26 Junio 2015
Pegajoso, dulce, con sabor a vino con especias, con un toque a violeta y un mucha cafeína. La bebida alcohólica que los monjes benedictinos han producido en Escocia en el último siglo es la esencia de una próspera empresa.
En la Abadía de Buckfast se mezcla el vino tónico, se emplea a veintenas de personas y se dona dinero a causas meritorias. Los lugareños hasta le han dado un apodo travieso a su bien financiada comunidad monástica: Fastbuck Abbey (abadía de la plata rápida).
Sin embargo, ahora, la popularidad de la bebida (especialmente cientos de kilómetros al norte, en Escocia, donde su dulzor y alto contenido de cafeína han hecho que, en los últimos años, sea la favorita de jóvenes bebedores) ha puesto a la abadía y a sus alrededores en medio de un debate sobre quién tiene la responsabilidad del alcoholismo.
Preocupado por los informes de que ese tipo de bebidas crean “borrachos bien despiertos” que están vinculados a diversos delitos, incluidos los de manejar en estado de ebriedad y abuso sexual, el Parlamento escocés está considerando una legislación por la que se podría prohibir el Buckfast, a menos que cambien la receta.
Los distribuidores de la bebida dicen que no hay ninguna evidencia médica que vincule a su producto con tales delitos. Sin embargo, las críticas han colocado una nube sobre este tranquilo rincón rural en el oeste de Inglaterra, donde la abadía es una parte importante de la economía.
El debate habría extrañado a los creadores del vino tónico Buckfast, los monjes benedictinos de Francia, que llegaron a esta localidad en la región de Devon, en los 1880.
Empezaron a importar vino desde Europa continental, lo fortificaron y así nació la bebida dulce que originalmente se vendió como tónico o medicina.
“Es una bebida perfectamente buena si se consume modestamente como un vino tónico”, comentó Richard Simpson, un legislador del opositor Partido Laborista en el Parlamento escocés, quien elaboró la ley propuesta. “Es una lástima que se haya convertido en lo que se convirtió”, agregó. Las crítica al vino Buckfast tienen poco que ver con su contenido de 15 % de alcohol, que es solo un poco más fuerte que algunos vinos de mesa. Más bien, los críticos hablan de la combinación del alcohol y la cafeína, la cual ya abordó el Departamento de Alimentos y Fármacos en Estados Unidos.
En Escocia existe una inquietud extrema debido a la demanda entre los bebedores más jóvenes, algunos de los cuales parecen usar al Buckfast como una alternativa conveniente a mezclar alcohol con las bebidas energizantes.
“No hay ninguna duda de que las mezclas de cafeína y alcohol producen borrachos bien despiertos”, añadió Simpson, quien es médico. “Es más probable que manejes y hay un riesgo sexual mucho mayor. Si bebes suficiente alcohol, al final, entras en estado comatoso, pero si lo combinas con cafeína, puedes pasar por una fase bastante agresiva antes de entrar en ese estado”, aseguró.
En su proyecto de ley se limita el contenido de cafeína de todas las bebidas alcohólicas. Cuenta con aliados en los partidos de oposición y el Gobierno escocés dice que está considerando brindar su apoyo.
Críticos como Simpson mencionan un informe del 2009 para el servicio escocés de prisiones, basado en una investigación del instituto para jóvenes infractores, en el que se concluye que “la prominencia de una marca, el vino tónico Buckfast, es digna de atención”. La marca “dominó el consumo de vino” y clasificó como la bebida favorita de cuatro de cada 10 encuestados, y 43,3 % de ellos lo consumió antes de cometer algún delito, dice el informe. En 2010, la policía de Strathclyde, Escocia, dijo que el vino Buckfast se mencionó en 5.638 informes de delitos del 2006 al 2009.
La dirigencia de la Abadía de Buckfast es famosa porque no le gusta la publicidad y el abad David Charlesworth declinó hablar con un reportero. Sin embargo, Stewart Wilson, el gerente de ventas del distribuidor de Buckfast, J Chandler & Co. dijo que si bien la bebida es el vino fortificado de mayor venta en Gran Bretaña, solo representa el 1% del mercado de licores. “Se siente que las críticas están motivadas por prejuicios religiosos”, dijo, y añadió: “El alcohol es alcohol; debe consumirse con responsabilidad. Si alguien abusa de una marca en particular es el individuo el responsable, no la marca”.
