15 Diciembre 2015
ANGUSTIA. Hilda Miranda (hablando por teléfono), junto a una familiar.
Las dos son madres de gendarmes y creían que sus hijos habían muerto en el accidente que ocurrió ayer a la madrugada en Rosario de la Frontera. Invadidas por la desesperación, ambas fueron hasta el lugar donde cayó el ómnibus donde. Para su alivio, pudieron encontrarlos con vida.
En cuanto Nelly se enteró de la noticia del terrible accidente ni siquiera lo dudó. Salió desesperada hacia un hospital de la capital de Salta. Pero allí no encontró a su hijo. Sin siquiera analizarlo, viajó los 182 kilómetros que separan la capital salteña de Rosario de la Frontera.
En el hospital de esa ciudad tampoco tenían novedades acerca de Javier Ampuero. Tomó valor y se dirigió al lugar del accidente. Temía lo peor. Pero en medio de tanto dolor y desesperación, su historia tuvo final feliz: encontró a su hijo sano y salvo.
Javier es un joven gendarme salteño que viajaba en uno de los colectivos que se dirigían desde Santiago del Estero a Jujuy para formar parte del operativo de control de una manifestación. Pero uno de los ómnibus que los transportaba se desbarrancó de un puente cerca de Rosario de la Frontera, lo que causó la muerte de 44 de sus compañeros.
Javier viajaba en el coche que venía por detrás del colectivo que se desbarrancó y fue por eso que resultó ileso. “Fueron seis horas de desesperación, porque no sabíamos si estaba vivo”, contó Rosario Ampuero, tía del gendarme que acompañó a Nelly en este agobiante periplo.
Hilda Miranda es madre de otro de los gendarmes víctimas del accidente de ayer a la madrugada. Pero su historia fue distinta porque ella tuvo que acompañar a su hijo en la ambulancia que lo trasladó desde el lugar del siniestro, sobre la ruta 34, hasta el hospital San Bernardo de la capital salteña. En la puerta de ese centro asistencial dialogó con la prensa y se mostró conmocionada.
Con palabras entrecortadas, Hilda Miranda contó que su hijo, Sergio Elizondo, de 25 años, se encontraba estable y que había sido atendido en el hospital de Rosario de la Frontera antes de ser trasladado.
También recordó que hace tres años que el joven se unió a la fuerza de seguridad. Fue el chico, relató, el que llamó a su padre para avisarle lo que había pasado. “Está estable, está consciente. Pero no recuerda nada del accidente”, relató Miranda. La angustia que invadió a estas dos madres quedó relegada por el alivio de encontrar a su hijos con vida; dos gotas de esperanza en un día de luto para Gendarmería.
En cuanto Nelly se enteró de la noticia del terrible accidente ni siquiera lo dudó. Salió desesperada hacia un hospital de la capital de Salta. Pero allí no encontró a su hijo. Sin siquiera analizarlo, viajó los 182 kilómetros que separan la capital salteña de Rosario de la Frontera.
En el hospital de esa ciudad tampoco tenían novedades acerca de Javier Ampuero. Tomó valor y se dirigió al lugar del accidente. Temía lo peor. Pero en medio de tanto dolor y desesperación, su historia tuvo final feliz: encontró a su hijo sano y salvo.
Javier es un joven gendarme salteño que viajaba en uno de los colectivos que se dirigían desde Santiago del Estero a Jujuy para formar parte del operativo de control de una manifestación. Pero uno de los ómnibus que los transportaba se desbarrancó de un puente cerca de Rosario de la Frontera, lo que causó la muerte de 44 de sus compañeros.
Javier viajaba en el coche que venía por detrás del colectivo que se desbarrancó y fue por eso que resultó ileso. “Fueron seis horas de desesperación, porque no sabíamos si estaba vivo”, contó Rosario Ampuero, tía del gendarme que acompañó a Nelly en este agobiante periplo.
Hilda Miranda es madre de otro de los gendarmes víctimas del accidente de ayer a la madrugada. Pero su historia fue distinta porque ella tuvo que acompañar a su hijo en la ambulancia que lo trasladó desde el lugar del siniestro, sobre la ruta 34, hasta el hospital San Bernardo de la capital salteña. En la puerta de ese centro asistencial dialogó con la prensa y se mostró conmocionada.
Con palabras entrecortadas, Hilda Miranda contó que su hijo, Sergio Elizondo, de 25 años, se encontraba estable y que había sido atendido en el hospital de Rosario de la Frontera antes de ser trasladado.
También recordó que hace tres años que el joven se unió a la fuerza de seguridad. Fue el chico, relató, el que llamó a su padre para avisarle lo que había pasado. “Está estable, está consciente. Pero no recuerda nada del accidente”, relató Miranda. La angustia que invadió a estas dos madres quedó relegada por el alivio de encontrar a su hijos con vida; dos gotas de esperanza en un día de luto para Gendarmería.
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