BUENOS AIRES.- Noviembre finaliza con un módico respiro para el Gobierno. Por primera vez en el semestre las compras de dólares para tenencia personal en un mes no superarán a las del precedente. La adquisición de moneda extranjera se ubicará por debajo de los U$S 446 millones de octubre, aunque ese fenómeno dista de ser una muestra de una inédita confianza de los argentinos en el peso. Nunca un paro de 48 horas fue tan celebrado en los despachos oficiales como el que dispusieron los trabajadores bancarios el 12 y el 13 de este mes. Si no hubiese tantos feriados en el mes, las compras de dólares hubiesen sido similares a las de los días hábiles precedentes, noviembre habría terminado con U$S 100 millones más en el monitoreo que da a conocer la AFIP y en consecuencia sería el nuevo récord mensual.

Con apenas 16 días de atención al público, noviembre fue el mes con menor actividad del sector bancario en todo el año. Y los bancos cerrados podrán ocasionar algunos inconvenientes, pero no venden dólares, una de las pocas operaciones vedadas para los medios electrónicos. Una verdadera prueba piloto para 2015, en el que la abundancia de feriados disimulará la recesión y atenuará recortes de horas extras, despidos y suspensiones en varias ramas industriales. El año finalizará con cerca de U$S 3.000 millones adquiridos desde el 27 de enero, cuando se habilitó la liberación parcial, segmentada y acotada del cepo para el “chiquitaje”. Parcial, porque los interesados no pueden adquirir los dólares que deseen o puedan sino los que la AFIP les permita. Segmentada debido a que solo está habilitada para aquellos que acrediten percibir ingresos equivalentes a dos salarios mínimos. Y acotada, ya que tiene un límite insuperable: el 20% de la masa salarial del país, con excepción de los que ganen menos de $ 8.800 por mes.

Pero al margen de esos condicionamientos, el desquicio cambiario en el que está sumida la Argentina desde que hace tres años se instauró el cepo dejó al relato oficial expuesto a uno de sus mayores absurdos. Los que en el discurso descalifican a Martínez de Hoz y Cavallo no hacen más que emularlos en los hechos, al permitir que cada mes cerca de 400.000 personas compren dólares notoriamente subvaluados por exclusiva decisión oficial.

La supuesta división entre un “dólar legal” y otro “ilegal” no resiste el menor análisis. Solo basta ir a cualquier casa de cambio de Montevideo, Asunción, Santiago o Sao Paulo para comprobar cuál es la paridad entre el peso y el dólar. O percatarse que más del 90% de esos 400.000 compradores mensuales están dispuestos a pagar un 20 por ciento adicional.

En el país del corralito, el corralón y el plan Bonex, no es extraño desconfiar del sistema bancario. Pero el precio de esa desconfianza parece desmesurado: se pagarán $ 4.600 millones de más respecto de los $ 8,55 de la cotización “legal”. O se asiste a una insólita demostración masiva de derroche compulsivo, o quizás haya que hacer la cuenta a la inversa y percatarse de que en realidad los compradores se ahorrarán por lo menos $ 7.000 millones en relación con el valor “ilegal”.

El uso de esos U$S 3.000 millones es tan variado como las operaciones que se concretaron, pero básicamente se reducen a la conservación de los billetes como forma de ahorro o a la “bicicleta” consistente en revenderlos en el mercado paralelo y obtener una sustanciosa diferencia en pesos. Teniendo en cuenta los límites que impone el régimen (no se pueden comprar dólares más allá del 20% de los ingresos registrados), el esquema permite una ganancia del 7,6% mensual en pesos: con $ 10.260 se compran U$S 1.000 a $ 8,55 más el 20% y luego se obtienen $ 13.500 al venderlos en el circuito informal. Una salvedad: para hacerse de esos $ 3.240 de diferencia hacen falta ingresos por $ 42.750.

El lector podrá hacer cálculos similares a partir de los U$S 170 que, por ahora, se pueden adquirir con dos salarios mínimos. Modesta bicicleta, pero bicicleta al fin. No alcanzará para carreras de largo aliento, pero la política económica oficial no dejará al desamparo a todo aquel que quiera ejercer su derecho a pedalear. Sin embargo, el Tour de France no está tan lejos, gracias a las ventajas que surgen de la combinación de la brecha cambiaria y el denominado “dollar linked”. A grandes rasgos, el pedaleo es en el sentido inverso al ejemplo anterior: se venden U$S 630 en el mercado paralelo y con los pesos conseguidos se compran Bonad 16 por el equivalente en pesos de U$S 1.000 a la cotización del mercado formal. En dos años, más allá de la cotización que exista para entonces, si el Estado no defaultea el título el inversor recibirá 1.035 verdes. Una rentabilidad asegurada del 64,33% en dólares. Grandes, pequeñas y hasta con rueditas, el Gobierno garantiza bicicletas para todos. Quizás en los despachos de Kicillof y Vanoli haya que bajar el cuadro de John Maynard Keynes y colocar el de Miguel Indurain.

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