En la Abadía de Buckfast se mezcla el vino tónico, se emplea a veintenas de personas y se dona dinero a causas meritorias. Los lugareños hasta le han dado un apodo travieso a su bien financiada comunidad monástica: Fastbuck Abbey (abadía de la plata rápida).
Sin embargo, ahora, la popularidad de la bebida (especialmente cientos de kilómetros al norte, en Escocia, donde su dulzor y alto contenido de cafeína han hecho que, en los últimos años, sea la favorita de jóvenes bebedores) ha puesto a la abadía y a sus alrededores en medio de un debate sobre quién tiene la responsabilidad del alcoholismo.
Preocupado por los informes de que ese tipo de bebidas crean “borrachos bien despiertos” que están vinculados a diversos delitos, incluidos los de manejar en estado de ebriedad y abuso sexual, el Parlamento escocés está considerando una legislación por la que se podría prohibir el Buckfast, a menos que cambien la receta.
Los distribuidores de la bebida dicen que no hay ninguna evidencia médica que vincule a su producto con tales delitos. Sin embargo, las críticas han colocado una nube sobre este tranquilo rincón rural en el oeste de Inglaterra, donde la abadía es una parte importante de la economía.
El debate habría extrañado a los creadores del vino tónico Buckfast, los monjes benedictinos de Francia, que llegaron a esta localidad en la región de Devon, en los 1880.
Empezaron a importar vino desde Europa continental, lo fortificaron y así nació la bebida dulce que originalmente se vendió como tónico o medicina.
“Es una bebida perfectamente buena si se consume modestamente como un vino tónico”, comentó Richard Simpson, un legislador del opositor Partido Laborista en el Parlamento escocés, quien elaboró la ley propuesta. “Es una lástima que se haya convertido en lo que se convirtió”, agregó. Las crítica al vino Buckfast tienen poco que ver con su contenido de 15 % de alcohol, que es solo un poco más fuerte que algunos vinos de mesa. Más bien, los críticos hablan de la combinación del alcohol y la cafeína, la cual ya abordó el Departamento de Alimentos y Fármacos en Estados Unidos.
En Escocia existe una inquietud extrema debido a la demanda entre los bebedores más jóvenes, algunos de los cuales parecen usar al Buckfast como una alternativa conveniente a mezclar alcohol con las bebidas energizantes.
“No hay ninguna duda de que las mezclas de cafeína y alcohol producen borrachos bien despiertos”, añadió Simpson, quien es médico. “Es más probable que manejes y hay un riesgo sexual mucho mayor. Si bebes suficiente alcohol, al final, entras en estado comatoso, pero si lo combinas con cafeína, puedes pasar por una fase bastante agresiva antes de entrar en ese estado”, aseguró.
En su proyecto de ley se limita el contenido de cafeína de todas las bebidas alcohólicas. Cuenta con aliados en los partidos de oposición y el Gobierno escocés dice que está considerando brindar su apoyo.
Críticos como Simpson mencionan un informe del 2009 para el servicio escocés de prisiones, basado en una investigación del instituto para jóvenes infractores, en el que se concluye que “la prominencia de una marca, el vino tónico Buckfast, es digna de atención”. La marca “dominó el consumo de vino” y clasificó como la bebida favorita de cuatro de cada 10 encuestados, y 43,3 % de ellos lo consumió antes de cometer algún delito, dice el informe. En 2010, la policía de Strathclyde, Escocia, dijo que el vino Buckfast se mencionó en 5.638 informes de delitos del 2006 al 2009.
La dirigencia de la Abadía de Buckfast es famosa porque no le gusta la publicidad y el abad David Charlesworth declinó hablar con un reportero. Sin embargo, Stewart Wilson, el gerente de ventas del distribuidor de Buckfast, J Chandler & Co. dijo que si bien la bebida es el vino fortificado de mayor venta en Gran Bretaña, solo representa el 1% del mercado de licores. “Se siente que las críticas están motivadas por prejuicios religiosos”, dijo, y añadió: “El alcohol es alcohol; debe consumirse con responsabilidad. Si alguien abusa de una marca en particular es el individuo el responsable, no la marca”.
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The New York Times