“Sentí que era el momento de retirarme”, explicó Diego Vidal

El hooker de Cardenales y de los “naranjas” transita sus primeros días como ex jugador.

LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO

¿Desgaste físico? No. Si bien a estas alturas del año ya nadie está hecho una lechuga, y menos con casi 34 pirulos encima, el hombre asegura que en ese aspecto está como para tirar uno o dos añitos más. Lo prueba el hecho de que fue elegido el mejor hooker del Regional 2015.

¿Alguna lesión crónica? Tampoco. Es más, le cuesta creer la suerte que tuvo de haber podido jugar casi sin interrupciones en los últimos años.

¿Problemas en el trabajo, quizás? Para nada. En ese aspecto también está todo sobre ruedas, asegura.

¿Reclamos maritales, entonces? Todo lo contrario. Su esposa asegura estar totalmente en contra de esa decisión, e incluso trata de persuadirlo para que continúe.

Y entonces...¿qué fue lo que impulsó a Diego Vidal a colgar los botines cuando él mismo reconoce que podría haber seguido un poco más? “No hubo un motivo en particular. Simplemente sentí que era el momento de dejar de jugar”, resume el de Cardenales, que hace poco más de una semana, en el cierre del Campeonato Argentino, decidió ponerle fin a 30 años de trayectoria como jugador.

“Es algo que ya venía analizando hace varios meses. Había pensado en postergarlo hasta el año que viene, en caso de que con el club clasificáramos Nacional de Clubes. No es una deuda pendiente, ya que lo jugué hace más de 10 años, pero me gusta el nuevo formato. Mala suerte, no pudo ser. Perdimos los últimos cuatro partidos y nos quedamos afuera. Algunos decían que merecíamos estar por haber ganado el Torneo del Interior, pero habían pasado como seis meses desde eso. Ya está, ya fue”, se resigna el hooker.

Y es que Diego es de esos tipos que adentro de la cancha es un león, pero afuera se toma las cosas con calma. De hecho, gran parte del respeto que le demuestra la gente de los otros clubes se debe no sólo a su jerarquía como jugador, sino también a su fama de buen tipo. Según él, eso vale más que cualquier título.

“Tuve la suerte de ganar muchas cosas, acá y en Italia. Si bien uno juega para divertirse, también quiere ganar. Pero a mí me criaron con la enseñanza de que el deporte va de la mano con ser buena persona. Para mí, eso es más importante que los logros deportivos”, opina.

Último acto

Minuto 17 del segundo tiempo en el partido de Tucumán contra Córdoba. La inusual quietud de una “Caldera del Parque” semivacía y desencantada por la campaña de la “naranja” mayor en el Argentino finalmente se rompe con el aplauso que acompaña la última salida de Diego, quien le deja su lugar a Gonzalo Manso.

“Uno siempre sueña con despedirse dando una vuelta, pero no fue nuestro año. Igual, me fui con una buena sensación del partido con Córdoba. No es que jugamos mejor, sino que aparecieron cosas que nos estábamos debiendo, como la actitud y el tackle. Perdimos, pero estuvimos ahí de ganarlo, así que me voy conforme. Fue una linda despedida, más allá del resultado”, mira el lado positivo.

Al momento de valorar las causas del insustancial derrotero de Tucumán en el certamen del que era bicampeón, el primera línea “purpurado” le otorgó especial importancia al desgaste: “si bien los otros seleccionados también jugaron hasta poco antes del comienzo del Argentino, siempre digo que el Regional nuestro es el más duro del país. Sobre todo a partir de que entrás en el Súper 8, que es una etapa de mucha carga psicológica. Sabés que si perdés dos de esos siete partidos, prácticamente te quedás sin chances de ser campeón. Y ni hablar de la presión en la fase final. Entonces, cuando termina es como que insconscientemente liberás esa tensión y llegas fundido al Argentino. No es que no te importa el seleccionado, a todos nos importa, pero todo eso juega su papel. Además, no se debe olvidar que veníamos de dos años de ser campeones y no se puede estar siempre arriba”, analiza.

Flashes

Elegir tres momentos de una trayectoria tan extensa no es una consigna fácil, pero ahí está el chiste. “La primera que se me viene a la cabeza es el título del Anual 2002 con el club. El pitazo final y el abrazo con mi hermano, Ramón. Eso fue algo mágico, porque éramos como Racing, veníamos 38 años sin salir campeones. Ver al pueblo ‘purpurado’ festejar después de tanto tiempo fue algo único”, arranca.

El segundo: “los recuerdos de cuando jugué en infantiles y juveniles. Me divertí mucho e hice grandes amigos”.

Y el tercero: “mi primer título en Italia. El Benetton Treviso salía campeón siempre, y el año en que llego yo, sale segundo. Una piedra total, ja ja. Por suerte al año siguiente pude sacarme esa espina en Roma. En ese club formé un muy buen grupo de amigos, una familia, que recuerdo con mucha alegría”, cierra la lista.

Futuro

La del retiro suele ser una puerta difícil de atravesar, pero Diego ya tiene los dos pies más allá del umbral, y ahora sólo piensa en el desafío que lo espera como entrenador de la M19 de Cardenales: “ya estuve con la M17 este año, y con ellos voy a seguir el año que viene en la nueva división. Será un lindo desafío, porque cada vez se juega un rugby más serio. Tengo las mejores expectativas. Quiero esforzarme al máximo, capacitarme, aprender de otros entrenadores y de los mismos chicos, que muchas veces son los que más te enseñan”.

Un clásico familiar con reglas bien claras

“Me cuesta entender que quiera dejar de jugar porque yo también soy deportista, yo en su lugar no dejo ni loca”, opina Sofía Antelo Bravo sobre la decisión de su marido, Diego Vidal. Ella, jugadora de hockey de Tucumán Rugby, se sale de la vaina por volver al ruedo, pero su embarazo la tendrá un buen tiempo afuera de la cancha.

Mientras, la pequeña Chiara, de casi cuatro años, juega en el living. Su nombre es una suerte de homenaje al paso de Diego por el rugby italiano, al que califica como una etapa maravillosa. “Fueron seis meses en Botticino (Brescia), tres años en Catania y cinco en Treviso. Ahí empezó la relación con Sofía, primero a la distancia y después se fue para allá. Me acuerdo que le propuse casamiento por teléfono, je”, comparte.

“Yo había venido a visitar a mi familia, y pensé que me llamaba para cortar la relación”, se ríe ella, que durante su estadía en Italia jugó al hockey en Padua.

Con el clásico de colores instalado, fue necesario poner reglas claras. “Por contrato prematrimonial, Chiara es de Tucumán Rugby como yo. Pero si sale varón, sí o sí tiene que ser de Cardenales. Ese es el arreglo”, revela Sofía.

El tiempo dirá si lo que se suma a la familia es un “purpurado” u otra “verdinegra”. Diego no se desespera: “Sofía y yo somos bien de club, y tenemos ese sentido de pertenencia que queremos transmitirle a nuestros hijos”.

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