El vandalismo se llevó los juegos de los chicos de las plazas de la capital

En plazas y en parques, el vandalismo no les perdona ni a los juegos infantiles. Prometen reemplazarlos.

A CUIDARSE. En la plaza Urquiza, un tobogán está roto al finalizar la pendiente; tiene varios agujeros y le faltan unos cuantos tornillos. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO. A CUIDARSE. En la plaza Urquiza, un tobogán está roto al finalizar la pendiente; tiene varios agujeros y le faltan unos cuantos tornillos. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO.
10 Diciembre 2015

No se decide. “Bauti” está dubitativo porque el tobogán está roto, pero igual quiere lanzarse por ese enorme tubo amarillo que desde hace meses tiene un agujero grande al final de la pendiente, unas rajaduras en diferentes sectores, y le faltan tornillos y unos juegos didácticos en forma de cilindro. De las tres hamacas que estaban inicialmente, sólo queda una y hay cola para balancearse en ella. Al pequeño de 3 años no le queda otra que su mamá, Cristina Chimale, lo siente en el subibaja que está sano (uno tiene el asiento quebrado), o correr alrededor de los juegos. Pero eso tampoco es buena idea: el piso antigolpes está gastado y hay un hierro parado y oxidado, donde antes había una calesita para discapacitados. Es feriado, salió fuerte el sol, y por ello aprovecharon la mañana para ir a jugar a la plaza Urquiza, que tiene la mayoría de los juegos destrozados y algunos que ya ni existen.

El 7 de abril de 2011 fue reinaugurado ese espacio verde de Barrio Norte por Domingo Amaya, intendente de ese momento, y por el ex gobernador José Alperovich. Fue la primera plaza que estrenó juegos con menos hierro y más plástico de lo que estábamos acostumbrados. Luego siguieron otros espacios verdes. Algunos de ellos tienen menos de un año de inaugurados, y el vandalismo y el desgaste les han cobrado caro. Sí, muy caro, porque desde el municipio advierten que el “combo de juegos” de esos espacios, que incluyen hamacas, calesitas, toboganes, pasamanos y hamacas para discapacitados, entre otros, cuesta unos $250.000.

“La gente no cuida nada y falta mantenimiento”. Chimale da sus razones por las roturas que están a simple vista. Eugenia Aramayo, que pasea con José, su hijo de 10 años, agrega que si se mira los alrededores de la plaza, como la fachada del Colegio Nacional, que está sobre Muñecas, y el resto del mobiliario de la plaza, notarán que es una zona de asiduo vandalismo. “El domingo pasado había un hombre tomando vino al lado de las familias que venían a pasar la tarde al aire libre. Un policía estaba a su lado, sin inmutarse. Falta control y normas que regulen el uso de las plazas”, opina la mamá y vecina de la zona.

En la plaza de la Fundación (en el parque Avellaneda) la basura abunda y se rebasa de los cestos de plástico gris, la calesita principal no gira bien y está roto un caballito para los niños más chicos. Daniela Orrillo asegura que a pesar del estado actual de los juegos, las familias se han apropiado del lugar y lo defienden a “capa y espada” de los vándalos de costumbres nocturnas y la falta de barrenderos. “La mantenemos como podemos”, agrega la mamá de Octavio, de 1 año. Mientras que en la plaza Belgrano, hay una hamaca para discapacitados que ha desaparecido, un cesto de basura roto, pero el resto está bien cuidado. Naira Medina, que pasea su perro por ese espacio verde, destaca el “fundamental” rol de los padres y resalta la falta de control por las noches. La plaza Los Decididos de Tucumán, frente al Hospital del Niño Jesús, también corre con la misma suerte: tiene paneles y juegos didácticos rotos.

