Por Mariana Apud
30 Noviembre 2014
LA MÁS POPULAR. La tribuna que da a las canchas de tenis fue la más colmada. La intensidad de los rayos del sol castigó a las otras dos tribunas de la cancha que no estuvieron muy ocupadas por la gente. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA
Habrá mucho para recordar sobre la coronación número 11 de Tucumán. La derrota fue una victoria. Todos se miraron de reojo para corroborar que, pese al triunfo de Buenos Aires, la corona estaba asegurada. Esta vez el “aguilazo” fue trunco porque la “naranja” fue más mecánica que nunca cuando era necesario.
Hubo invasión al campo, pero no de esas furiosas. Los infantiles no entraron desaforados, ni tampoco los grandes que, a lo largo de tantas consagraciones, más de una vez quedaron como niños por los alocados festejos. Sí, eso también forma parte de los recuerdos, quizás no tan deseados de guardar, pero que valen. Así se entiende que Tucumán es tierra de jugadores capacitados para resolver todo, cuando juegan bien o mal. Resoluciones claves en los poderosos cuando los ponen en aprietos.
Desde “La Caldera” del parque 9 de Julio ese recuerdo se llevará Javier Pastoriza. “Tucumán es el mejor seleccionado del país”, sentenció. Él es uno de los entrenadores del seleccionado Juvenil de la URCA, la Unión de Rugby de Catamarca que nació en 2012. El DT coordinó todo para que los partidos que jugaron contra Uni coincidieran con, según él, el mejor rugby del país. Pese a que los campeones no desplegaron su mejor nivel, no dudó. “Les pongo un lindo 10”, calificó. Su compañero en la dirección técnica, Emir Santucho, estaba emocionado por lo vivido. “Tucumán es nuestro guía. También les pongo 10, no sólo en lo deportivo, también en lo humano; los jugadores estuvieron igual de bien en el trato”, destacó Santucho luego de dialogar con Nicolás Proto.
Uno que se llevará más que palabras será Alfredo Figueroa. “Se las pedí y me las dio así nomás”, comentó el jugador de Jockey Club. Mientras sus amigos lo rodeaban, mostraba contento las medias que Lisandro Ahualli le obsequió. Las marcas de tierra se distinguían en el naranja intenso y delataban, al mismo tiempo, la intensa batalla librada. “Es la primera vez que le pido algo a un jugador. No lo voy a tomar como costumbre, je”, aclaró.
A diferencia de todos los anteriores, Ramiro Moyano no guardará tantos buenos recuerdos. El jugador de Lince tuvo que ver el partido desde el costado de la cancha. Una lesión lo dejó afuera del equipo. De pie, apoyado en la baranda metálica miró, o más bien sufrió. “Fue no apto para cardíacos”, reconoció.
“Adentro no me doy cuenta de cómo va el partido y de afuera estás pendiente de todo, del árbtiro, del lyman, de todo. Fue un partido muy movido y sufrido. Todos sabían lo que debían hacer y lo demostraron en el segundo tiempo”, elogió Moyano.
En esa lista se lo puede incluir a Gabriel Pata Curello, el capitán tucumano, que ¿transita sus últimos años? “No se si dejará de jugar”, dice su mamá Susana que calificó la actuación de su hijo como su condición amerita. “¿Mi nene? ¡Ay hermoso!”, dijo. Pero fue Matilde, hermana de “Pata”, quien dio la posta. “No le creo. Mientras siga ganando, no va a dejar al seleccionado”, estableció. Y si siguen las victorias “La Caldera” seguirá llenándose de recuerdos.
Hubo invasión al campo, pero no de esas furiosas. Los infantiles no entraron desaforados, ni tampoco los grandes que, a lo largo de tantas consagraciones, más de una vez quedaron como niños por los alocados festejos. Sí, eso también forma parte de los recuerdos, quizás no tan deseados de guardar, pero que valen. Así se entiende que Tucumán es tierra de jugadores capacitados para resolver todo, cuando juegan bien o mal. Resoluciones claves en los poderosos cuando los ponen en aprietos.
Desde “La Caldera” del parque 9 de Julio ese recuerdo se llevará Javier Pastoriza. “Tucumán es el mejor seleccionado del país”, sentenció. Él es uno de los entrenadores del seleccionado Juvenil de la URCA, la Unión de Rugby de Catamarca que nació en 2012. El DT coordinó todo para que los partidos que jugaron contra Uni coincidieran con, según él, el mejor rugby del país. Pese a que los campeones no desplegaron su mejor nivel, no dudó. “Les pongo un lindo 10”, calificó. Su compañero en la dirección técnica, Emir Santucho, estaba emocionado por lo vivido. “Tucumán es nuestro guía. También les pongo 10, no sólo en lo deportivo, también en lo humano; los jugadores estuvieron igual de bien en el trato”, destacó Santucho luego de dialogar con Nicolás Proto.
Uno que se llevará más que palabras será Alfredo Figueroa. “Se las pedí y me las dio así nomás”, comentó el jugador de Jockey Club. Mientras sus amigos lo rodeaban, mostraba contento las medias que Lisandro Ahualli le obsequió. Las marcas de tierra se distinguían en el naranja intenso y delataban, al mismo tiempo, la intensa batalla librada. “Es la primera vez que le pido algo a un jugador. No lo voy a tomar como costumbre, je”, aclaró.
A diferencia de todos los anteriores, Ramiro Moyano no guardará tantos buenos recuerdos. El jugador de Lince tuvo que ver el partido desde el costado de la cancha. Una lesión lo dejó afuera del equipo. De pie, apoyado en la baranda metálica miró, o más bien sufrió. “Fue no apto para cardíacos”, reconoció.
“Adentro no me doy cuenta de cómo va el partido y de afuera estás pendiente de todo, del árbtiro, del lyman, de todo. Fue un partido muy movido y sufrido. Todos sabían lo que debían hacer y lo demostraron en el segundo tiempo”, elogió Moyano.
En esa lista se lo puede incluir a Gabriel Pata Curello, el capitán tucumano, que ¿transita sus últimos años? “No se si dejará de jugar”, dice su mamá Susana que calificó la actuación de su hijo como su condición amerita. “¿Mi nene? ¡Ay hermoso!”, dijo. Pero fue Matilde, hermana de “Pata”, quien dio la posta. “No le creo. Mientras siga ganando, no va a dejar al seleccionado”, estableció. Y si siguen las victorias “La Caldera” seguirá llenándose de recuerdos.