28 Diciembre 2014
CON HONORES. Una multitud de agentes de varios estados asistieron al funeral de Rafael Ramos, el uniformado muerto en Brooklyn, Nueva York. reuters
NUEVA YORK.- Decenas de miles de policías y otros dolientes abarrotaron una iglesia de Nueva York y sus calles cercanas, en el marco del funeral de uno de los dos agentes que murieron a tiros a manos de un hombre que aseguró estar vengando las recientes muertes de afroamericanos desarmados por parte de policías.
Las muertes de Rafael Ramos y su compañero de patrulla Liu Wenjian se han convertido en un punto de encuentro para la Policía y sus simpatizantes en todo el país, asediados por meses de protestas callejeras por las supuestas prácticas racistas de los agentes estadounidenses.
“Su marido y su compañero eran parte del excelente cuerpo de policía de Nueva York, y eso no es una frase ociosa”, sostuvo el vicepresidente Joe Biden, dirigiéndose a la viuda de Ramos, Maritza, delante del ataúd.
“Creo que esta gran fuerza de policía de esta ciudad increíblemente diversa puede y va a mostrarle a la nación cómo reducir las diferencias. Lo ha hecho antes y lo hará de nuevo”, dijo el portavoz del departamento de Policía, Stephen Davis. Las calles cercanas a la iglesia estaban llenas de oficiales vestidos con sus uniformes azules, entre ellos delegaciones de Boston, Atlanta, St. Louis y Nueva Orleans.
El servicio fúnebre en la Iglesia Tabernáculo de Cristo de Queens, el barrio de Ramos, también mostró juntos por primera vez al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y a agentes de policía y líderes sindicales, desde que se iniciara una fuerte disputa hace una semana en el hospital donde Ramos, de 40 años, y Liu, de 32, fueron declarados muertos.
Horas después de que fueran asesinados cuando estaban sentados en su auto de patrulla, estacionado en Brooklyn, el 20 de diciembre, los agentes de policía ignoraron al alcalde a su llegada al hospital.
En medio de las peores relaciones en décadas entre el alcalde de Nueva York y su Departamento de Policía, los líderes sindicales, enfurecidos por las expresiones de apoyo de De Blasio a las protestas en contra de las prácticas policiales, dijeron que de Blasio tenía “sangre en sus manos”. Cuando el alcalde comenzó a hablar en el funeral ante miles de agentes de policía, al menos una parte de la multitud dio la espalda a una gran pantalla de proyección. El asesino de los oficiales, Ismaaiyl Brinsley, de 28 años, se suicidó poco después del ataque. (Reuters)
Las muertes de Rafael Ramos y su compañero de patrulla Liu Wenjian se han convertido en un punto de encuentro para la Policía y sus simpatizantes en todo el país, asediados por meses de protestas callejeras por las supuestas prácticas racistas de los agentes estadounidenses.
“Su marido y su compañero eran parte del excelente cuerpo de policía de Nueva York, y eso no es una frase ociosa”, sostuvo el vicepresidente Joe Biden, dirigiéndose a la viuda de Ramos, Maritza, delante del ataúd.
“Creo que esta gran fuerza de policía de esta ciudad increíblemente diversa puede y va a mostrarle a la nación cómo reducir las diferencias. Lo ha hecho antes y lo hará de nuevo”, dijo el portavoz del departamento de Policía, Stephen Davis. Las calles cercanas a la iglesia estaban llenas de oficiales vestidos con sus uniformes azules, entre ellos delegaciones de Boston, Atlanta, St. Louis y Nueva Orleans.
El servicio fúnebre en la Iglesia Tabernáculo de Cristo de Queens, el barrio de Ramos, también mostró juntos por primera vez al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y a agentes de policía y líderes sindicales, desde que se iniciara una fuerte disputa hace una semana en el hospital donde Ramos, de 40 años, y Liu, de 32, fueron declarados muertos.
Horas después de que fueran asesinados cuando estaban sentados en su auto de patrulla, estacionado en Brooklyn, el 20 de diciembre, los agentes de policía ignoraron al alcalde a su llegada al hospital.
En medio de las peores relaciones en décadas entre el alcalde de Nueva York y su Departamento de Policía, los líderes sindicales, enfurecidos por las expresiones de apoyo de De Blasio a las protestas en contra de las prácticas policiales, dijeron que de Blasio tenía “sangre en sus manos”. Cuando el alcalde comenzó a hablar en el funeral ante miles de agentes de policía, al menos una parte de la multitud dio la espalda a una gran pantalla de proyección. El asesino de los oficiales, Ismaaiyl Brinsley, de 28 años, se suicidó poco después del ataque. (Reuters)
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