Tres puntas

“Hay una inversión importante hecha en los espacios públicos porque es la política del anterior intendente y de la actual gestión. Pero vemos una actitud desaprensiva de la gente: se multiplican las roturas sistemáticamente todos los días y en juegos que no tienen ni un año. Y no entienden que arreglarlos tiene un costo muy alto”, opinó sobre el estado de los juegos Carlos Arnedo , secretario de Servicios Públicos de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, área que está a cargo de 307 plazas y 5 parques. De hecho, resaltó que cada “combo” de juegos cuesta alrededor de $250.000 (en su mayoría son traídos de Rosario), aunque destacó que muchas reparaciones se hacen con material y personal de la Dirección de Espacios Verdes, como las cadenas de las hamacas.

Sobre el vandalismo, Arnedo indicó que lo combatirán con tres proyectos próximos a crearse: la policía municipal, los placeros y la agencia ecológica. “La agencia ecológica particularmente tratará de evitar la formación de basurales. Pero las tres figuras trabajarán en conjunto para cuidar los espacios públicos en general. Serán sus celosos custodios y harán efectivas ordenanzas que prohíben diferentes actividades relacionadas con el mal uso de esos lugares que son de todos ”, explicó el funcionario municipal. Por otra parte, Arnedo dijo que comenzarán a reemplazar los juegos rotos a partir de enero “cuando la situación económica, de público conocimiento, que tiene el municipio, que se vio afectada por una decisión política de Casa de Gobierno, mejore. A esos trabajos los acompañaremos con una campaña de concientización sobre cómo debemos comportarnos en los espacios públicos”.   

Sobre los lugares de todos

Las normas de convivencia están dispersas

En el libro “El espacio público urbano. Consideraciones y actuaciones”, del Laboratorio de Investigaciones para la Gestión y el Desarrollo del Hábitat y el Medio Ambiente (Ligham), editado por el arquitecto tucumano Raúl Di Lullo, se destaca que un disparador de ese trabajo es la ausencia de un cuerpo normativo, orgánico y específico sobre convivencia ciudadana y gestión del espacio público urbano en el municipio de San Miguel de Tucumán. A pesar de ello, describen que hay ordenanzas sancionadas en el período 1993-2002 y actualizadas al año 2007 que revelan que el 52% de ellas están referidas -en menor o mayor grado y de manera dispersa- al espacio público urbano y cubren una considerable variedad de temáticas (equipamiento, tránsito, dominio, medio ambiente, infraestructura, servicios). Los autores añaden que no hay un cuerpo normativo o acuerdos sobre la convivencia ciudadana en el espacio público ni una conceptualización sobre el sentido de ese factor de civismo.

Mejor, prevenir

- Los juegos son seguros si se usan con el fin para el cual fueron diseñados. Los columpios son para hamacarse sentados, las barandillas de seguridad no son estructuras para trepar y en los toboganes hay que deslizarse con los pies hacia adelante.
- Cuanto más elevadas son las estructuras, menos amortiguación ofrece el suelo, sea del material que sea. Hay que prevenir a los pequeños sobre ello y explicarles que deben tener especial cuidado si quieren subirse a un juego muy alto.
- Si llevamos otros elementos (como una bicicleta, un cochecito o una bolsa con juguetes), es importante mantenerlos alejados de la zona donde juegan y corren los niños, ya que pueden tropezarse con ellos y hacerse daño.
- A propósito de correr: es un hábito muy saludable y beneficioso, siempre y cuando no se practique al lado de las atracciones. Hay que vigilar de cerca que no haya empujones, sobre todo, si están montados en un columpio.
- Los niños deben aprender desde pequeños a cuidarse y a cuidar a los demás. Si van a saltar o a correr, tienen que estar atentos a los demás. Y, aunque sean más rápidos que otros peques (para subir por las escaleras de un tobogán), han de respetar su turno y no presionar al niño que esté delante.
- Antes de ir al parque, es muy útil pactar reglas con los niños. Además de las anteriores, hay que tener en cuenta el clima. Si ha llovido y las atracciones (o el suelo) están mojados, es mejor no jugar en el parque, ya que aumentan los riesgos de resbalarse y caer. Si en cambio ha hecho mucho calor y los juegos están calientes al tacto, habrá que posponer la visita para evitar quemaduras.

Publicidad
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios