Malos augurios

Desde las esferas del poder se desgranan una serie de hechos que son minimizados. La lluvia ha desenmascarado a una provincia que se mostraba como impoluta. La tormenta alteró los ánimos. Los malos hábitos en Turismo.

Malos augurios
El secretario de Obras Públicas de la provincia dijo que no se hicieron todas las obras necesarias para evitar algunos de los daños que causaron las tormentas. El gobernador de la Provincia, por el contrario, afirmó que se hicieron las tareas y que por eso las inundaciones no causaron un daño mayor. ¿Quién miente? Si alguno lo hace, ¿por qué? ¿para qué? El ciudadano común espera de los funcionarios la verdad. Supongamos que hay un error de paralaje y que Mirkin es una persona insatisfecha que espera realizar más y Alperovich es un conformista. Sería bueno que se pongan de acuerdo porque el mensaje del poder debe llevar tranquilidad y certeza a los ciudadanos y no confusión. Hasta ayer el Poder Ejecutivo no se había pronunciado sobre estas. No suele importarle las cosas que se publican en la prensa e incluso suelen denostarla como algo sin importancia. Es seguro que el funcionario –como lo ha hecho otras veces- hable mal de LA GACETA y hasta sugiera que lo sacaron de contexto. De todos modos el lector tiene en LAGACETA.COM la posibilidad de escuchar los dichos en boca del propio funcionario. Mientras una mentira da vueltas en el poder, no quedan dudas de que por boca oficial el tucumano nunca tendrá la certeza de si los millones que puso sirvieron o no en estas lluvias.

“Los reyes de la droga”

Esta corta semana de feriados debe haber sido la más larga de las casi 600 semanas que vivió el alperovichismo desde que está en el poder. No sólo concluyó con el sincericidio de Mirkin, además se explayó el nuevo responsable de Institutos Penales de la provincia. Guillermo Snaider no es ajeno a lo que pasa en las cárceles ya que tiene varios años acompañando a su antecesor. El hombre reconoció que no se puede controlar la droga que ingresa en Villa Urquiza. Al nuevo funcionario se le hace imposible comprometerse a evitar o solucionar este horroroso mal de un lugar que carga el “sanbenito” de servir para regenerar a un individuo. El gobierno de Alperovich ya no puede echarle la culpa a lo que no se hizo antes de tomar el poder. Ya es tarde.

Mercedes & Bernardo

El gobernador suele repetir que no lee LA GACETA. Tal vez por eso ayer se llamó a silencio ante la contradicción con su funcionario de Obras Públicas y nada dijo de la incapacidad que tiene su gente para controlar la droga en la Cárcel. Tampoco se debe haber enterado de que el presidente del Ente de Turismo, Bernardo Racedo Aragón padece la mismo mal que supo contraer Mercedes Paz cuando fue secretaria de Turismo. Se diferencian en que la ex tenista trasladó en un vehículo del Estado mercadería para su comercio y el candidato a intendente de Yerba Buena hizo lo mismo pero para su candidatura política.

Como lo que dice la prensa suele estar cargado de malas intenciones según el discurso oficial, Alperovich no está en problemas por esta cuestión. Además Racedo Aragón no va a ser el primer hombre público que haga uso de cosas públicas para su beneficio. Algunos hombres y mujeres de la DAU están acostumbrados a llevar toda clase de insumos (desde clavos en adelante) a las casas particulares de encumbrados funcionarios; y hay quien habría estado a punto de hacer su nueva casa con materiales y profesionales de esa repartición, pero como no le habría gustado el proyecto habría tirado abajo lo que ya se había comenzado.

El ejemplo, después de tantos años de desbordes, es difícil de hacerlo valer. En su momento, Mercedes Paz llevó su renuncia hasta el despacho del gobernador y este la aceptó. De alguna manera fue un alivio para Alperovich que ya no sentía paz con esa gestión. Si llegara a actuar igual, Racedo Aragón hoy ya no debería estar en el Poder Ejecutivo, pero los sábados y domingos son días de descanso también en el poder.

