23 Agosto 2014
EN ACCIÓN. García comanda un ataque durante un entrenamiento en el Monumental ante la marca de Acosta y las miradas de Gómez y Augusto Max (de espaldas). Él e Imbert son los dueños de las bandas.
“A mis equipos los coloco bien en la cancha, lo que pasa es que cuando empieza el partido, los jugadores se mueven”, solía decir César Luis Menotti. La tradicional canchita que publican los medios gráficos, la que sale en la TV antes de los partidos o la nómina del equipo, dicho de corrido establece un preconcepto de cualquier entrenador que nunca podrá mantenerse exactamente igual. Mucho menos si lo que busca el entrenador es algo de dinámica, como Héctor Rivoira.
Allí, antes del pitazo inicial de mañana ante All Boys a las 16,, Juan Imbert y Diego García se pararán sobre los carriles derecho e izquierdo del campo “decano” y empezarán a llevar las oportunidades del “decano” por los costados y hasta el fondo de la cancha aunque, como decía el “Flaco”, no pararán de moverse.
“Lo que nos pide el ‘Chulo’ es que no nos quedemos estáticos, que cambiemos de posición para confundir un poco al rival”, confiesa Imbert. El tucumano cambia de lugar con García, pero ninguno de los dos es la suya, originalmente. Delantero de nacimiento, Imbert trata de aclimatarse con las prácticas y los partidos aunque por ahora se note poco.
“Recién le estoy tratando de agarrarle la mano a un puesto que no conocía. No estaba acostumbrado pero me estoy sintiendo mejor”, agrega.
García, algo más polifuncional que su colega en el ataque, tampoco es un carrilero de alma pero viene cumpliendo. “Me siento bien pero porque el equipo está muy bien. Todavía tenemos que corregir muchas cosas pero ganando se hace mucho más fácil”, dice el “Gurí”.
Derecha, izquierda o centro; las posiciones no parecen alterar el curso de las actuaciones de la única dupla en el campo que no trabaja cerca: uno de un lado y el otro, del otro, solo se cruzan cuando hacen el enroque.
“Hay que rotar y rotar. Nos entendemos bien y sabemos cuándo hacerlo”, explica Imbert.
A sus tareas asignadas, cada uno supo añadirle valores agregados: gambetas hacia el centro del área aprovechando la experiencia como delantero, en el caso de Imbert y un par de goles (uno a San Martín y otro de tiro libre ante Unión) por parte de García.
“Se me dio de que no la toque nadie y por suerte, entró”, expresa García sin agrandarse.
Lo importante es que hacen lo que pide el “Chulo” y dejan lugar a la improvisación, algo que el fútbol necesita como el agua y que Menotti y cualquier fanático del potrero, siempre valoran.
Allí, antes del pitazo inicial de mañana ante All Boys a las 16,, Juan Imbert y Diego García se pararán sobre los carriles derecho e izquierdo del campo “decano” y empezarán a llevar las oportunidades del “decano” por los costados y hasta el fondo de la cancha aunque, como decía el “Flaco”, no pararán de moverse.
“Lo que nos pide el ‘Chulo’ es que no nos quedemos estáticos, que cambiemos de posición para confundir un poco al rival”, confiesa Imbert. El tucumano cambia de lugar con García, pero ninguno de los dos es la suya, originalmente. Delantero de nacimiento, Imbert trata de aclimatarse con las prácticas y los partidos aunque por ahora se note poco.
“Recién le estoy tratando de agarrarle la mano a un puesto que no conocía. No estaba acostumbrado pero me estoy sintiendo mejor”, agrega.
García, algo más polifuncional que su colega en el ataque, tampoco es un carrilero de alma pero viene cumpliendo. “Me siento bien pero porque el equipo está muy bien. Todavía tenemos que corregir muchas cosas pero ganando se hace mucho más fácil”, dice el “Gurí”.
Derecha, izquierda o centro; las posiciones no parecen alterar el curso de las actuaciones de la única dupla en el campo que no trabaja cerca: uno de un lado y el otro, del otro, solo se cruzan cuando hacen el enroque.
“Hay que rotar y rotar. Nos entendemos bien y sabemos cuándo hacerlo”, explica Imbert.
A sus tareas asignadas, cada uno supo añadirle valores agregados: gambetas hacia el centro del área aprovechando la experiencia como delantero, en el caso de Imbert y un par de goles (uno a San Martín y otro de tiro libre ante Unión) por parte de García.
“Se me dio de que no la toque nadie y por suerte, entró”, expresa García sin agrandarse.
Lo importante es que hacen lo que pide el “Chulo” y dejan lugar a la improvisación, algo que el fútbol necesita como el agua y que Menotti y cualquier fanático del potrero, siempre valoran.
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