14 Enero 2015
Los adultos mayores pueden ser muy vulnerables al calor intenso
El gran riesgo es la deshidratación, que puede llegar a ser mortal. A medida que avanza la edad, se alteran los mecanismos que permiten regular la temperatura del cuerpo. También se va perdiendo la percepción de la sed. A qué estar atentos
PROTECCIÓN A TODA COSTA. Si no hay más remedio que salir a la calle, cubra su cabeza y tome mucha agua. la gaceta / foto de JUAN PABLO SANCHEZ NOLI (archivo)
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las temperaturas extremas del aire influyen directamente en las muertes por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad avanzada. No es un dato menor, dadas las altas temperaturas que hemos padecido y -todo indica- vamos a seguir sufriendo en lo que resta del verano. Sucede que, si bien el organismo humano tiene la capacidad de mantener constante la temperatura corporal, incluso cuando se producen variaciones ambientales, a medida que envejecemos se hacen menos eficientes los mecanismos de termorregulación y surgen dificultades percibir la temperatura. El riesgo inmediato es la deshidratación.
Qué sucede
Según explica Moisés Schapira, director médico del porteño centro Hirsch, para adultos mayores y rehabilitación, lo que ocurre es que, por un lado, la piel se adelgaza y se desnaturalizan los receptores cutáneos de la temperatura, por lo que los adultos mayores comienzan a tener dificultad para percibir con certeza si hace frío o calor. Por otro, la cantidad de agua corporal disminuye en las personas de edad avanzada; y como también disminuye la capacidad de retener orina, muchos adultos mayores no quieren tomar agua. Así, el riesgo de deshidratación crece mucho.
También influye la medicación que las personas mayores utilizan normalmente. Un comunicado de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios aclara que ciertos medicamentos pueden agravar el golpe de calor: los que provocan alteraciones en la hidratación, principalmente los diuréticos, y los que pueden afectar a la función renal (antiinflamatorios y algunos antihipertensivos). También influyen antidepresivos, antiparkinsonianos y broncodilatadores, que pueden alterar la termorregulación; los que pueden inducir una hipertermia (neurolépticos y antidepresivos) y los que pueden agravar indirectamente los efectos del calor (antianginosos).
Golpe de calor: signos
Estos son los síntomas respecto de los cuales hay que estar alerta: la temperatura corporal se eleva por encima de los 40°, el pulso se acelera; pueden producirse cambios en el estado de conciencia (somnolencia e incluso desorientación); la sudoración cesa y la piel queda seca, caliente y enrojecida. Otras manifestaciones que hay que tener en cuenta son dolor de cabeza, sensación de fatiga y sed intensa, náuseas, vómitos y/o calambres musculares.
Por su parte, la deshidratación se presenta con episodios de confusión; la boca se seca o se torna pegajosa; baja la presión arterial y puede aparecer irritabilidad, sudoración excesiva, respiración agitada, pulso débil pero rápido, vértigo, calambres o cefalea, entre otros síntomas.
¿Qué hacer?
Lo ideal es que el paciente concurra rápidamente a la consulta médica en el centro de salud más cercano. “Millones los ancianos viven solos o no tienen cuidadores permanentes, por lo cual es muy importante que ellos mismos o sus familiares tomen las precauciones necesarias”, advierte el doctor Schapira.
Sin embargo, en caso de urgencia -además de llamar al servicio de emergencia- si una persona mayor siente mareos o se desvanece hay que acostarla en un lugar fresco, bajo techo. Se le debe ofrecer líquido abundante a efectos de rehidratar, pero nunca infusiones calientes ni muy dulces. Un chorro de agua en las muñecas proporciona alivio. Si la temperatura corporal aumenta, hay que sacar la ropa de la persona afectada, pasar una esponja mojada por la cara, y, en lo posible, dar un baño con agua fría (pero no helada). También es útil utilizar paños fríos y aplicar bolsas de hielo en la cabeza.
RECOMENDACIONES:
- En la medida de lo posible, tener siempre una botellita de agua a mano.
- Tomar duchas o baños frescos (no helados).
- Evitar las multitudes.
- Usar ropa suelta, de algodón de colores claros. Las fibras acrílicas dificultan la transpiración y retienen calor.
- Protegerse del sol con sombrero o usando una sombrilla.
- Usar cremas de protección solar, factor 15 o más.
- Tomar bastante agua antes de cualquier actividad al aire libre. Beber agua adicional y/o jugos de frutas durante todo el día.