“La pistola que desnuda”

La democracia y su ejercicio es un acto de amor. Votar, elegir, delegar implica sueños, emociones, entusiasmo y pasiones que pueden terminar en festejo o en llanto. La democracia condensa y transmite sentimientos en cada uno de los ciudadanos. La violencia y las agresiones suelen ser manchas o excepciones que confirman la regla pero no pueden convertirse en costumbre. Domingo Amaya advirtió el viernes que en algunas de sus visitas por el interior de la provincia fue recibido con armas. El hecho no activó ni una reunión de gabinete, ni una reacción mínima de algún funcionario de Seguridad. Tampoco hubo desmentidos. El propio Amaya no pidió una reunión urgente con el gobernador o con el ministro de Seguridad de la Nación. La democracia no debería soslayar que un arma, una de las hermanas de la muerte, le dé la bienvenida a un candidato de la vida. Son síntomas de una de las enfermedades que padece Tucumán y que muchos políticos, inclusive el gobernador, eligen no curar.

No faltan los oficialistas que sugieren –siempre en voz baja y sin poner la cara- que Amaya busca victimizarse y ponen en duda los dichos del intendente. Si así fuera, sería bueno que lo señalaran para descubrir que uno de los candidatos miente. Pero, claro, eso tampoco sería una sorpresa.

“Ella es así”

A Alperovich le cuesta coincidir con algunos miembros de su gabinete, pero no con de organismos nacionales. Tanto él como el titular del Inadi, Gustavo Díaz Fernández compartieron la frase “Betty es así”. De esa manera, minimizaron y y justificaron la atrocidad de Rojkés de Alperovich cuando destrató a un vecino más de la provincia que no era ni un vago ni un animal. No pudieron priorizar las responsabilidades ni los roles ni las tareas que el pueblo le delegó a la senadora nacional. Para ellos todo se justifica porque conocen la forma de ser de la primera dama tucumana como si no tuviera obligaciones. Díaz Fernández, que contó con el apoyo de Beatriz Rojkés para su designación, no pudo ni supo enaltecer el cargo por el que juró. Así terminó quedando mal (¿o bien?) con quien aconsejó su designación.

Dolor ciudadano

El relato oficial prevé que las malas intenciones siempre están puestas en la prensa. Es el origen de los males que padece el Poder Ejecutivo. No se acepta el ojo escrutador ni la posibilidad de un rol de control de los poderes públicos. Todo es conspiración a los ojos del poder. Curiosamente, en estos días han sido ciudadanos los que han puesto el dedo en la llaga. Beatriz Rojkés de Alperovich fue al interior como siempre lo hace y entre las personas que aparecieron en su camino en El Molino estaba Cristian Bulacio. Él pidió y reclamó como cualquier ciudadano al que le duele algo y ella no supo escuchar. El viernes, al jefe de Gabinete Aníbal Fernández se le cruzó Marcelo Novillo, padre de Adrián, un chico asesinado al salir de un boliche. “Dígale a la Presidenta que yo también tomo rivotril todas las mañanas”, manifestó compungido ante la dificultad de afrontar la ausencia de su hijo.

Las reacciones ciudadanas sorprendieron como algunas pintadas céntricas de jóvenes peronistas que escribieron “alperovichau” y firmaron “los vagos de miércoles”. Más allá de la picardía que desnuda las malas intenciones típicas de la época de elecciones, estos episodios dejan ver el desgaste.

Negocios son negocios


Un secretario contradice al gobernador. Un funcionario utiliza lo público para hacer campaña. Un gobernador y un funcionario nacional justifican el insulto y el mal trato de una senadora con una simple frase. Un arma se cuela en la campaña electoral. La droga no se puede controlar ni dentro de los muros de una cárcel. Hay hombres y mujeres del poder a los que estas cosas no les molesta. También hay ciudadanos a los que no les preocupa.

Los fanáticos del fútbol siguen preguntándose que pasó que Agustín Orión se olvidó del hombre y terminó dando un patadón inhumano. Los argumentos van y vienen, pero una de las razones que explican semejante daño es que hace tiempo que el fútbol dejó de ser fútbol para convertirse en un negocio. ¿No le estará ocurriendo algo parecido a nuestra política?

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