El otro rival a vencer

Más allá de las dificultades geográficas, el factor climático puede ser clave en el desarrollo

03 Enero 2016
Seguramente, antes de que se empiece a leer este texto ya se habrá echado un vistazo a la imagen que da cuenta de cómo puede estar el clima en Tucumán entre hoy y el martes. Húmedo, lluvioso y caluroso, tal cual lo propuso el Fenómeno del Niño desde que se instaló en Sudamérica hace un tiempo. Los fanáticos del Rally Dakar tendrán que levantar nota de ello y tomar recaudos a la hora de organizar la salida para ver el paso de los vehículos.

Se sabe que quienes deciden ir por adrenalina en vivo y en directo suelen salir con tiempo de sus casas, para conseguir el mejor lugar posible. Ya se anunciaron no sólo las zonas de espectadores (ver página 4), sino también que el operativo de seguridad, con cortes de ruta incluidos, se iniciará el martes a las 5. Así que habrá que pensar en iniciar la aventura en la tarde-noche de mañana, al menos.

De allí que en la lista de elementos por llevar (qué comer, qué beber, carpa, toldo y un largo etcétera) habría que agregarle paraguas, calzado y ropa extra.

Mirando al cielo
Pero si las cuestiones climáticas pueden convertirse en un rompecabezas para quienes se instalen a la vera de los caminos, hay que imaginarse cómo toman el asunto los miembros de la organización y los competidores.

De hecho, si este Dakar 2016 se armó como se lo hizo, fue porque Perú, que en principio figuraba en el mapa, decidió bajarse a último momento luego de evaluar los potenciales efectos devastadores de las lluvias que se proyectan en su territorio. Las autoridades, de manera razonable, priorizaron el cuidado del presupuesto, para activar eventuales operativos de asistencia a los damnificados.

Ya con esa contingencia, este Dakar tiene un dibujo de emergencia, concentrado en Argentina y Bolivia. Pero de ninguna manera perdió de vista a las complicaciones climáticas que pueden darse hasta el 16, día del epílogo.

“Puede parecer un recorrido más sencillo que los anteriores, porque no hay tanto desierto por recorrer, pero las dificultades van a aparecer en otros aspectos”, adelantó Joan “Nani” Roma, ganador en 2014. Lo que el español dejó entrever es aquello inesperado que se abre en las sendas y caminos. La lluvia juega en ello un papel clave: puede hacer que cambie la geografía de un día para otro. Ríos que aparecen de la nada, cauces torrentosos, huellas profundas, pisos blandos, piedras que afloran a la superficie, surgen intimidantes. Y eso siempre y cuando el agua no aparezca durante el desarrollo de la competencia.

Desde la organización saben a la perfección lo cambiante del clima de esta parte del mundo durante el verano. Y también entienden que el tiempo pueden empeorar este año. Incluso, que las situaciones difíciles pueden multiplicarse. Y ya se sabe que el Dakar no es precisamente una carrera exenta de accidentes.

“Los participantes deberán pensar en algo más que en manejar y navegar. No podrán salir por la mañana pensando exclusivamente en rodar a fondo. Este será un Dakar impredecible. Y encima está el clima”, resumió Marc Coma, director de la competencia, su pensamiento sobre lo por venir. Él también sugiere que el factor climático será el otro rival a vencer.

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