrancarle una mueca al anfitrión. La segunda es que el tucumano juega a posicionar una fórmula que encabece Juan Manzur y que secunde Beatriz Rojkés para sucederlo. Y aunque no tenga resuelto que ese vaya a ser el binomio definitivo, ya comenzó a probarlo. El ministro de Salud nacional se bajó del avión con Scioli, se sentó en primera fila y, cuando los flashes se le fueron de encima, encabezó de un asado electoral en la casa del legislador Rolando Alfaro. No extraña que el funcionario organice mitines cada fin de semana; sí, en cambio, es llamativo cómo fue mutando la lista de presentes. A la reunión del sábado no sólo asistieron los manzuristas de siempre, como Juan Antonio Ruiz Olivares, los legisladores Sisto Terán y Roque Álvarez y los primos Juri, sino también el ministro de mayor confianza de Alperovich (Jorge Gassenbauer), el ex legislador Rodolfo Ocaranza, el funcionario capitalino José Cúneo Vergés y hasta referentes del “Grupo Terraza” (el alperovichista Guillermo Gassenbauer y el bettista Marcelo Caponio). Manzur ya no sólo insinúa que quiere trascender a Alperovich, sino que actúa como heredero. En el asado, ante una pregunta del anfitrión sobre su regreso formal a la vicegobernación, el hombre que siempre ríe aclaró que ya pidió permiso a la Presidenta y que sólo está esperando su respuesta para armar las valijas.
En el oficialismo la crisis de identidad equivale a un picado de barrio en el que todos juegan con todos y contra todos, según la ocasión. Nadie sabe a quién seguir pero por las dudas todos dicen que sí a cuanta invitación reciben. Le tocó el sábado mismo al presidente subrogante de la Cámara, Regino Amado. Mientras legisladores oficialistas analizaban acoples y listas con Manzur, el monterizo fue enviado por Alperovich a acompañar al precandidato a lo que fuere y secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, a Simoca. Junto a ellos, los jóvenes de La Cámpora liderados por Jesús Salim caminaron de la mano con nueve delegados comunales y hasta con Franco Morelli, el hijo del intendente de Concepción que ansía reemplazar a su padre.
El menjunje no es privativo del oficialismo. El radicalismo dio ayer una muestra de que también piensa en las elecciones y en fortalecer a su as de espadas, el diputado José Cano. Sortear la interna partidaria sería un primer logro, el segundo será consensuar la lista de unidad. La desconfianza es tal que son seis los apoderados de esa nómina. Nadie duda de la conducción de Cano, pero de ahí para abajo cualquiera se le anima a cualquiera porque todos quieren sentar dirigentes en cargos clave para la toma de decisiones. Por eso el armado de la Convención Provincial se presupone problemática: es el órgano que deberá aprobar las alianzas partidarias y hasta las listas de postulantes en caso de que no hubiere internas. Por lo pronto, la UCR no sólo enfrentará disputas para diseñar sus listas de candidatos a legisladores y sus acoples entre “el club de amigos” y el “club de foráneos”, sino que tendrá que ver cómo resuelve a quién dar el premio que más cerca está de ganar: la intendencia de la capital. Por este distrito ya se pelean el diputado Luis Sacca, la senadora Silvia Elías de Pérez y el legislador Federico Romano Norri.
La visita del presidenciable Daniel Scioli dejó un par de conclusiones. La primera es que el bonaerense es el único de los precandidatos que podrá decir en Buenos Aires que José Alperovich le organizó un acto en el PJ. Pasaron Florencio Randazzo y Julián Domínguez antes, pero sin arrancarle una mueca al anfitrión. La segunda es que el tucumano juega a posicionar una fórmula que encabece Juan Manzur y que secunde Beatriz Rojkés para sucederlo. Y aunque no tenga resuelto que ese vaya a ser el binomio definitivo, ya comenzó a probarlo. El ministro de Salud nacional se bajó del avión con Scioli, se sentó en primera fila y, cuando los flashes se le fueron de encima, encabezó de un asado electoral en la casa del legislador Rolando Alfaro. No extraña que el funcionario organice mitines cada fin de semana; sí, en cambio, es llamativo cómo fue mutando la lista de presentes. A la reunión del sábado no sólo asistieron los manzuristas de siempre, como Juan Antonio Ruiz Olivares, los legisladores Sisto Terán y Roque Álvarez y los primos Juri, sino también el ministro de mayor confianza de Alperovich (Jorge Gassenbauer), el ex legislador Rodolfo Ocaranza, el funcionario capitalino José Cúneo Vergés y hasta referentes del “Grupo Terraza” (el alperovichista Guillermo Gassenbauer y el bettista Marcelo Caponio). Manzur ya no sólo insinúa que quiere trascender a Alperovich, sino que actúa como heredero. En el asado, ante una pregunta del anfitrión sobre su regreso formal a la vicegobernación, el hombre que siempre ríe aclaró que ya pidió permiso a la Presidenta y que sólo está esperando su respuesta para armar las valijas.
En el oficialismo la crisis de identidad equivale a un picado de barrio en el que todos juegan con todos y contra todos, según la ocasión. Nadie sabe a quién seguir pero por las dudas todos dicen que sí a cuanta invitación reciben. Le tocó el sábado mismo al presidente subrogante de la Cámara, Regino Amado. Mientras legisladores oficialistas analizaban acoples y listas con Manzur, el monterizo fue enviado por Alperovich a acompañar al precandidato a lo que fuere y secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, a Simoca. Junto a ellos, los jóvenes de La Cámpora liderados por Jesús Salim caminaron de la mano con nueve delegados comunales y hasta con Franco Morelli, el hijo del intendente de Concepción que ansía reemplazar a su padre.
El menjunje no es privativo del oficialismo. El radicalismo dio ayer una muestra de que también piensa en las elecciones y en fortalecer a su as de espadas, el diputado José Cano. Sortear la interna partidaria sería un primer logro, el segundo será consensuar la lista de unidad. La desconfianza es tal que son seis los apoderados de esa nómina. Nadie duda de la conducción de Cano, pero de ahí para abajo cualquiera se le anima a cualquiera porque todos quieren sentar dirigentes en cargos clave para la toma de decisiones. Por eso el armado de la Convención Provincial se presupone problemática: es el órgano que deberá aprobar las alianzas partidarias y hasta las listas de postulantes en caso de que no hubiere internas. Por lo pronto, la UCR no sólo enfrentará disputas para diseñar sus listas de candidatos a legisladores y sus acoples entre “el club de amigos” y el “club de foráneos”, sino que tendrá que ver cómo resuelve a quién dar el premio que más cerca está de ganar: la intendencia de la capital. Por este distrito ya se pelean el diputado Luis Sacca, la senadora Silvia Elías de Pérez y el legislador Federico Romano Norri.