29 Noviembre 2015
EN EL CONDADO DE WILTSHIRE. El monumento megalítico data de finales del neolítico, hacia siglo XX antes de Cristo. foto de benjaminfrugoni.com
Kenneth Chang / The New York Times
Un día, hace unos 6.300 años, un árbol aquí se vino abajo y creó una oportunidad inmobiliaria de primera: estaba al lado de un manantial y cerca de atractivos terrenos de cacería. Según David Jacques, arqueólogo de la Universidad de Buckingham, había lodo prensado en las raíces expuestas, lo que las convirtió en una pared. Cerca alguien insertó un poste en un hoyo, y eso podía sostener un techo de cañas o de piel de animales. Fue, arriesga, una casa, una de las primeras de Inglaterra.
En octubre, en la excavación más reciente de un sitio conocido como Blick Mead, Jacques y su equipo encontraron un fogón con restos de pedernal agrietado por el calor, piezas de huesos, láminas de pedernal usadas para puntas de flecha y herramientas de corte, y vainas de ocre, que podían haber sido usadas como pigmento.
“Hay ruido aquí -dijo Jacques, imaginando las actividades que se desarrollaban en el año 4.300 a. de C.-. Hay gente aquí haciendo cosas. Como nosotros. Los mismos niños y preocupaciones”.
Lo interesante es que la casa está a kilómetro y medio de Stonehenge, y, en opinión de Jacques, es parte de misma historia, aun cuando los hombres de Blick Mead nunca vieron ese ensamblaje de piedras enormes. Los inicios de Stonehenge estaban a más de un milenio en el futuro, pero Blick Mead -dijo- ayuda a llenar el hueco en la comprensión de cómo se propagaron los cazadores-recolectores que se convirtieron en agricultores y luego construyeron Stonehenge y otros monumentos prehistóricos que salpican la campiña inglesa.
“El monumento de piedra es icónico -dijo por su parte Wolfgang Neubauer, director del Instituto Ludwig Boltzmann para la Prospección Arqueológica y la Arqueología Virtual en Viena-. Pero es solo una pequeña parte del todo”.
Desfile de monumentos
La historia de Gran Bretaña empieza a fines de la última era del hielo. El frío vació Gran Bretaña de gente: con tanta agua oceánica congelada en glaciares, el nivel del mar era bajo, y Gran Bretaña estaba conectada con el resto de Europa. Conforme el mundo se calentaba, caminaron de regreso hasta que las crecientes aguas cortaron el puente terrestre.
Alrededor del año 3.800 a. de C., aparecieron los primeros monumentos: montículos rectangulares, largos túmulos que servían como cámaras funerarias. Y unos 300 años más tarde una zanja de tres kilómetros y 91 metros de ancho fue cavada cerca del sitio de Stonehenge, en lo que es conocido como el Cursus de Stonehenge. La primera etapa del propio Stonehenge, una zanja de cimiento circular con círculos de maderos fue excavada alrededor de 2,900 a. de C..
Unos 400 años después se dio el apogeo de los henges, cuya característica no son las piedras o los maderos verticales, sino la zanja circular rodeada por un terraplén elevado. (En este sentido, Stonehenge actualmente no es un verdadero henge; su terraplén elevado está dentro de la zanja). Las gigantescas piedras, que pesan unas 40 toneladas, fueron movidas y talladas, propuso. Y las azules más pequeñas, de unas dos toneladas cada una, fueron llevadas durante la construcción inicial desde las montañas Preseli en Gales.
Cerca de allí
Alrededor de 32 kilómetros al norte de Stonehenge está Avebury, con tres círculos de piedra -el exterior de más de 305 metros de diámetro-, tan grande que la ciudad de Avebury se ha extendido al henge y en el centro funciona la taberna Red Lion, fundada hace cuatro siglos. Más cerca de Stonehenge se encuentran las Paredes de Durrington, una estructura de barro circular de unos 488 metros de diámetro. Allí estuvo excavando Michael Parker Pearson, de la University College London; ha encontrado casas (en las mismas paredes y a lo largo del cercano río Avon), lo que lo ha llevado a proponer que en ese lugar vivieron quienes organizaron la etapa más grande de la construcción de Stonehenge, que empezó alrededor del año 2,600 a. de C.
Como los primeros británicos no tenían lenguaje escrito, la pregunta más sencilla -¿por qué se construyó?- aun no tiene una respuesta concluyente y el debate se impone.
En opinión de Parker Pearson, las Paredes de Durrington eran la tierra de los vivos, simbolizada por los maderos de Woodhenge, mientras que Stonehenge era la tierra de los muertos. Él cree que los primeros británicos se reunían en Durrington para festejar y acudían a Stonehenge para honrar a sus ancestros.
