Hoy se realizará el traslado de Villa Piolín

El Ipvdu llevará a los vecinos hacia El Manantial. Piden líneas de colectivos y un CAPS en el nuevo barrio

A LOS 85 AÑOS POR FIN TENDRÁ CASA PROPIA. Ángela Moyano vive desde hace décadas en Villa Piolín. la gaceta / foto de franco vera A LOS 85 AÑOS POR FIN TENDRÁ CASA PROPIA. Ángela Moyano vive desde hace décadas en Villa Piolín. la gaceta / foto de franco vera
03 Noviembre 2014
No es fácil dejar el lugar de uno, después de 40 o 50 años. Doña Ángela Moyano lleva 54 años de pobreza, de correr al hospital con sus dos hijos discapacitados, de recibir la solidaridad de sus vecinos cada vez que el viento y la lluvia se llevaba el techo de su casa, que sigue siendo de madera. Villa Piolín ¿Cómo no va a extrañarla? Pero ella sabe que lo que se viene es mejor, porque por fin podrá tener una casa propia y de material, aunque sea lejos, en el límite entre la capital tucumana y El Manantial. Hoy, con seis camiones del Instituto Provincial de la Vivienda (Ipvdu) se iniciará el traslado de las 152 familias que viven allí en el marco del programa nacional FedVillas.

El cambio da vértigo. LA GACETA visitó ayer el asentamiento que está a la altura de Mate de Luna al 3.000 (detrás del complejo que se levantó donde alguna vez estuvo la Cootam) para conocer las expectativas de sus habitantes. “Estamos contentos, pero la decisión nos sorprendió porque nos avisaron el viernes”, es lo primero que comentó una vecina. “Es muy lejos. No tenemos medios de movilidad en el nuevo barrio ni tampoco un hospital; aquí hay mucha gente enferma. Además dicen que hay solamente dos bombas y seguro que nos quedamos sin agua”, protestó, temeroso, Sebastián Gómez “Bueno, pero dicen que nos van a poner colectivos para que los chicos puedan ir a la escuela”, intercedió una vecina. “¡Pero sólo para los del primario; yo que tengo una hija en el secundario ¿cómo hago? Vivo del salario universal de $ 500 que le dan a mi hija por estudiar, encima soy diabética, cardíaca e hipertensa”, se quejó.

“Lo que pasa es que todas trabajamos en casas de familia por aquí cerca, y ahora vamos a tener que dejar los trabajos y buscar otros”, explicó Mabel Racedo, parada justo donde comienza un pasillo que parece interminable y que conduce a un laberinto de casas precarias.

Mabel tiene 37 años y llegó al barrio cuando tenía seis. “Aquí fui feliz, pero también tuve desgracias que nunca olvidaré, como la muerte de mi mamá, de mi hermano, de mi cuñado y de mi hijita de seis meses. Tenía una neumonía y en 10 minutos estuve en el hospital, pero no la pudieron salvar. Justamente pienso en eso a la hora de cambiarnos de barrio. ¡Espero que nos pongan un CAPS urgente!””, exigió. “¡Aquí hay unos 40 chicos del secundario que se van a tener que cambiar de escuela!, apuntó otra vecina. “¿Por qué el gobernador no nos arregla un poquito mejor este lugar y hace que nos quedemos?” preguntó Gómez.

Otras mujeres, como Ángela Moyano, creen que por fin el Estado se ha acordado de ellos. Aunque dice que ya es muy tarde para sus 85 años. Ha pasado toda una vida esquivando las desgracias. Hace ocho años el Gobierno le dio una casa de madera, porque la que tenía se desplomó. “Me dicen que me van a dar dos piecitas, pero aquí con mi esposo y mis dos hijos discapacitados necesitaríamos una habitación más. ¿Por qué será que no dejan que uno lleve las maderas para construir un cuarto más?”, preguntó. Teresa estaba en la puerta de su casa con el rostro radiante. Dijo que no ve la hora de que llegue el momento de partir. Ya tiene una pila de ladrillos que extrajo de su casa y que llevará a El Manantial Sur para construir la tapia que separará su parcela de la del vecino. “Nosotros estamos muy contentos. ¡Por fin vamos a tener nuestra casa propia, con papeles! Aquí la mayoría está conforme con el traslado”, dijo con una sonrisa.

Gladys Salomón, encargada del área social del Ipvdu, confirmó que hoy a las 9 comenzará la mudanza. Todos los días durante una semana se trabajará de 9 a 18. Se llevarán los muebles y también los ladrillos de las personas que quieran construir las tapias en el nuevo barrio. El FedVillas ya relocalizó otros tres asentamientos este año.

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