31 Diciembre 2014
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed, hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor, hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
(Juan Gelman, 1930-2014)
En 2014 Marcelo Tinelli fue distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Por qué Tinelli? “Porque cultura es todo”, sintetizó Mauricio Macri. “No, cultura es el arte, la ciencia y la filosofía de un pueblo”, le respondió José Pablo Feinmann, y acto seguido devolvió esa misma distinción, que la Legislatura porteña le había conferido meses antes. “Idiotizante y antidemocrático”. Así definió Feinmann al programa de Tinelli, una vez más el de mayor rating de la TV nacional.
Feinmann intentó abrir un debate de fondo, partiendo desde lo vapuleada que está la palabra -cultura- hasta rasquetear la piel del cuerpo social en procura de una definición: ¿son válidas las políticas culturales que se articulan desde el Estado? ¿Son representativas de la literatura, la música, la producción audiovisual y el arte que hacen y disfrutan los argentinos?
Martha Argerich y Daniel Barenboim deleitaron a los porteños durante un festival de incomparable calidad, de lo mejor del año en el país. Pero no llegaron a las provincias.
Es apenas un apunte de la eterna realidad nacional, la federalización declamada pero jamás concretada. En el Ministerio de Cultura de la Nación hubo cambio de figuritas -salió Jorge Coscia, entró Teresa Parodi- y hoy por hoy se trabaja en la elaboración de una Ley Federal de las Culturas. ¿Será el fin del gatopardismo imperante desde los tiempos de la Revolución de Mayo?
“Que los niños de hoy no sean los corruptos de mañana”, pidió Quino. Incorruptible desde su eterna niñez, Mafalda cumplió 50 años y su papá recibió -entre infinidad de felicitaciones- el Premio Príncipe de Asturias.
Un francés poco leído en la Argentina, Patrick Modiano, obtuvo el Nobel de Literatura. Felizmente, las ediciones y reediciones de su obra poblaron las anaqueles aquí y allá. Lo propio ocurrió con los centenarios Julio Cortázar y Adolfo Bioy Casares.
Tucumán acogió un atractivo Mayo de las Letras, con la presencia de Liliana Bodoc, Félix Bruzzone y Juan Diego Incardona; y un Festival de Cine algo accidentado, en el que “Dos disparos”, de Martín Rejtman, se alzó con el premio a la mejor película. Del Septiembre Musical quedó escasa tela, a excepción del show de Diego El Cigala, tal vez el mejor recital de la temporada.
¿Y el Julio Cultural de la UNT? En pleno año electoral poco se esperaba y poco se ofreció. Terminó la cuestionada gestión de Mario Leal en la Secretaría de Extensión y los nuevos gestores, con Marcelo Mirkin a la cabeza, encontraron un berenjenal tan devastado que hasta costó auditarlo. Más que sainete es una tragedia, que incluyó músicos protestando en el Alberdi antes de un concierto. Recuperar el prestigio de Extensión es una tarea formidable.
La actividad teatral mantiene su intensidad a caballo de la productividad de los grupos independientes. Lo de siempre en el mapa artístico provincial. Mucho folclore, mucha música tropical, algo de rock, algo de tango. Todos buscando su espacio, mientras miran de reojo al imponente “Mercedes Sosa”, cuyas 1.400 butacas apuntan a espectáculos masivos. El teatro se ufana de haber acogido 90.000 espectadores en su primer año, suficientes para que el Estado lo haya elevado al rango de Ente Autárquico. Lejos de las manos de Cultura y de Turismo.
Por las obras de Andy Warhol y de Jeff Koons se pagan decenas de millones de dólares. El arte moderno reina en el insaciable mercado internacional. Mientras, Tucumán mostró en el Timoteo Navarro una selección del maestro Pablo Picasso. Fue muy visitada, al igual que la Bienal de Fotografía, ya un clásico de nuestro calendario.
La enumeración de hechos no le hace honor al corazón de la cultura tucumana, la que sigue latiendo y con buena salud en ateliers, cuadernos, escenarios y cuerdas. El reclamo es el de todos los años: lo que se necesita es una multiplicación de espacios para visibilizar todo lo que se produce, que es mucho y está vivo en la inmensidad de la web. Pero los soportes digitales no pueden ser el principio y el fin de expresiones que resplandecen apenas salen a la calle.
- ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?- le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
- Toda la vida- dijo.
(Gabriel García Márquez, 1927-2014)