Rousseff enfrenta una encrucijada ante las protestas

Promete humildad y respeto a los brasileños

17 Marzo 2015
BRASILIA.- Un día después de las multitudinarias protestas contra la presidenta Dilma Rousseff, el gobierno brasileño prometió adoptar una actitud de “humildad” y “respeto” ante las demandas de la población. “Cuando vemos este tipo de clamor en las calles, es porque algo está mal”, expresó el vicepresidente Michel Temer, tras participar en una reunión con Rousseff y nueve ministros para analizar las protestas del domingo, que según cifras de la policía reunieron a 1,7 millones de personas.

Temer señaló que el tema central de la reunión convocada por la mandataria fue analizar “qué puede hacer el gobierno para atender el clamor de las calles”. Un tono similar adoptaron los ministros de Justicia, José Eduardo Cardozo, y de Minas y Energía, Eduardo Braga, en una rueda de prensa realizada en Brasilia para comentar las manifestaciones de protesta contra la corrupción y la política económica del gobierno. Braga afirmó que el desequilibrio de las cuentas públicas que alimenta el aumento de la inflación y frena el crecimiento de la economía resulta de las políticas contracíclicas que adoptó el gobierno para proteger a los brasileños más pobres de los efectos de la crisis financiera internacional de 2008.

“El gobierno utilizó hasta el límite de la responsabilidad su capacidad de conceder subsidios y exenciones de impuestos para enfrentar el desafío de la crisis manteniendo los programas sociales”, sostuvo. El ministro afirmó que ahora son necesarios ajustes y aumentos en los precios de tarifas públicas para “asegurar los fundamentos de la economía y hacer que el país vuelva a crecer con intensidad”.

A su vez, Cardozo reiteró que el gobierno desea la unión de aliados y opositores para impulsar los cambios en el sistema político a fin de frenar la corrupción, y reiteró que un conjunto de medidas en este sentido será anunciado antes del viernes próximo: “Es necesario tener humildad y reconocer que el momento es delicado y que un cambio es necesario”. “El gobierno está abierto al diálogo con todos, ya sean opositores o no, y estamos abiertos a debatir con la sociedad brasileña. Dilma Rousseff gobierna para 200 millones de brasileños, y no sólo para los que votaron por ella”, agregó.

La tibia reacción del gobierno a las masivas protestas de este domingo fue duramente criticada por los analistas políticos. El comentarista Josias de Souza, del portal UOL, se quejó de que Rousseff no admitió hasta ahora ninguna responsabilidad en la crisis económica ni tampoco en la corrupción en la petrolera estatal Petrobras, que han sido los principales blancos de la protesta del domingo. “El gobierno sigue creyendo que es excelente. La crisis económica viene de afuera. El ajuste fiscal es necesario y recuperará el crecimiento ya en el segundo semestre de 2015. Dilma no tolera la corrupción”, disparó De Souza.

A su vez, el politólogo Leonardo Sakamoto afirmó que, al recurrir al recorte de gastos públicos y al aumento de impuestos para reequilibrar las finanzas públicas, Rousseff traicionó las promesas hechas el año pasado en su victoriosa campaña por la reelección.

Según Sakamoto, Rousseff prometió “un mandato de políticas progresistas”, pero en lugar de ello “adoptó hasta ahora solamente una agenda conservadora”. “El ahorro para solucionar los problemas que su propia gestión ayudó a crear se hace a costa de cambios en beneficios previsionales y sociales”. (DPA)

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