27 Febrero 2015
BUENOS AIRES.- El oficialismo le cedió a la Casa Militar de la Presidencia toda la logística sobre seguridad e ingresos a la Cámara de Diputados para el domingo próximo, cuando se realice la última Asamblea Legislativa que encabezará Cristina Fernández.
Hasta ahora, la organización de este evento, el más importante del año del Congreso, estaba en manos del Senado, encargado de tramitar y repartir las acreditaciones correspondientes. La seguridad, en tanto, correspondía al personal “de la casa” abocado a ese fin. Sin embargo, en esta oportunidad tanto el Senado como la Cámara de Diputados se hicieron a un lado, según publicó el matutino La Nación.
Este cambio de manos en la organización provocó no pocas confusiones, porque algunos legisladores pensaron que ellos también debían contar con una acreditación especial para ingresar al recinto.
El presidente del bloque radical, Mario Negri, se comunicó con el presidente de la Cámara de Diputados, el oficialista Julián Domínguez. “No, de ninguna manera -enfatizó Domínguez-. Los diputados no requieren ninguna autorización, eso es imposible”.
Lo que sí es cierto es que el ingreso al edificio del Congreso será muy restringido. Ya no se librarán todas las acreditaciones que los legisladores requieran, sino las que el Gobierno determine. Además, se introduciría un sistema de tarjetas magnéticas para tener identificados a quienes asistan.
Al parecer, el Gobierno no quiere que ningún disturbio tiña el último discurso que ofrecerá la Presidenta ante los legisladores, nueve meses antes de finalizar su mandato. A tal punto el oficialismo pretende extremar las medidas, que esta vez no se introducirían las típicas “barras” a los palcos, como ocurría en otras épocas, cuando la militancia kirchnerista embanderaba las paredes del recinto, arrojaba papelitos y les dedicaba cánticos irritantes a los legisladores de la oposición. (www.lanacion.com)
Hasta ahora, la organización de este evento, el más importante del año del Congreso, estaba en manos del Senado, encargado de tramitar y repartir las acreditaciones correspondientes. La seguridad, en tanto, correspondía al personal “de la casa” abocado a ese fin. Sin embargo, en esta oportunidad tanto el Senado como la Cámara de Diputados se hicieron a un lado, según publicó el matutino La Nación.
Este cambio de manos en la organización provocó no pocas confusiones, porque algunos legisladores pensaron que ellos también debían contar con una acreditación especial para ingresar al recinto.
El presidente del bloque radical, Mario Negri, se comunicó con el presidente de la Cámara de Diputados, el oficialista Julián Domínguez. “No, de ninguna manera -enfatizó Domínguez-. Los diputados no requieren ninguna autorización, eso es imposible”.
Lo que sí es cierto es que el ingreso al edificio del Congreso será muy restringido. Ya no se librarán todas las acreditaciones que los legisladores requieran, sino las que el Gobierno determine. Además, se introduciría un sistema de tarjetas magnéticas para tener identificados a quienes asistan.
Al parecer, el Gobierno no quiere que ningún disturbio tiña el último discurso que ofrecerá la Presidenta ante los legisladores, nueve meses antes de finalizar su mandato. A tal punto el oficialismo pretende extremar las medidas, que esta vez no se introducirían las típicas “barras” a los palcos, como ocurría en otras épocas, cuando la militancia kirchnerista embanderaba las paredes del recinto, arrojaba papelitos y les dedicaba cánticos irritantes a los legisladores de la oposición. (www.lanacion.com)