Nadal, el incansable

Su visita tuvo ricos matices en la cancha y una agenda digna de una celebridad

POPULAR. Brindar una clínica para una gran cantidad de chicos en San Lorenzo fue para “Rafa” un “baño de multitudes”. reuters POPULAR. Brindar una clínica para una gran cantidad de chicos en San Lorenzo fue para “Rafa” un “baño de multitudes”. reuters

Como cada vez que se espera mucho por algo, el tiempo parece volar. Y así, volando, se pasó ya casi toda la semana del ATP de Buenos Aires. El torneo va llegando al final y, pase lo que pase con el partido decisivo, a nadie se le ocurriría contar esta historia desprendida de la influencia de Rafael Nadal. Por su juego, claro. Pero aún más por lo que generó en la organización, el público y la prensa.

De principio a fin, en realidad ya desde 2014, el español fue el hombre a seguir. Sus palabras en la conferencia de prensa con las autoridades del Gobierno de la Ciudad resumieron el tono del acuerdo para que “Rafa” pise Buenos aires Lawn Tennis después de 10 años.

La agenda del nueve veces campeón de Roland Garros fue digna de la celebridad que es. Como un rompecabezas de miles de piezas, los minutos de “Rafa” estuvieron ordenados para cumplir un rol. Entrenamientos presenciados en exclusiva por invitados de los auspiciantes, “Meet and Great” con sus patrocinadores a nivel mundial, visita a San Lorenzo que incluyó foto con Mauricio Macri y Marcelo Tinelli y una especie de clínica para chicos carenciados. Todo dentro del esquema establecido. Por afuera nada. “Aunque cueste creerlo de ninguna manera se me ocurre decir que es duro o estresante cumplir con mi agenda. Soy alguien absolutamente agradecido de que tanto los sponsors como el público quieran realizar actividades conmigo. Lo que hago es honrar ese deseo. Nada más”. Sin dudas “Rafa”, cuesta creerlo. Hay algo en lo que todos somos igual de ricos: el tiempo. Para todos nosotros el día tiene 24 horas. Sí. Pero a él no le alcanza. Además de lo citado líneas antes, también debió entrenarse, competir en singles y dobles, cumplir con las conferencias de prensa del torneo y con las entrevistas individuales. Lo pienso y me cuesta. Lo escribo y me cansa. Pero hay más, porque el mallorquín jamás negará un autógrafo o una foto a quien se la pida con el debido respeto, y allí en la fila siempre hubo cientos de fans deseando un recuerdo eterno.

En la cancha
Del juego, ya sabemos: hay pocas chances de que “Rafa” falle. Y en polvo de ladrillo, menos aún. Queda claro que esta no fue la excepción. Desde su debut, el miércoles, fue esa máquina formidable de competir, aunque para ello deba convivir con sensaciones técnicas y físicas que están lejos de ser las mejores. “Jugué corto y debí irme hacia atrás para jugar. Luego, de a poco, ajusté algunos detalles, pude ser más agresivo y manejar la iniciativa”. Algo nervioso en el debut con Facundo Argüello, el ajuste lo sufrió Federico Delbonis, integrante del equipo argentino de Copa Davis y víctima del mejor Nadal. El sábado de semifinales vale para resumir la estadía completa. Un estadio desbordante le rindió un sentido homenaje antes del tremendo partido en el que derrotó a Carlos Berlocq, y otro con la victoria consumada. “Es un gran honor para mí jugar en esta cancha con tanta historia y frente a un público tan entendido e intenso como el vuestro”. La última palabra se apagó con una ovación que amenazó durar una noche entera.

A la espera del duelo contra su amigo Juan Mónaco, nos queda poco más. No hubo información ni fotos de otras actividades, quizá ni siquiera existieron. Apenas una noche salió a cenar, la del domingo de su llegada, en absoluto secreto. No hubo una gran comitiva. Nada de eso. Sólo Francisco Roig (entrenador) y Carlos Costa (agente), compartieron la mesa. Fue una noche de carne argentina, ensalada, y agua mineral. Sin postre. Y es que Nadal reservó la frutilla para el mediodía de hoy.

Mónaco, el finalista que defiende su vigencia

BUENOS AIRES.- Todavía no dirigió su primera serie, pero Daniel Orsanic, el nuevo capitán argentino de Copa Davis, deberá responder esta semana muchas más preguntas de las que imaginó, y todas con un común denominador: Juan Mónaco.

La actuación del tandilense en el torneo ATP de Buenos Aires, donde alcanzó la final al derrotar al español Nicolás Almagro por 6-3, 6-7 (6-8) y 6-4, coloca en un gran signo de interrogación la decisión que tomó Orsanic al conformar el equipo que recibirá a Brasil a partir del viernes.

La de “Pico” será una final de lo más especial: chocará con su amigo, el español Rafael Nadal, que se deshizo del chascomusense Carlos Berlocq por 7-6 (9-7) y 6-2. Pero también una eventual victoria sobre el N°4 del mundo puede brindarle al tandilense una descomunal posibilidad de responder desde una cancha al desplaste del capitán.

“Mentalmente me sostengo en los partidos. Siento que es un doble mérito. El partido que le gané a Almagro fue una película de drama y de terror. Me estoy demostrando a mí mismo que todavía estoy vigente””, afirmó. (Especial-DPA-DyN)

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