“ Colalao siempre estuvo lejos para todos los gobiernos””

Baltazar “Yiyo” Chico Zossi tiene 70 años. Es nieto de Baltazar Chico, español que en 1886 llegó a Colalao del Valle para ganarse la vida como agricultor.

“ Colalao siempre estuvo lejos para todos los gobiernos””
22 Marzo 2015
Baltazar “Yiyo” Chico Zossi tiene 70 años. Es nieto de Baltazar Chico, español que en 1886 llegó a Colalao del Valle para ganarse la vida como agricultor. En esa época ya existían pequeñas plantaciones de vides criollas. Pero cuando mejoraron los canales de riego y construyeron represas, aquel visionario español fundó su bodega. Fue en 1900, estrenando el siglo XX y la actividad en Tucumán: fue la primera instalación vitivinícola de la provincia. Años después, inmigrantes franceses, españoles e italianos introdujeron las uvas malbec, syrah, cabernet y torrontés riojano. Rendían menos cantidad de litros que las criollas, pero eran dueñas de un sabor más refinado.

Sus vinos atravesaban las cumbres Calchaquíes por Lara y Hualinchay, en pequeños toneles a lomo de burro, por la misma huella que hoy se ha convertido en la ruta 352 (ver página 3). En los festejos del 9 de Julio de 1916, sus vinos se esperaron en la plaza Independencia con gran ansiedad.

Al terminar sus estudios en la escuela de Agricultura, “Yiyo” volvió a Colalao. Ese había sido siempre su gran sueño: afincarse en la tierra de su abuelo y hacer vino. Sabía lo difícil que era, “porque Colalao siempre estuvo lejos”, define. Para su regreso, su madre ya había plantado muchas hectáreas de vides. Pero a ningún gobierno le interesaba gestionar créditos o financiar la agricultura en ese terruño olvidado en las alturas. “Todo iba para la caña o el limón y alguna vez se apoyó únicamente el cultivo del pimentón”, cuenta.

“Yiyo” fue quien plantó mayor cantidad de malbec y torrontés, su mayor orgullo. Los viñedos de la uva blanca tienen la edad de su hijo, Baltazar: 38 años. Hoy, junto a él y sus hijas, la cuarta generación, llevan adelante la bodega y sus vinos están empezando a incursionar en el mercado europeo.

Galería 28 fotos Luego de atravesar el valle de Tafí y llegar a El Infiernillo, a casi 3.000 metros de altura comienza el descenso por la ruta provincial 307. El clima se vuelve más templado y agradable; pasando por Amaicha del Valle se llega al empalme con la mítica ruta nacional 40 y, en el kilómetro 4.306, aparece Colalao del Valle, un lugar donde la tranquilidad de sus calles y el lento paso del tiempo conquista la mirada del viajero. Quizás por eso no se sorprenda al enterarse del significado de su nombre en la lengua quichua: Colalao es “arrullo de paloma”, ese canto con el que las aves se enamoran. LA GACETA / Textos y fotos de Jorge Olmos Sgrosso (Prohibida su reproducción)
Regado por el agua del río Santa María, a 190 kilómetros de la capital, Colalao del Valle resguarda colores, aromas y sabores de las alturas. La actividad vitivinícola marca el pulso del pueblo, que por estos días se encuentra en plena vendimia. La uva blanca torrontés, introducida por los inmigrantes españoles a principios del siglo XX, se ha convertido en el orgullo de las tres bodegas que producen vino. Un gigante que se despierta cuando se cultiva la tierra
Marzo es la época de la vendimia. El pueblo, de unos 1.800 habitantes, ubicado en la frontera con la provincia de Salta, tiene un movimiento más acelerado que lo habitual. Las uvas que se cosechan (malbec, cabernet y su estrella el Torrontés) serán procesadas y fermentarán en las tres bodegas que se encuentran en la zona y que, año a año, van posicionando los vinos tucumanos en mercados competitivos y exigentes
La amplitud térmica entre el día y la noche, su clima seco, su suelo arenoso y los 1.800 metros de altura sobre el nivel del mar en los que se encuentran los viñedos, dejan un sello característico sobre las uvas y los vinos de la región de este gigante dormido de nuestra provincia
TACTO. Nicolás enseña las uvas malbec recién cosechadas; de imediato ingresarán a la bodega para iniciar la alquimia que las convertirá en vino
CUESTIÓN DE PIEL. El remontaje es un movimiento que se le hace al mosto (jugo de uva) para que tenga mayor contacto con la piel de la fruta durante la fermentación alcohólica.
ESCALA BAUMÉ. Mide el grado de azúcar convertido en alcohol.
Colalao del Valle cuenta con un hospital, escuela primaria y secundaria. Los jóvenes se ven obligados a irse del pueblo por la falta de oportunidades para trabajar y progresar. La tierra es poco cultivada y la producción vitivinícola emplea poca mano de obra; aún así, cuesta conseguirla; hay quienes dicen que los subsidios pusieron en peligro de extinción la cultura del trabajo, tanto en jóvenes como en adultos. Las quejas por falta de obras para el pueblo y el turismo se multiplican en las voces de sus habitantes
Tomás Humberto Zabalza, de 67 años, trabaja solo: únicamente lo acompañan el sol implacable, los añejos algarrobos, una antigua radio y la eterna monotonía del moldeado del barro. De vez en cuando, cuando pasa algún auto, la ruta 40 le hace levantar la mirada.
Trabajar y hacer ladrillos; es lo único que sé (Tomás Humberto Zabalza). Nació en San Lucas, Jujuy. Quedó huérfano y fue separado de sus hermanos. A los 11 años aprendió a hacer ladrillos y desde esa edad, no dejó de trabajar ni un solo día
PRIMERA BODEGA. Toneles de algarrobo en la bodega de 1900
Baltazar “Yiyo” Chico Zossi tiene 70 años. Es nieto de Baltazar Chico, español que en 1886 llegó a Colalao del Valle para ganarse la vida como agricultor. En esa época ya existían pequeñas plantaciones de vides criollas
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