La altura juega con el deporte

A veces, los deportistas deben lidiar con más de un rival. La altura sobre el nivel del mar adopta ese rol. Los equipos de fútbol sudamericanos tiemblan cuando deben jugar en La Paz. En otras situaciones, competir en la altura es un desafío seductor como sucede en Tafí del Valle. Y a veces es una necesidad entrenar en lugares altos. Desde cualquier perspectiva, la altura juega con el deporte.

 la gaceta / archivo la gaceta / archivo la gaceta / archivo la gaceta / archivo
29 Noviembre 2015

Pasarella exageró: la pelota sí dobla, pero menos   

En 1996 Daniel Alberto Passarella pronunciaba una de las frases más recordadas: “en la altura la pelota no dobla”. “El Kaiser” intentó justificar la derrota de Argentina ante Ecuador en los 2.850 metros sobre el nivel del mar de Quito. Passarella no dijo algo irreal, pero sí exagerado. En 1997, en Lyon, Roberto Carlos marcó un extraño, por la trayectoria que hizo la pelota, y espectacular gol a Francia. ¿Qué tienen en común estas situaciones? La gravedad, entendida como una fuerza que influye en la superficie terrestre. Por ella, todo objeto describe un movimiento en forma de parábola por el que asciende hasta una altura máxima y desciende luego atraído por la gravedad. En la superficie terrestre, hay aire que provoca resistencia ante el elemento arrojado o impulsado. En el caso Passarella, la altura combinada con la gravedad, fue un suplicio. En cambio, en el golazo de Roberto Carlos, los efectos de la altura asociada al impacto de la cara externa del botín izquierdo del brasileño generaron uno de los mejores goles de tiro libre de la historia.

En la altura hay menos aire. Por lo tanto, hay menor fricción de la pelota con el aire y caerá más rápido que a nivel del mar. Pero sí dobla, aunque menos. Si bien la ciudad francesa está a 185 m.s.n.m, muy distinto a la altura ecuatoriana, lo que hizo el brasileño mostró que su pericia para impactar el balón puede sorprender a la física. “Pegarle con ‘tres dedos’ o con la parte interna del pie no es una cuestión de elegancia o de ‘canchereada’ sino el elemento fundamental para lograr la ‘comba’ necesaria y así esquivar la barrera y aún dirigir el tiro hacia el arco”, explicaron en un estudio realizado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

Publicidad

Aquella Selección "fantasma"

La idea de Miguel Ubaldo Ignomiriello fue acertada, pero mal ejecutada. Y, aunque suene contradictorio, fue totalmente exitosa. Todos esos adjetivos encierra la historia de la “Selección Fantasma”.

Muchos atribuyen la gesta a Omar Sívori, técnico del seleccionado argentino en aquel entonces, pero es él mismo Ignomiriello quien en un reportaje de www.infoblancosobrenegro.com aclaró el panorama. “La decisión la tomamos los dos, pero la idea fue mía”, estableció.

“El tema de la altura empezó en el 52, cuando un equipo rosarino fue a jugar a La Paz y un jugador falleció de un ataque cardíaco”, explicó Ignomiriello. Así que en los últimos meses de 1973 se puso en práctica la idea del técnico y se conformó una selección de altura que pudiera derrotar a Bolivia el 23 de septiembre de ese año en un partido crucial por las eliminatorias para el Mundial de Alemania 1974.

Los 3.650 metros sobre el nivel del mar fueron perfectamente soslayados por Argentina, el triunfo por 1-0 así lo estableció. La misión se cumplió porque 45 días antes del juego, el plantel jugó 15 partidos en diferentes zonas del altiplano argentino, peruano y boliviano. El plan de llegar con un buen tiempo de anticipación dio resultado, pero los jugadores, entre ellos Mario Kempes, Ricardo Bochini y Ubaldo Fillol, que eran juveniles y desconocidos, no la pasaron bien. “La AFA no nos dio nada. Organizamos partidos por dinero porque no teníamos para comer”, recordó Ignomiriello.

