09 Febrero 2015
Los neoyorquinos son conscientes de que el subterráneo de su ciudad no es precisamente un lugar muy limpio. No es raro ver a los pasajeros untándose con geles desinfectantes para manos. Pero la investigación de unos científicos descubrió un mundo hasta ahora desconocido en las 466 estaciones de la red. Los especialistas de la Universidad de Cornell encontraron más de 600 tipos de microbios, entre ellos virus, bacterias y hongos, en vagones y andenes. La mitad de lo que hallaron no pudo ser clasificado según ninguna de las especies conocidas, lo que revela la enorme variedad de vida aún desconocida que puebla las grandes ciudades.
“Al mirar las barras de sujeción del subterráneo la gente no piensa que allí hierve la vida, pero después de este estudio puede que sí lo hagan”, comentó el director del trabajo, Christopher Mason.
La idea para el proyecto le vino un día en que llevó a su pequeña hija a la guardería y observó cómo intercambiaba los juguetes con los otros niños y se los metía en la boca. “No pude evitar pensar cuánto intercambio había y de qué tipo”, señaló. Y se le ocurrió que un lugar donde la cercanía entre humanos era similar podía ser el multitudinario subterráneo.
Durante 17 meses él y sus compañeros tomaron muestras con bastoncillos en las estaciones del subte de Nueva York, usadas a diario por más de cinco millones de personas. Luego publicaron los resultados en forma de mapa en Internet. La mayor variedad de microbios se encuentra en la zona del Bronx, seguida de Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island.
Cuidado con el pánico
Además de las especies que no pudieron clasificar, lo científicos se toparon con varias sorpresas: bacterias de enfermedades resistentes a los medicamentos, tres muestras asociadas a la peste bubónica y dos con ántrax. Subrayaron que no hay evidencia de que los microbios estuviesen vivos, y que no ha habido casos de estas enfermedades en Nueva York desde hace mucho.
La noticia no resultó muy agradable para los escrupulosos. “¡Qué asco!”, escribió un lector en Twitter. “Da miedo”, comentó otro, y un tercero se limitó a constatar: “por eso no uso el subte”. Las autoridades de la ciudad no estaban muy contentas y alertaron sobre el peligro de desatar el pánico. “El documento está plagado de errores y lleva a la confusión”, sostuvo un portavoz de las autoridades de salud.
Los autores rechazan las críticas y subrayan la buena noticia: la mayoría de las bacterias encontradas no causan enfermedades. “Nuestros datos muestran que la mayoría de las bacterias en estos medios de transporte muy concurridos son neutrales para la salud humana. Muchas se encuentran de hecho en la piel o en el intestino del ser humano -indicó Mason-. Incluso pueden ser útiles para el sistema inmunitario”.
Mason espera que el estudio, publicado en la revista “Cell Systems”, ayude a los neoyorquinos a adoptar otra imagen del subte: “quiero que lo miren como harían en una selva y constaten con orgullo que existen todos esos microbios, y que pese a todo han superado la prueba sanos”.
“Al mirar las barras de sujeción del subterráneo la gente no piensa que allí hierve la vida, pero después de este estudio puede que sí lo hagan”, comentó el director del trabajo, Christopher Mason.
La idea para el proyecto le vino un día en que llevó a su pequeña hija a la guardería y observó cómo intercambiaba los juguetes con los otros niños y se los metía en la boca. “No pude evitar pensar cuánto intercambio había y de qué tipo”, señaló. Y se le ocurrió que un lugar donde la cercanía entre humanos era similar podía ser el multitudinario subterráneo.
Durante 17 meses él y sus compañeros tomaron muestras con bastoncillos en las estaciones del subte de Nueva York, usadas a diario por más de cinco millones de personas. Luego publicaron los resultados en forma de mapa en Internet. La mayor variedad de microbios se encuentra en la zona del Bronx, seguida de Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island.
Cuidado con el pánico
Además de las especies que no pudieron clasificar, lo científicos se toparon con varias sorpresas: bacterias de enfermedades resistentes a los medicamentos, tres muestras asociadas a la peste bubónica y dos con ántrax. Subrayaron que no hay evidencia de que los microbios estuviesen vivos, y que no ha habido casos de estas enfermedades en Nueva York desde hace mucho.
La noticia no resultó muy agradable para los escrupulosos. “¡Qué asco!”, escribió un lector en Twitter. “Da miedo”, comentó otro, y un tercero se limitó a constatar: “por eso no uso el subte”. Las autoridades de la ciudad no estaban muy contentas y alertaron sobre el peligro de desatar el pánico. “El documento está plagado de errores y lleva a la confusión”, sostuvo un portavoz de las autoridades de salud.
Los autores rechazan las críticas y subrayan la buena noticia: la mayoría de las bacterias encontradas no causan enfermedades. “Nuestros datos muestran que la mayoría de las bacterias en estos medios de transporte muy concurridos son neutrales para la salud humana. Muchas se encuentran de hecho en la piel o en el intestino del ser humano -indicó Mason-. Incluso pueden ser útiles para el sistema inmunitario”.
Mason espera que el estudio, publicado en la revista “Cell Systems”, ayude a los neoyorquinos a adoptar otra imagen del subte: “quiero que lo miren como harían en una selva y constaten con orgullo que existen todos esos microbios, y que pese a todo han superado la prueba sanos”.