El hacedor de sobremesas

Marcos Gerónimo se permitió soñar: se radicó en Tafí y abrió un pequeño restaurante con una vista inspiradora.

ENTRE LO GOURMET Y LO REGIONAL. Marcos Gerónimo en su cocina del restaurante ubicado en La Quebradita. LA GACETA/ FOTO de ÁLVARO MEDINA ENTRE LO GOURMET Y LO REGIONAL. Marcos Gerónimo en su cocina del restaurante ubicado en La Quebradita. LA GACETA/ FOTO de ÁLVARO MEDINA
16 Enero 2015
La sobremesa se alarga con Marcos Gerónimo. Y eso es lo que quiere lograr desde el principio, no sólo con sus clientes, sino también con sus amigos. Le gusta charlar y lo hace con un tono de voz pausado, pero grave. De esta manera tiene atentos a sus comensales y no todo gira alrededor de la comida. Hay historias de hitos gastronómicos; de famosos que probaron sus platos; hay amistades fieles y decisiones determinantes. Cuando calla, el interlocutor mira fijo y atiende: al poco tiempo ya sabe qué quieren sus comensales y a qué vienen. Generalmente desean algo especial, rico, tranquilidad y buena charla.

“Nací hace 58 años y ya tengo casi tres décadas en la gastronomía”, cuenta Marcos, el cocinero y empresario tucumano que dejó la capital para radicarse en Tafí del Valle con su hogar y un restaurante a cuestas. Lo soñó y lo cumplió. Se inició en la gastronomía en una enorme empresa en la que se encargaba de elaborar los menús para unos 300 empleados. Después, gracias a esa experiencia que lo ayudó a entender cómo administrar un negocio, abrió un restaurante con un socio en San Miguel de Tucumán. “En 1986 pusimos ‘La Nona’ en la calle 25 Mayo al 600: teníamos 120 cubiertos, patio cervecero, mozas vestidas como aeromozas francesas y platos que hasta ese momento no eran comunes en la provincia, como ravioles negros rellenos de salmón”, relata Marcos, y agrega que en esas mesas comieron personalidades como “China” Zorrilla, Alfredo Alcón, Joan Manuel Serrat, los “Midachi” o Raúl Alfonsín cuando era presidente. Luego se mudaron a la calle Junín al 600 y el restaurante adoptó el nombre de “Kló Kló”.

El cambio
En uno de sus tantos viajes a Tafí del Valle, Marcos se permitió imaginar un giro: vio un lugar en La Quebradita y pensó que sería ideal para albergar un pequeño restaurante que explotara la vista hacia el lago. Así fue que en diciembre de 2010 inauguró “Lo de Marcos”.

“Encontré el lugar y se me dio todo. Porque también decidí venirme a vivir aquí. Ahora le saco provecho a mi experiencia: atiendo a mis clientes, y trato de que se relajen, de que la pasen bien y de que haya mucha sobremesa porque no hay apuro. Además, probé que en el medio de los cerros también se pueden comer platos gourmet con pescados o calamares. Y se puede lograr una mixtura con platos regionales”, detalla el cocinero mientras trabaja en su fogón con vista al dique. Allí recuerda a un compañero, “Rocky”, un enorme perro blanco que hasta hace unos años se recostaba entre las mesas. “Todos mis amigos decían que nos mimetizábamos. No sólo por el parecido estético, sino porque cada vez que bajábamos a la ciudad, inmediatamente nos subíamos al auto con ansias de volver al valle”, sonríe Marcos. El plato ya está listo y parece delicioso.

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