- Evitar el consumo de bebidas alcohólicas, las especialmente dulces y las infusiones calientes.
- Evitar comidas muy abundantes; ingerir verduras y frutas.
- Programar sus actividades al aire libre para horas no muy calurosas; lo mejor, antes de las 10 o después de las 18.
- Evitar llevar a cabo actividades en espacios cerrados sin ventilación y en lugares de extremo calor.
- Tener en cuenta que si se padece patología respiratoria o cardíaca, hipertensión arterial, diabetes, obesidad o enfermedades crónicas, los riesgos se multiplican.
Qué sucede
Según explica Moisés Schapira, director médico del porteño centro Hirsch, para adultos mayores y rehabilitación, lo que ocurre es que, por un lado, la piel se adelgaza y se desnaturalizan los receptores cutáneos de la temperatura, por lo que los adultos mayores comienzan a tener dificultad para percibir con certeza si hace frío o calor. Por otro, la cantidad de agua corporal disminuye en las personas de edad avanzada; y como también disminuye la capacidad de retener orina, muchos adultos mayores no quieren tomar agua. Así, el riesgo de deshidratación crece mucho.
También influye la medicación que las personas mayores utilizan normalmente. Un comunicado de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios aclara que ciertos medicamentos pueden agravar el golpe de calor: los que provocan alteraciones en la hidratación, principalmente los diuréticos, y los que pueden afectar a la función renal (antiinflamatorios y algunos antihipertensivos). También influyen antidepresivos, antiparkinsonianos y broncodilatadores, que pueden alterar la termorregulación; los que pueden inducir una hipertermia (neurolépticos y antidepresivos) y los que pueden agravar indirectamente los efectos del calor (antianginosos).
Golpe de calor: signos
Estos son los síntomas respecto de los cuales hay que estar alerta: la temperatura corporal se eleva por encima de los 40°, el pulso se acelera; pueden producirse cambios en el estado de conciencia (somnolencia e incluso desorientación); la sudoración cesa y la piel queda seca, caliente y enrojecida. Otras manifestaciones que hay que tener en cuenta son dolor de cabeza, sensación de fatiga y sed intensa, náuseas, vómitos y/o calambres musculares.
Por su parte, la deshidratación se presenta con episodios de confusión; la boca se seca o se torna pegajosa; baja la presión arterial y puede aparecer irritabilidad, sudoración excesiva, respiración agitada, pulso débil pero rápido, vértigo, calambres o cefalea, entre otros síntomas.
¿Qué hacer?
Lo ideal es que el paciente concurra rápidamente a la consulta médica en el centro de salud más cercano. “Millones los ancianos viven solos o no tienen cuidadores permanentes, por lo cual es muy importante que ellos mismos o sus familiares tomen las precauciones necesarias”, advierte el doctor Schapira.
Sin embargo, en caso de urgencia -además de llamar al servicio de emergencia- si una persona mayor siente mareos o se desvanece hay que acostarla en un lugar fresco, bajo techo. Se le debe ofrecer líquido abundante a efectos de rehidratar, pero nunca infusiones calientes ni muy dulces. Un chorro de agua en las muñecas proporciona alivio. Si la temperatura corporal aumenta, hay que sacar la ropa de la persona afectada, pasar una esponja mojada por la cara, y, en lo posible, dar un baño con agua fría (pero no helada). También es útil utilizar paños fríos y aplicar bolsas de hielo en la cabeza.
RECOMENDACIONES:
- En la medida de lo posible, tener siempre una botellita de agua a mano.
- Tomar duchas o baños frescos (no helados).
- Evitar las multitudes.
- Usar ropa suelta, de algodón de colores claros. Las fibras acrílicas dificultan la transpiración y retienen calor.
- Protegerse del sol con sombrero o usando una sombrilla.
- Usar cremas de protección solar, factor 15 o más.
- Tomar bastante agua antes de cualquier actividad al aire libre. Beber agua adicional y/o jugos de frutas durante todo el día.
- Evitar el consumo de bebidas alcohólicas, las especialmente dulces y las infusiones calientes.
- Evitar comidas muy abundantes; ingerir verduras y frutas.
- Programar sus actividades al aire libre para horas no muy calurosas; lo mejor, antes de las 10 o después de las 18.
- Evitar llevar a cabo actividades en espacios cerrados sin ventilación y en lugares de extremo calor.
- Tener en cuenta que si se padece patología respiratoria o cardíaca, hipertensión arterial, diabetes, obesidad o enfermedades crónicas, los riesgos se multiplican.