El esfuerzo de pedalear entre nubes vale la pena 

Desde hace siete años se corre la “2.500 Tafí” en Tafí del Valle. Las carreras de mountain bike en altura no son usuales en el país por lo que la competencia en la villa veraniega es especial. “¿Si elegí el lugar específicamente por la altura? No, lo elegí porque es Tafí del Valle y eso lo dice todo”, explicó Félix Paz Posse. El responsable de Eco Aconquija, organizadora de la carrera, se refiere a la majestuosidad de los paisajes tafinistos. “No fue una elección buscando el desafío de la altura, sino por el lugar y su entorno”, insistió Paz Posse.

Saber plantear una estrategia es fundamental para lograr el equilibrio entre disfrutar el paisaje y competir en la altura. “Sobre todo hay que hidratar mucho, más que en una carrera sobre el nivel del mar y la alimentación es muy importante, sobre todo si son carreras de larga distancia como esta”, describió Felipe Sundbland.

El biker finalizó segundo en la última edición. “El que va por primera vez, es probable que la pase mal o, por lo menos, va a renegar, se cansará o desgastará más de lo que está acostumbrado”, advirtió el integrante del AP Team, el primer equipo de mountain bike netamente tucumano.

Alejandro Palma es el director del grupo y dicta cursos para la Unión Ciclística Internacional (UCI). El entrenador sabe qué se debe hacer ante la altura. “Si el corredor dispone de tres o cuatro semanas previas a la que correrá, debe ir a entrenar en esa altura. De lo contrario debe llegar lo más cerca posible a la hora de la largada para que el proceso de aclimatación afecte en la menor medida posible”, recomendó palma.

Publicidad

Yerba Buena-Tafí del Valle: sin tiempo para vender las ganas de llegar a la meta 

Si hay una competencia que permite llegar al corazón de la montaña es Yerba Buena-Tafí del Valle. La carrera de aventura organizada por EcoAtletas tendrá el 22 de mayo de 2016 su edición número 13. En la prueba los deportistas llegan a los 2.738 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m). En esta carrera el escollo de la altura y las complicaciones que puede generar a nivel físico casi no inciden.

Sucede que el deportista no permanece el tiempo suficiente como para que la altura modifique el rendimiento. El promedio del más lento podría establecerse en 15 horas, ese es el límite que pone la organización para cerrar el último puesto de control en la llegada. Durante ese tiempo es muy difícil que el cuerpo sienta los efectos de la menor cantidad de oxígeno a mayor altura. “En Yerba Buena-Tafí nunca sentí nada; no tuve problemas”, reconoció Sergio Acuña, ganador en la distancia de 80 kilómetros de la última edición. Acuña sí tuvo dificultades con la altura en carreras como El Cruce de Los Andes y en Tilcara. “Corrí la posta 5 del cruce y este año sí sentí los efectos. En El Cruce de Los Andes se superan los 4000 metros”, explicó. “No hago un entrenamiento específico cuando tengo que correr en gran altura. Para aclimatarme debería ir al lugar donde se corre o a una altura similar durante tres semanas para obtener resultados a nivel de rendimiento”, detalló Acuña que, como suele hacer la selección de fútbol cada vez que compite en la altura, prefiere llegar y correr.

Claves

- Mariano Mastromarino entrenó 21 días en Cachi, Salta, a más de 2.500 m.s.n.m. El maratonista tenía como objetivo generar mayor cantidad de glóbulos rojos encargados del transporte de oxígeno. Con ese entrenamiento en zona alta, al descender al llano, obtuvo una ventaja natural para competir. Mastromarino ganó la medalla de bronce en maratón en los Juegos Panamericanos de Canadá.

- En el tenis sólo un torneo se juega por encima de los 2.100 m.s.n.m. Es el ATP de Bogotá, en Colombia, que está a 2.625 metros. La altura incide en el pique de la pelota que es más elevado y más veloz. El Masters 1000 de Madrid genera polémica por los 655 metros a los que se encuentra. Salvo por Bogotá y Gstaad en Suiza (1.050), los tenistas no juegan más allá de los 762 m.s.n.m.

- Los Nuggets, en Denver y Los Jazz, en Salt Lake City se hacen fuertes de locales por sus 1.609 y 1.288 m.s.n.m, respectivamente. La NBA tiene un ritmo intenso por lo que es muy difícil viajar antes para que el organismo se adapte. La incidencia de la altura es tanta que los jugadores encestan un 76% en el resto de las canchas y un 74,5% en Denver, según un estudio realizado entre 2006 y 2010.

Comentarios