Por LA GACETA
06 Marzo 2015
A pesar de las deplorables fallas que impiden el funcionamiento normal de dos de las más importantes bibliotecas públicas de Tucumán, podría decirse que el material bibliográfico accesible en instituciones similares -de corte universitario o científico- es bastante nutrido.
Pero, de todas maneras, existe una grave falla. No se han coleccionado, en Tucumán, los diarios y las revistas aquí editados. Que no son pocos. Para un tramo del siglo XIX (1817-1899) el historiador Manuel García Soriano catalogó 68 periódicos, a los que se sumaban 78 títulos de prensa literaria, educacional, satírica, de colectividades, de caricaturas, etcétera. Y nadie se ha tomado todavía el trabajo de inventariar el material del siglo XX, que debe ser cuantiosamente mayor.
En 1944, en una de sus cartas publicadas, el ex gobernador Ernesto Padilla verificaba, apenado, que “ninguna de las bibliotecas públicas de Tucumán guarda colecciones de diarios, revistas o publicaciones periódicas”. Encontraba imperdonable que no se hubiera tenido “el cuidado que significaba guardar, un día tras otro, lo que iba apareciendo como expresión de opinión”. Opinaba que era un “signo de incomprensión”, esa indiferencia por guardar el testimonio “siquiera sea sobre algún acontecimiento local o sobre el movimiento de ideas y aun las pasiones en su vida propia”.
En Tucumán, son escasísimas las colecciones completas de diarios. Tal vez la única realmente tal sea la de LA GACETA. Existen también dos del vespertino “El Orden”, aunque faltan o están bastante salteados los ejemplares de la última época. Un par de colecciones –“La Unión” y “Noticias”- guarda el Museo de la Casa de la Independencia. No sabemos que existan otras, y menos de revistas.
Esta situación significa un lamentable claro en el conocimiento de nuestro pasado. Ocioso sería recordar que la prensa es el único vehículo que refleja el pulso de una época, y que informa sobre innumerables hechos cotidianos que dibujan, en última instancia, la identidad del pueblo destinatario de ese periodismo.
De alguna manera, nos parece posible remediar en parte estos claros. Es una empresa de aliento, que en algún momento debieran acometer los organismos culturales.
a misma constaría forzosamente de dos partes. La primera sería una investigación en todas las bibliotecas de ciudades y pueblos del país, para detectar dónde existen colecciones, completas o no, de diarios y revistas de Tucumán.
Con los medios electrónicos existentes, la pesquisa puede extenderse al extranjero, que suele conservar nuestras cosas mucho mejor que nosotros.
Una vez ubicado el material, vendría la segunda etapa, consistente en la digitalización de todo lo encontrado, para ponerlo al alcance de quienes tengan interés de consultarlo por Internet. Es sabido que en la actualidad, una gran cantidad de publicaciones periódicas del extranjero están disponibles por ese medio para cualquiera, abarcando a veces cerca de dos siglos de existencia.
Esta empresa de rescatar el patrimonio periodístico tucumano del pasado, nos parece que tiene la trascendencia suficiente como para intentarla. Sólo bastaría la decisión de afrontarla con el personal adecuado y con los recursos suficientes. Valdría la pena empezar.
Pero, de todas maneras, existe una grave falla. No se han coleccionado, en Tucumán, los diarios y las revistas aquí editados. Que no son pocos. Para un tramo del siglo XIX (1817-1899) el historiador Manuel García Soriano catalogó 68 periódicos, a los que se sumaban 78 títulos de prensa literaria, educacional, satírica, de colectividades, de caricaturas, etcétera. Y nadie se ha tomado todavía el trabajo de inventariar el material del siglo XX, que debe ser cuantiosamente mayor.
En 1944, en una de sus cartas publicadas, el ex gobernador Ernesto Padilla verificaba, apenado, que “ninguna de las bibliotecas públicas de Tucumán guarda colecciones de diarios, revistas o publicaciones periódicas”. Encontraba imperdonable que no se hubiera tenido “el cuidado que significaba guardar, un día tras otro, lo que iba apareciendo como expresión de opinión”. Opinaba que era un “signo de incomprensión”, esa indiferencia por guardar el testimonio “siquiera sea sobre algún acontecimiento local o sobre el movimiento de ideas y aun las pasiones en su vida propia”.
En Tucumán, son escasísimas las colecciones completas de diarios. Tal vez la única realmente tal sea la de LA GACETA. Existen también dos del vespertino “El Orden”, aunque faltan o están bastante salteados los ejemplares de la última época. Un par de colecciones –“La Unión” y “Noticias”- guarda el Museo de la Casa de la Independencia. No sabemos que existan otras, y menos de revistas.
Esta situación significa un lamentable claro en el conocimiento de nuestro pasado. Ocioso sería recordar que la prensa es el único vehículo que refleja el pulso de una época, y que informa sobre innumerables hechos cotidianos que dibujan, en última instancia, la identidad del pueblo destinatario de ese periodismo.
De alguna manera, nos parece posible remediar en parte estos claros. Es una empresa de aliento, que en algún momento debieran acometer los organismos culturales.
a misma constaría forzosamente de dos partes. La primera sería una investigación en todas las bibliotecas de ciudades y pueblos del país, para detectar dónde existen colecciones, completas o no, de diarios y revistas de Tucumán.
Con los medios electrónicos existentes, la pesquisa puede extenderse al extranjero, que suele conservar nuestras cosas mucho mejor que nosotros.
Una vez ubicado el material, vendría la segunda etapa, consistente en la digitalización de todo lo encontrado, para ponerlo al alcance de quienes tengan interés de consultarlo por Internet. Es sabido que en la actualidad, una gran cantidad de publicaciones periódicas del extranjero están disponibles por ese medio para cualquiera, abarcando a veces cerca de dos siglos de existencia.
Esta empresa de rescatar el patrimonio periodístico tucumano del pasado, nos parece que tiene la trascendencia suficiente como para intentarla. Sólo bastaría la decisión de afrontarla con el personal adecuado y con los recursos suficientes. Valdría la pena empezar.
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