22 Junio 2016
Diego Maradona cimentó su leyenda el 22 de junio de 1986 con los dos goles extraordinarios que le dieron el triunfo a Argentina sobre Inglaterra (2-1) en cuartos de final del Mundial de México.
“Hasta entonces, Maradona aún era discutido y estaba a la altura de (Michel) Platini. Pero ese día se convirtió en un semidiós y entró en la categoría de Pelé. Y ese partido pasó a ser parte de la galería de los más importantes de la historia”, dice Andrés Burgo, colaborador de LG Deportiva y autor de “El partido”, libro de reciente publicación en Argentina y México.
Se trata de una minuciosa crónica donde el autor repasa hasta el mínimo detalle del 22 de junio de 1986, ese día del que hoy se cumplirán 30 años. “Hubo dos goles fuera de lo común y que nunca se volverían a repetir: uno con la mano y otro que es una obra maestra. Pero hubo muchos más condimentos, desde la cercanía de la Guerra de Malvinas, de cuatro años antes, hasta miles de historias”, explica Burgo sobre el duelo que luego -tras los triunfos sobre Bélgica y Alemania- daría lugar a la segunda y última Copa que ganó Argentina.
En México 1986, dicen los jugadores argentinos, Maradona pasó a ser sin discusión el líder espiritual y futbolístico del plantel. “Pero antes del Mundial se lo ponía en duda”, recuerda Burgo. El partido, disputado en el mítico Estadio Azteca quedó en el recuerdo por los inolvidables goles de Diego. El primero con la mano izquierda, la famosa “Mano de Dios”, y el segundo tras partir desde la mitad de campo y eludir a medio equipo inglés en el que es considerado el mejor gol de la historia de los Mundiales.
“La Selección era una cábala ambulante, de Bilardo a los jugadores que también las seguían”, dice Burgo. Y esta Selección, la de 2016, con la barba de Messi, también lo es. ¿Casualidad o destino? (DPA)
“Hasta entonces, Maradona aún era discutido y estaba a la altura de (Michel) Platini. Pero ese día se convirtió en un semidiós y entró en la categoría de Pelé. Y ese partido pasó a ser parte de la galería de los más importantes de la historia”, dice Andrés Burgo, colaborador de LG Deportiva y autor de “El partido”, libro de reciente publicación en Argentina y México.
Se trata de una minuciosa crónica donde el autor repasa hasta el mínimo detalle del 22 de junio de 1986, ese día del que hoy se cumplirán 30 años. “Hubo dos goles fuera de lo común y que nunca se volverían a repetir: uno con la mano y otro que es una obra maestra. Pero hubo muchos más condimentos, desde la cercanía de la Guerra de Malvinas, de cuatro años antes, hasta miles de historias”, explica Burgo sobre el duelo que luego -tras los triunfos sobre Bélgica y Alemania- daría lugar a la segunda y última Copa que ganó Argentina.
En México 1986, dicen los jugadores argentinos, Maradona pasó a ser sin discusión el líder espiritual y futbolístico del plantel. “Pero antes del Mundial se lo ponía en duda”, recuerda Burgo. El partido, disputado en el mítico Estadio Azteca quedó en el recuerdo por los inolvidables goles de Diego. El primero con la mano izquierda, la famosa “Mano de Dios”, y el segundo tras partir desde la mitad de campo y eludir a medio equipo inglés en el que es considerado el mejor gol de la historia de los Mundiales.
“La Selección era una cábala ambulante, de Bilardo a los jugadores que también las seguían”, dice Burgo. Y esta Selección, la de 2016, con la barba de Messi, también lo es. ¿Casualidad o destino? (DPA)