19 Septiembre 2015
RECONOCIMIENTO. Francisco tendió puentes entre Cuba y Estados Unidos. REUTERS
Olga Castañeda lleva varios días ensayando cantos religiosos en la Plaza de la Revolución de La Habana, a pocos metros del célebre relieve del guerrillero Ernesto “Che” Guevara. Mañana, esta docente universitaria jubilada, y católica practicante, podrá ver de nuevo a un papa de cerca en la explanada que ha sido durante décadas un símbolo del comunismo cubano. Francisco, el pontífice que rompe los moldes más conservadores del Vaticano, celebrará allí una misa.
Castañeda es parte del coro de 140 personas que acompañará el principal acto del papa latinoamericano durante su visita de cuatro días a la isla. “Pienso que Cuba ha tenido suerte”, dice Castañeda, que tuvo que vivir su fe con discreción durante las primeras décadas de la revolución, cuando el catolicismo no era bien visto.
Pero la isla ha cambiado mucho desde entonces. Tres papas han visitado Cuba desde que Castañeda entró en 1998 al coro formado para recibir a Juan Pablo II. El argentino Jorge Bergoglio llega hoy como uno de los artífices del histórico acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. El religioso jesuita es además un papa que ha revolucionado la Iglesia desde el inicio de su pontificado con declaraciones tolerantes con los homosexuales (“¿Quién soy yo para juzgarlos?”) o comprensivas con el divorcio, así como por su identificación con los pobres.
Cambios
La isla es un país distinto al que recibió a Juan Pablo II en 1998, visita que impulsó la reconciliación con la Iglesia católica tras décadas de desencuentros. La frase del papa polaco “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba” dio entonces la vuelta al globo.
Desde 2008 Raúl Castro impulsa varias reformas económicas, y la reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos es el giro más importante en medio siglo en la política exterior cubana.
También la Iglesia se ha hecho un espacio como interlocutora del gobierno. En 2010 el cardenal Jaime Ortega, el máximo representante eclesiástico en Cuba, medió con éxito para la liberación de decenas de presos políticos.
Las relaciones entre la Iglesia y la isla se habían resquebrajado después del triunfo de la revolución de 1959, y muchos sacerdotes tuvieron que dejar el país. Durante la visita de Benedicto XVI (2012), Raúl Castro reconoció errores y atribuyó la responsabilidad en un 50% a cada parte. La fe ha empezado a florecer lentamente desde entonces. Hace pocos días, se celebró el día de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, con una gran procesión.
Acercamiento
El Estado tiene previsto devolver unos 80 templos católicos ocupados después de 1959, informa Orlando Márquez, director de la revista “Palabra Nueva” de la Arquidiócesis de La Habana. Y se están construyendo tres templos nuevos.
La visita de Francisco genera también expectativas de que sus palabras no solo impulsen el diálogo con Estados Unidos, sino también el proceso de cambios y reformas en la propia isla.
Roberto Vega, exdirector de la revista “Espacio Laical”, cree que la figura de Francisco como un papa más interesado por las “periferias” del poder puede llegar mejor al gobierno. “Es un discurso totalmente nuevo que Cuba podría asumir, sin que eso implicara renunciar a sus principios”, considera.
“Cada vez que viene un papa hay un entendimiento mejor”, confía también Castañeda, mientras ensaya con su coro y se ilusiona con la posibilidad de una reconciliación profunda.
Castañeda es parte del coro de 140 personas que acompañará el principal acto del papa latinoamericano durante su visita de cuatro días a la isla. “Pienso que Cuba ha tenido suerte”, dice Castañeda, que tuvo que vivir su fe con discreción durante las primeras décadas de la revolución, cuando el catolicismo no era bien visto.
Pero la isla ha cambiado mucho desde entonces. Tres papas han visitado Cuba desde que Castañeda entró en 1998 al coro formado para recibir a Juan Pablo II. El argentino Jorge Bergoglio llega hoy como uno de los artífices del histórico acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. El religioso jesuita es además un papa que ha revolucionado la Iglesia desde el inicio de su pontificado con declaraciones tolerantes con los homosexuales (“¿Quién soy yo para juzgarlos?”) o comprensivas con el divorcio, así como por su identificación con los pobres.
Cambios
La isla es un país distinto al que recibió a Juan Pablo II en 1998, visita que impulsó la reconciliación con la Iglesia católica tras décadas de desencuentros. La frase del papa polaco “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba” dio entonces la vuelta al globo.
Desde 2008 Raúl Castro impulsa varias reformas económicas, y la reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos es el giro más importante en medio siglo en la política exterior cubana.
También la Iglesia se ha hecho un espacio como interlocutora del gobierno. En 2010 el cardenal Jaime Ortega, el máximo representante eclesiástico en Cuba, medió con éxito para la liberación de decenas de presos políticos.
Las relaciones entre la Iglesia y la isla se habían resquebrajado después del triunfo de la revolución de 1959, y muchos sacerdotes tuvieron que dejar el país. Durante la visita de Benedicto XVI (2012), Raúl Castro reconoció errores y atribuyó la responsabilidad en un 50% a cada parte. La fe ha empezado a florecer lentamente desde entonces. Hace pocos días, se celebró el día de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, con una gran procesión.
Acercamiento
El Estado tiene previsto devolver unos 80 templos católicos ocupados después de 1959, informa Orlando Márquez, director de la revista “Palabra Nueva” de la Arquidiócesis de La Habana. Y se están construyendo tres templos nuevos.
La visita de Francisco genera también expectativas de que sus palabras no solo impulsen el diálogo con Estados Unidos, sino también el proceso de cambios y reformas en la propia isla.
Roberto Vega, exdirector de la revista “Espacio Laical”, cree que la figura de Francisco como un papa más interesado por las “periferias” del poder puede llegar mejor al gobierno. “Es un discurso totalmente nuevo que Cuba podría asumir, sin que eso implicara renunciar a sus principios”, considera.
“Cada vez que viene un papa hay un entendimiento mejor”, confía también Castañeda, mientras ensaya con su coro y se ilusiona con la posibilidad de una reconciliación profunda.
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