Atlético gambeteó a la muerte

El "Decano" se había complicado con Chacarita, pero se acomodó, dio vuelta el partido y ganó. Video.

CASI. González, que estuvo muy participativo en ataque, no tuvo suerte a la hora de convertir: falló un mano a mano increíble. foto de matías napoli escalero (especial para la gaceta) CASI. González, que estuvo muy participativo en ataque, no tuvo suerte a la hora de convertir: falló un mano a mano increíble. foto de matías napoli escalero (especial para la gaceta)
Una de las tantas pintadas cercanas a la cancha de Chacarita hace alusión al apodo del club, el “funebrero”. Es el dibujo de una persona que simboliza a la muerte con la guadaña en la mano y un mensaje atemorizante: “Bienvenidos al cementerio”. Ayer, hasta el estertor final del primer tiempo, parecía que gran parte de las aspiraciones de Atlético de alcanzar el primer puesto y el ascenso directo terminarían en un escenario acorde: el lugar adonde todo termina.

Atlético perdía 1 a 0 con el gol en contra de Franco Sbuttoni y Patronato parecía más lejos que nunca: a nueve puntos. Sin embargo, un equipo cada vez más sólido como el de Juan Azconzábal, y sobre todo un equipo que tiene a Luis Rodríguez, siempre tendrá una vida más. Y entonces el “decano” resucitó. Lo de Rodríguez -esa larga historia de amor que merecería un libro- fue conmovedor. No sólo por el gol de cabeza, el que empató el partido en el peor momento de Atlético. En el segundo tiempo, “Pulguita” fue un mayorista de belleza y efectividad: un caño delicioso que Leandro González desperdició en un mano a mano, un tiro libre en el travesaño y una asistencia de 40 metros -pelotazo cruzado- que Menéndez derrochó por arriba del travesaño.

Pero Atlético no fue sólo un unipersonal. En especial en el complemento, cada jugador cumplió su rol con sentido cooperativo: fue de lo mejor del ciclo Azconzábal. Lucchetti tuvo una sola atajada difícil -un doble cabezazo, cuando el partido estaba 2 a 1- y lo resolvió con maestría, Acosta -ya consolidado- volvió a ser un todo terreno, González se confirmó como socio del “Pulga” por la izquierda y hasta los que se habían mancado en el primer tiempo -Julio y Sbuttoni- se reacomodaron. En medio del fútbol artístico de Rodríguez, Romat convirtió un gol poco estético, con complicidad de Taborda, pero como si eso importara. Tampoco el gol de penal, de Sebastián Matos, habrá sido un dechado de belleza, pero a nadie le volvió a importar. Aquel hincha de Chacarita en la pintada callejera simbolizaba la muerte, y Atlético se fue más vivo que nunca.

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