Vida cotidiana
En octubre, Parker Pearson y sus colegas publicaron en la revista especializada Antiquity un artículo en el que cuentan los resultados del análisis de residuos ácidos grasosos que identificaron en el interior de ollas de cocinar. “Conseguimos el menú: carne de res y cerdo, hervida y asada, con una pizca de manzanas, bayas, y nueces. Básicamente, una dieta muy rica en carnes”. La gente venía de cerca y de lejos para las festividades, sostuvo Parker Pearson y relató que el análisis de los dientes del ganado mostró diferentes isótopos en el elemento estroncio, el cual varía respecto de los minerales locales en el agua; ello puede ser indicio de que los animales habían sido criados en otras partes y llevados a las Paredes de Durrington.
Otra versión
Timothy Darvill, de la Universidad de Bournemouth, realizó una pequeña excavación en Stonehenge en 2008 y tiene una idea diferente sobre la importancia del monumento. Piensa que las piedras azules, que, según dijo, no fueron añadidas al monumento hasta la segunda fase, alrededor del año 2,500 a. de C.. Según la leyenda poseen poderes de sanación.
Darvill cree que quizás Stonehenge originalmente haya sido “la tierra de los muertos”, como afirma Parker Pearson, pero que posteriormente se convirtió en una suerte de Lourdes prehistórico, adonde la gente acudía en busca de sanación. “Vemos a Stonehenge como un lugar para los vivos”, dijo.
Mucho más para buscar
Lo cierto es que hay mucho más para estudiar bajo la superficie. “Suponemos que lo poquito que sabemos es lo importante -advirtió dijo Vincent Gaffney de la Universidad de Bradford-, pero lo que necesitamos hacer es descubrir realmente qué hay por ahí”.
Desde hace décadas se ha venido proponiendo usar radar y magnetómetros para revisar el suelo sin cavar, y en los últimos años, el equipo -particularmente las computadoras- se ha vuelto suficientemente barato y rápido para ser usado en arqueología.
Neubauer colaboró con Gaffney para sondear 20,7 kilómetros cuadrados alrededor de Stonehenge y de las Paredes de Durrington, y en setiembre hicieron un sorprendente anuncio: sepultadas en los terraplenes de las Paredes de Durrington hay unas 90 piedras colocadas verticalmente, algunas de 4,6 metros de altura. Gaffney calcula que originalmente pueden haber sido 200, más del doble que en Stonehenge. “Eso le habla de la escala de esto”, destacó.
De ser confirmarse, el hallazgo se desordenaría la diferenciación de las Paredes de Durrington como la tierra de los vivos y de Stonehenge como la tierra de los muertos. Pero se muestra escéptico, ya que la investigación no ha sido publicados en una revista especializada revisada por colegas.
Jacques, por su parte, espera poder ampliar las excavaciones para buscar no solo una casa sino una aldea. “Las personas que vivían allí son los primeros británicos -dijo-. “Hemos encontrado la cuna en Stonehenge”.
Un día, hace unos 6.300 años, un árbol aquí se vino abajo y creó una oportunidad inmobiliaria de primera: estaba al lado de un manantial y cerca de atractivos terrenos de cacería. Según David Jacques, arqueólogo de la Universidad de Buckingham, había lodo prensado en las raíces expuestas, lo que las convirtió en una pared. Cerca alguien insertó un poste en un hoyo, y eso podía sostener un techo de cañas o de piel de animales. Fue, arriesga, una casa, una de las primeras de Inglaterra.
En octubre, en la excavación más reciente de un sitio conocido como Blick Mead, Jacques y su equipo encontraron un fogón con restos de pedernal agrietado por el calor, piezas de huesos, láminas de pedernal usadas para puntas de flecha y herramientas de corte, y vainas de ocre, que podían haber sido usadas como pigmento.
“Hay ruido aquí -dijo Jacques, imaginando las actividades que se desarrollaban en el año 4.300 a. de C.-. Hay gente aquí haciendo cosas. Como nosotros. Los mismos niños y preocupaciones”.
Lo interesante es que la casa está a kilómetro y medio de Stonehenge, y, en opinión de Jacques, es parte de misma historia, aun cuando los hombres de Blick Mead nunca vieron ese ensamblaje de piedras enormes. Los inicios de Stonehenge estaban a más de un milenio en el futuro, pero Blick Mead -dijo- ayuda a llenar el hueco en la comprensión de cómo se propagaron los cazadores-recolectores que se convirtieron en agricultores y luego construyeron Stonehenge y otros monumentos prehistóricos que salpican la campiña inglesa.
“El monumento de piedra es icónico -dijo por su parte Wolfgang Neubauer, director del Instituto Ludwig Boltzmann para la Prospección Arqueológica y la Arqueología Virtual en Viena-. Pero es solo una pequeña parte del todo”.
Desfile de monumentos
La historia de Gran Bretaña empieza a fines de la última era del hielo. El frío vació Gran Bretaña de gente: con tanta agua oceánica congelada en glaciares, el nivel del mar era bajo, y Gran Bretaña estaba conectada con el resto de Europa. Conforme el mundo se calentaba, caminaron de regreso hasta que las crecientes aguas cortaron el puente terrestre.
