14 Febrero 2016
MADRID.- En un mundo tan cambiante como el del fútbol, hay dos cosas que se mantienen invariables en los últimos años: la imparable maquinaria victoriosa del Barcelona y la ausencia de sonrisas en el rostro de Luis Enrique.
Ni los récords ni las finales consiguen que el técnico del Barcelona muestre felicidad en público. Sólo los cinco títulos que ha conquistado con el equipo azulgrana lograron liberarle algo de alegría, aunque siempre contenida y breve
Barcelona selló su clasificación a una nueva final de la Copa del Rey española al eliminar al Valencia con un empate 1-1 en Mestalla que bastó tras el aplastante 7-0 de la ida en el Camp Nou. Pero el logro fue más allá, pues el equipo de Luis Enrique consiguió un récord en la historia del club al sumar 29 partidos consecutivos invicto y superar la marca establecida por Josep Guardiola en la temporada 2010-11.
Ante los periodistas, sin embargo, Luis Enrique mostró el mismo rostro serio de siempre y enfrió la sensación de plenitud de su hinchada al decir: “lo disfrutaremos diez minutos y a pensar en la Liga. La racha... Ya veremos si a final de temporada eso se traduce en títulos”.
El diario “Sport” consideró que “quizá de puertas adentro sea el tipo más feliz del mundo, pero con todo lo que ya ha ganado, el entrenador del Barça debería aprender a disfrutar más”.
A estas alturas, es poco probable que el técnico de 45 años vaya a cambiar. A diferencia de Guardiola, un hombre con enorme carisma y poder de seducción ante las cámaras, Luis Enrique es reacio al “star system”. Y menos ante la prensa, a la que no tiene excesiva estima.
“No alimento el circo”, es una de sus frases preferidas cuando le preguntan por algún aspecto polémico.
Luis Enrique siempre fue amante de los retos que ponen la resistecia al límite. Correr maratones se le quedó pequeño y abordó pruebas casi inhumanas como el “Ironman” o el extenuante Marathon des Sables, considerada la prueba más dura del mundo. Los participantes recorren 230 kilómetros de desierto en siete días a lo largo de seis etapas.
El propio técnico relató sus experiencia en el Marathon des Sables en un viejo blog, un texto que explica muy bien cuál es su carácter.
“Dormir en el suelo, con piedras clavándose en tu cuerpo, aguantar ventiscas, que se te caiga la jaima (N.de la R: tienda de campaña hecha de cuero que utilizan los nómadas árabes) encima por la noche, hacer tus necesidades a la vista de todos y ver cómo las hacen los demás, comer poco, pasar frío y calor en breve espacio de tiempo, soportar ronquidos y tener racionada el agua forman parte del viaje y que te aseguro formarán parte de un recuerdo imborrable en tu vida”, escribió.
Esto ayuda a entender cómo encara Luis Enrique cualquier aspecto de su trabajo, ya sea preparar un partido o responder a su manera las preguntas de las breves ruedas de prensa.
También explica cómo superó lo ocurrido hace un año, cuando estuvo a punto de ser destituido. Entonces, el técnico leyó incluso en algún comentario de prensa cosas como que “Luis Enrique no es entrenador para el Barcelona”. Terminó la temporada ganando Liga de Campeones, Liga española y Copa del Rey, un triplete que sólo Guardiola había logrado antes.
Aunque con menos popularidad que “Pep”, lo cierto es que Luis Enrique está consiguiendo prolongar el ciclo ganador de un equipo que no se cansa de sumar trofeos. Al contrario, su avidez parece aumentar a cada año. Pero él seguirá probablemente indiferente a los halagos, como lo fue ante las críticas. Al menos en apariencia, es un “hombre de hierro”.
Ni los récords ni las finales consiguen que el técnico del Barcelona muestre felicidad en público. Sólo los cinco títulos que ha conquistado con el equipo azulgrana lograron liberarle algo de alegría, aunque siempre contenida y breve
Barcelona selló su clasificación a una nueva final de la Copa del Rey española al eliminar al Valencia con un empate 1-1 en Mestalla que bastó tras el aplastante 7-0 de la ida en el Camp Nou. Pero el logro fue más allá, pues el equipo de Luis Enrique consiguió un récord en la historia del club al sumar 29 partidos consecutivos invicto y superar la marca establecida por Josep Guardiola en la temporada 2010-11.
Ante los periodistas, sin embargo, Luis Enrique mostró el mismo rostro serio de siempre y enfrió la sensación de plenitud de su hinchada al decir: “lo disfrutaremos diez minutos y a pensar en la Liga. La racha... Ya veremos si a final de temporada eso se traduce en títulos”.
El diario “Sport” consideró que “quizá de puertas adentro sea el tipo más feliz del mundo, pero con todo lo que ya ha ganado, el entrenador del Barça debería aprender a disfrutar más”.
A estas alturas, es poco probable que el técnico de 45 años vaya a cambiar. A diferencia de Guardiola, un hombre con enorme carisma y poder de seducción ante las cámaras, Luis Enrique es reacio al “star system”. Y menos ante la prensa, a la que no tiene excesiva estima.
“No alimento el circo”, es una de sus frases preferidas cuando le preguntan por algún aspecto polémico.
Luis Enrique siempre fue amante de los retos que ponen la resistecia al límite. Correr maratones se le quedó pequeño y abordó pruebas casi inhumanas como el “Ironman” o el extenuante Marathon des Sables, considerada la prueba más dura del mundo. Los participantes recorren 230 kilómetros de desierto en siete días a lo largo de seis etapas.
El propio técnico relató sus experiencia en el Marathon des Sables en un viejo blog, un texto que explica muy bien cuál es su carácter.
“Dormir en el suelo, con piedras clavándose en tu cuerpo, aguantar ventiscas, que se te caiga la jaima (N.de la R: tienda de campaña hecha de cuero que utilizan los nómadas árabes) encima por la noche, hacer tus necesidades a la vista de todos y ver cómo las hacen los demás, comer poco, pasar frío y calor en breve espacio de tiempo, soportar ronquidos y tener racionada el agua forman parte del viaje y que te aseguro formarán parte de un recuerdo imborrable en tu vida”, escribió.
Esto ayuda a entender cómo encara Luis Enrique cualquier aspecto de su trabajo, ya sea preparar un partido o responder a su manera las preguntas de las breves ruedas de prensa.
También explica cómo superó lo ocurrido hace un año, cuando estuvo a punto de ser destituido. Entonces, el técnico leyó incluso en algún comentario de prensa cosas como que “Luis Enrique no es entrenador para el Barcelona”. Terminó la temporada ganando Liga de Campeones, Liga española y Copa del Rey, un triplete que sólo Guardiola había logrado antes.
Aunque con menos popularidad que “Pep”, lo cierto es que Luis Enrique está consiguiendo prolongar el ciclo ganador de un equipo que no se cansa de sumar trofeos. Al contrario, su avidez parece aumentar a cada año. Pero él seguirá probablemente indiferente a los halagos, como lo fue ante las críticas. Al menos en apariencia, es un “hombre de hierro”.