Cafayate convoca a la Vendimia Solidaria

Los cultores del enoturismo, pero también los que se sientan atraídos por los placeres del vino, están a las puertas de un evento soñado: desde hoy y hasta el 24 de este mes se realizará en Cafayate la IIª edición de la Vendimia Solidaria.

Se trata de una serie de actividades que van más allá de la habitual cata de vinos. El que participe vivirá una experiencia única, que incluye cosechar las uvas; transformarse en productor vitivinícola por un día; almorzar entre viñedos; participar de una degustación a ciegas, y de talleres de maridaje y de blending; montar caballos peruanos y disfrutar de una noche de jazz y de cine bajo las estrellas y la luna cafayateña.

Como su nombre lo indica, la solidaridad estará presente: parte de lo recaudado durante esa docena de días se destinará a mejorar las instalaciones del espacio deportivo Santa Mónica. La IIª edición de la Vendimia Solidaria es organizada por la Fundación Cafayate (www.fundacioncafayate.org) y por Destinovinos (www.destinovinos.com).

Con este fin se diseñó un circuito gastronómico con menú solidario de tres pasos, maridados con vinos locales. La Estancia de Cafayate, Grace Hotel, Patios de Cafayate, Piattelli, El Retoño de Nanni, Terruño, La Carreta de Don Olegario, Macacha, Bacco, Viñas de Cafayate y Altalaluna donarán un porcentaje de lo recaudado. También participarán del evento Finca Quara, El Porvenir de Cafayate, Vasija Secreta, Domingo Hermanos, Domingo Molina, Tukma, El Esteco, Colomé, José Luis Mounier, Museo de la Vid y el Vino, Museo James Turrell, el Wine Institute y la Cámara de Hoteleros, Gastronómicos y Afines de Cafayate. Los hoteles ofrecerán tarifas diferenciadas durante la Vendimia Solidaria.

Gracias a una invitación de los organizadores, el mes pasado LA GACETA simuló la experiencia que vivirán aquellos que tomen parte del evento: mancharse las manos con el jugo de las uvas al cosecharlas, escuchar a los enólogos discurrir con pasión sobre el arte -su arte- de la fabricación de vinos, degustar las distintas variedades -no sólo del típico torrontés, sino de excelentes malbec y de muy buenos tannat-. Todo esto, mientras uno se siente parte de una postal viva, que muestra el diáfano cielo y la arenosita tierra cafayateña.