Jorge Neme - Coord. Ejecutivo de la Unidad de Cambio Rural del Ministerio de Agricultura de la Nación
Los tucumanos concurrieron a las urnas el 23 de agosto para elegir su gobierno. Igual en las PASO nacionales, el Frente para la Victoria, que ahora llevó a Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, obtuvo un triunfo contundente, con más de 100.000 votos sobre José Cano y el ex peronista Domingo Amaya, de la oposición. En días más la Junta Electoral terminará el escrutinio definitivo que consagrará a Juan Manzur, ex ministro de Salud de la Nación como Gobernador electo de Tucumán. Ante esta segunda y dura derrota, Cano y el candidato Mauricio Macri se dedicaron a “embarrar” la cancha para disimular su fracaso. Los 37 puntos que en las PASO nacionales separaron a Daniel Scioli ‐con el 57% ‐ de Macri –con el 20%‐resultaron un impacto excesivo para el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que va coleccionando derrotas en todo el interior del país.
Por eso Macri promovió que Cano anuncie el “gran fraude” en Tucumán. Sabemos que el sistema electoral de Tucumán tiene muchas falencias que deberán ser resueltas, pero no implican en fraude ni mucho menos la nulidad del proceso. La Dirección Nacional Electoral y Junta Electoral Provincial descartaron el fraude. Así resulta un verdadero drama que la necesidad de mejor y más democracia corra el peligro de ser tergiversada mediante una operación que busca deslegitimar el proceso eleccionario por completo burlando la voluntad popular. Cano ha sido electo senador y diputado por el sistema que hoy denuncia y Amaya fue constituyente en 2006, Convención que estableció, con el acuerdo de los radicales de Cano, el sistema. Funcionó para las elecciones de 2007, 2009, 2011, 2013 y las PASO de 2015 sin cuestionamientos, pero de pronto, entre sábado y domingo, descubrieron que era inválido y fraudulento. Macri logró que los grandes medios a las 18 hs del domingo, anunciaran un “fraude” en Tucumán. Cano desesperado ante la derrota inapelable y por las deudas de campaña contraídas con la Bancaria “compró”.
Abrazado a Macri, Cano asumió el rol de acusador de la sociedad tucumana y repitió el discurso que los porteños y macristas tienen para las provincias, sus gobiernos, sus pueblos y sus culturas. Resulta lamentable que Macri hable del feudalismo y que Cano repita lo mismo sobre Tucumán que tiene una economía diversificada, líder mundial en la producción de limón, con industrias metalmecánica, metalúrgica, textil y alimenticia y con un sistema de ciencia y tecnología ejemplo de investigación y desarrollo en el país, con cuatro universidades, instituciones como la Obispo Colombres, el INTA, el INTI y grupos privados de desarrollo tecnológico. Cuenta con empresarios, académicos, tecnólogos, creadores y artistas, personas que naturalmente están muy lejos de un someterse a un modelo de “sociedad feudal”, rótulo que usaron Macri, Cano y Amaya para referirse a Tucumán.
Macri y su “porteñismo” se expresa en la fórmula “ultraportuaria” que comparte con Micheti - cosa que ni Bartolomé Mitre en su momento de máximo poder se atrevió a hacer, e integró su fórmula con el tucumano Marcos Paz. Pero es mucho más perjudicial lo de Cano y Amaya, denigrando a su provincia. Macri es un porteño, expresa el interés de grandes grupos económicos y de los bancos que chuparon la sangre de los argentinos desde 1976 hasta la crisis del 2001, dejando al país en quiebra. Si algo expresa un modelo feudal es Macri y su modelo neoliberal.
Cano y Amaya pronto tendrán que explicar el daño provocado a la provincia. Esto es mucho más grave a un año del Bicentenario de la Independencia, declarada en esta tierra. Frente a la oportunidad única para un nuevo lanzamiento de Tucumán a la escena nacional e internacional, Macri, Cano y Amaya llevaron a los medios su versión de Tucumán “feudal”. En Tucumán el 9 y el 23 de agosto los tucumanos eligieron entre dos proyectos políticos. El resultado es indiscutible, la soberanía popular se expresó claramente.
Esta campaña porteña que ha embarrado la imagen de Tucumán, ha desfigurado su rica realidad creativa y productiva, ha denostado la conciencia y la dignidad del pueblo tucumano, tendrá una nueva prueba el 25 de octubre, en la que Macri y sus aliados locales podrán escuchar nuevamente el mensaje de las urnas.