Alrededor del año 3.800 a. de C., aparecieron los primeros monumentos: montículos rectangulares, largos túmulos que servían como cámaras funerarias. Y unos 300 años más tarde una zanja de tres kilómetros y 91 metros de ancho fue cavada cerca del sitio de Stonehenge, en lo que es conocido como el Cursus de Stonehenge. La primera etapa del propio Stonehenge, una zanja de cimiento circular con círculos de maderos fue excavada alrededor de 2,900 a. de C..
Unos 400 años después se dio el apogeo de los henges, cuya característica no son las piedras o los maderos verticales, sino la zanja circular rodeada por un terraplén elevado. (En este sentido, Stonehenge actualmente no es un verdadero henge; su terraplén elevado está dentro de la zanja). Las gigantescas piedras, que pesan unas 40 toneladas, fueron movidas y talladas, propuso. Y las azules más pequeñas, de unas dos toneladas cada una, fueron llevadas durante la construcción inicial desde las montañas Preseli en Gales.
Cerca de allí
Alrededor de 32 kilómetros al norte de Stonehenge está Avebury, con tres círculos de piedra -el exterior de más de 305 metros de diámetro-, tan grande que la ciudad de Avebury se ha extendido al henge y en el centro funciona la taberna Red Lion, fundada hace cuatro siglos. Más cerca de Stonehenge se encuentran las Paredes de Durrington, una estructura de barro circular de unos 488 metros de diámetro. Allí estuvo excavando Michael Parker Pearson, de la University College London; ha encontrado casas (en las mismas paredes y a lo largo del cercano río Avon), lo que lo ha llevado a proponer que en ese lugar vivieron quienes organizaron la etapa más grande de la construcción de Stonehenge, que empezó alrededor del año 2,600 a. de C.
Como los primeros británicos no tenían lenguaje escrito, la pregunta más sencilla -¿por qué se construyó?- aun no tiene una respuesta concluyente y el debate se impone.
En opinión de Parker Pearson, las Paredes de Durrington eran la tierra de los vivos, simbolizada por los maderos de Woodhenge, mientras que Stonehenge era la tierra de los muertos. Él cree que los primeros británicos se reunían en Durrington para festejar y acudían a Stonehenge para honrar a sus ancestros.
Vida cotidiana
En octubre, Parker Pearson y sus colegas publicaron en la revista especializada Antiquity un artículo en el que cuentan los resultados del análisis de residuos ácidos grasosos que identificaron en el interior de ollas de cocinar. “Conseguimos el menú: carne de res y cerdo, hervida y asada, con una pizca de manzanas, bayas, y nueces. Básicamente, una dieta muy rica en carnes”. La gente venía de cerca y de lejos para las festividades, sostuvo Parker Pearson y relató que el análisis de los dientes del ganado mostró diferentes isótopos en el elemento estroncio, el cual varía respecto de los minerales locales en el agua; ello puede ser indicio de que los animales habían sido criados en otras partes y llevados a las Paredes de Durrington.
Otra versión
Timothy Darvill, de la Universidad de Bournemouth, realizó una pequeña excavación en Stonehenge en 2008 y tiene una idea diferente sobre la importancia del monumento. Piensa que las piedras azules, que, según dijo, no fueron añadidas al monumento hasta la segunda fase, alrededor del año 2,500 a. de C.. Según la leyenda poseen poderes de sanación.
Darvill cree que quizás Stonehenge originalmente haya sido “la tierra de los muertos”, como afirma Parker Pearson, pero que posteriormente se convirtió en una suerte de Lourdes prehistórico, adonde la gente acudía en busca de sanación. “Vemos a Stonehenge como un lugar para los vivos”, dijo.
Mucho más para buscar
Lo cierto es que hay mucho más para estudiar bajo la superficie. “Suponemos que lo poquito que sabemos es lo importante -advirtió dijo Vincent Gaffney de la Universidad de Bradford-, pero lo que necesitamos hacer es descubrir realmente qué hay por ahí”.
Desde hace décadas se ha venido proponiendo usar radar y magnetómetros para revisar el suelo sin cavar, y en los últimos años, el equipo -particularmente las computadoras- se ha vuelto suficientemente barato y rápido para ser usado en arqueología.
Neubauer colaboró con Gaffney para sondear 20,7 kilómetros cuadrados alrededor de Stonehenge y de las Paredes de Durrington, y en setiembre hicieron un sorprendente anuncio: sepultadas en los terraplenes de las Paredes de Durrington hay unas 90 piedras colocadas verticalmente, algunas de 4,6 metros de altura. Gaffney calcula que originalmente pueden haber sido 200, más del doble que en Stonehenge. “Eso le habla de la escala de esto”, destacó.
De ser confirmarse, el hallazgo se desordenaría la diferenciación de las Paredes de Durrington como la tierra de los vivos y de Stonehenge como la tierra de los muertos. Pero se muestra escéptico, ya que la investigación no ha sido publicados en una revista especializada revisada por colegas.
Jacques, por su parte, espera poder ampliar las excavaciones para buscar no solo una casa sino una aldea. “Las personas que vivían allí son los primeros británicos -dijo-. “Hemos encontrado la cuna en Stonehenge”.
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