02 Marzo 2015

Sergio Berenzstein - Analista político

Coherente con sus anteriores discursos de apertura de sesiones ordinarias, y también con todas sus apariciones públicas, parcialmente recuperada de la conmoción producida por el caso Nisman, CFK presentó una visión idealizada, acrítica y auto elogiosa de su gestión. No hizo referencia alguna a las principales preocupaciones de la sociedad. En efecto, ignoró la cuestión de la inseguridad; literalmente no mencionó ni una sola palabra respecto del narcotráfico. Tampoco hizo referencia alguna a la inflación. Por el contrario, habló de aumentos nominales de gasto o inversión como si la inflación sencillamente no existiera. Sus menciones a la cuestión del empleo fueron genéricas, pero no explicó por que la Argentina ya lleva seis trimestres de recesión sin crear nuevos puestos de trabajo en términos netos. Brilló por su ausencia un tema tan incómodo como recurrente como lo es la corrupción, que junto con la sensación de impunidad, han ganado últimamente mucho espacio en las preocupaciones de la sociedad, sobre todo de los sectores medios.

Existe un cierto alivio luego de varios rumores y versiones un tanto antojadizas sobre anuncios de gobierno que hubieran implicado una “venezuelalización” de la Argentina, incluyendo una eventual intervención del fuero federal penal, el adelantamiento de las elecciones, un avance sobre la propiedad privada y hasta sobre la libertad de prensa y expresión. Nada de eso ocurrió. CFK expresó su frustración con la lentitud con la que se ha venido implementando la Ley de Medios; despotricó contra el sistema financiero local e internacional y atacó varias veces al Poder Judicial (al que se volvió a referir como Partido, sin aclarar si en él incluye al juez Rafecas, que acaba de rechazar in limine la denuncia presentada por el fiscal Pollicita en base a la que originalmente impulsara Alberto Nisman). En suma, se mostró convencida y determinada para defender a su gobierno. Dicho esto, no hubo una sola mención, sugerencia o mera insinuación de que podría alterarse el normal funcionamiento de las instituciones. Teniendo en cuenta lo que está ocurriendo en Venezuela y Rusia con los líderes de oposición, no es un dato para nada menor. Por eso, esta relativa moderación despeja las dudas que existían sobre todo en los principales ámbitos de la economía, lo que puede implicar un mejoramiento adicional de las expectativas de cambio positivo para el mediano plazo.

En particular, el valor de los bonos soberanos de nuestro país, que ya se cotizan a valores record, descontando el fin del ciclo k, seguramente van a seguir reflejando el optimismo derivado de la perspectiva de una transición compleja pero no caótica. Mas aún, esto puede en algún momento contagiar también al mercado de acciones de las empresas argentinas: los principales inversores consideran que el próximo gobierno será mucho más moderado, previsible y comprometido con la lógica de una economía más abierta y confiable. Si el entorno de negocios no se complica demasiado y el proceso electoral se desarrolla con relativa normalidad, la comunidad de negocios comenzara pronto a actuar en consecuencia.

Sin embargo, tal vez el anuncio mas importante que hizo CFK fue su eventual candidatura a legisladora. Lo hizo al pasar, en una especie de diálogo con el senador radical Gerardo Morales, al sugerir que volverá a sentarse en una banca para defender sus ideales de siempre. Esos que ni siquiera abandonó para entrar a la Casa de Gobierno. Si en efecto esto se llegara a concretar, y más allá de la cuestión de los fueros, ¿cual podría ser el impacto de su candidatura en la dinámica electoral?

Otra estrategia

En el 2005 CFK fue electa senadora por la provincia de Buenos Aires, y Néstor Kirchner diputado por el mismo distrito. Si descontamos que en esta oportunidad, y con otros diez años de residir en Olivos, la presidenta se presentaría como candidata a diputada (se renuevan senadores recién en el 2017) nuevamente por la provincia en que nació, ¿cómo podría esto influir en el desarrollo de las respectivas campañas?

En principio, podría cambiar totalmente el peso relativo de este distrito en la elección en general. Hasta ahora el FPV carece de una estrategia clara y de un candidato competitivo. Solamente Florencio Randazzo podría representar con alguna posibilidad de triunfo al oficialismo, pero insiste con sus pretensiones a competir por la presidencia. En menor medida, el diluido Martín Insaurralde y Julián Domínguez podrían intentar reemplazarlo, pero el primero ya perdió en el 2013 y el segundo es prácticamente un desconocido en el Gran Buenos Aires.

También Mauricio Macri encuentra en territorio bonaerense dificultades no menores para reproducir sus exitosos armados en Santa Fe, Córdoba y Mendoza, que junto con su base natural de la Ciudad de Buenos Aires conforman la base de sustentación más importante del líder del PRO. Acaba de confirmar a la vice jefa de gobierno, María Eugenia Vidal como precandidata a gobernadora, quien deberá disputar las primarias con el intendente de San Isidro Gustavo Posse. Este, que abandonó recientemente las filas del Frente Renovador, le asegura a Macri un segmento importante del voto moderado de oposición y también del alicaído radicalismo de la provincia de Buenos Aires.

Sin embargo, en ese distrito, que representa nada menos que el 38% del electorado, el político más importante sigue siendo Sergio Massa. Y si CFK decide competir por una banca, esa fortaleza relativa implicaría un impulso especial, no esperado, pero muy necesario para las chances del ex intendente de Tigre. Massa derrotó ahí al Frente para la Victoria por un muy amplio margen en el 2013 dejando a CFK sin su sueño de re-reelección. Cabe recordar que su reciente incorporación, Francisco De Narváez, había vencido al propio Néstor Kirchner en el 2009. Por eso, por más que CFK se esmere en polarizar la elección con Mauricio Macri (“al país le hacen falta ingenieros”, afirmó sin ingenuidad en un pasaje de su largo discurso de ayer), es probable que sin buscarlo termine beneficiando a Sergio Massa, convertido desde hace tiempo en su principal adversario.

Pragmatismo y populismo

Solo el tiempo permitirá develar estos enigmas. Mientras tanto, la presidenta le ofreció ayer al país un nueva dosis de típica pócima de los años electorales: pragmatismo político y populismo económico. No cambió su estilo ni su fórmula discursiva. Al igual que en asambleas legislativas anteriores, olvidó dar por inauguradas las sesiones ordinarias del Congreso. Abusó de estadísticas sin referencias contextuales: sólo habló de lo que ella quiere ver. Arengó incluso con los gritos a su público con referencia a los clásicos del populismo vernáculo, como Malvinas y los fondos buitres. Pero sin anuncios que implicaran un desgaste aún mayor del orden constitucional. Perro que ladra no muerde.

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