El amor aparece como el refugio para una vida plena

09 Abril 2015
La firma de Nicholas Spark es un sello registrado en el mundo del cine como un novelista que garantiza éxitos en el público que ama los romances. De su pluma de best sellers surgieron, entre otras, “‘El diario de Noah”, “Mensaje en una botella”, “Un paseo para recordar” y, ahora, “El viaje más largo”.

El guión de Craig Bolotin sobre la novela de Sparks respeta el cruce de dos historias de amor que aparentemente no tienen conexión alguna: por un lado, la de un nonagenario lesionado en un accidente de autos en una ruta nevada, que en sus momentos de lucidez se remite a su pasado como soldado de la Segunda Guerra Mundial y al profundo amor que le tuvo a su esposa ya fallecida, que se le aparece en medio de la desolación; por el otro, la compleja relación entre una joven estudiante de arte y un recio jinete de rodeo, que deben dejar de lado sus sueños de competencia y aprendizaje para poder preservar el rancho de la familia del cowboy.

El vínculo entre los dos relatos llega de manera sorprendente para cambiar la vida de sus protagonistas. Pero más allá de la resolución cinematográfica, las historias se anidan en la idea de que el amor todo lo puede y es el último reducto donde refugiarse para poder vivir plenamente, sin conocer barreras de tiempo ni obstáculos insuperables.

El director George Tillman Jr. se asienta sobre su experiencia en seis filmes previos, entre ellos “Hombres de honor” y “Sed de venganza”. Al protagonista masculino, Scott Eastwood, le sobra sangre actoral: es el hijo del director Clint Eastwood y de Reeves Jacelyn, y ya se lo pudo ver en “Corazones de acero”. Su partener, Britt Robertson, actuó en la serie de TV “La cúpula”. Alan Alda es el anciano herido.

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