06 Agosto 2016
“No es lo mismo un paciente rodeado de 10 alumnos de Medicina, que estar frente a 40”
Según el vicedecano de la Facultad de Medicina de la UNT, al menos tres variables conspiran contra la decisión de abrir el acceso: la infraestructura existente, la cantidad de docentes que cuenta esa unidad académica y la relación paciente-alumno. “Nuestra facultad está entre las mejores”, esgrime Remis.
YA NO TENDRÁN QUE MIRAR LOS TRANSPARENTES. Los estudiantes de carreras como Medicina no tendrán que rendir examen para ingresar a la Facultad, que deberá adecuar su situación académica hasta 2017, según dispuso la Justicia. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso (archivo)
“Las carreras que tienen que ver con la salud y con la vida humana merecen un trato diferente, si bien hay un derecho por aprender también hay un derecho supremo que es la salud”, reflexionó el vicedecano de la Facultad de Medicina de la UNT, José Remis. La polémica por el acceso “libre e irrestricto” se ha entablado con más fuerza en esta facultad, que por años tuvo examen de ingreso y un cupo fijo de ingresantes. En los últimos años fue de 240 alumnos, sobre más de 1.000 que se inscriben para rendir el examen. Primero la modificación de la Ley nacional de Educación Superior (N° 24.521) en octubre de 2015 y hace unos días la incorporación de este principio en la nueva redacción del estatuto universitario han puesto el cronómetro a andar. Las autoridades son cautas, no quieren decir algo de más. Pero la apertura total y sin restricciones les preocupa. Mucho.
“La carrera de Medicina está acreditada por la Coneau y por organismos internacionales, con el ingreso irrestricto no se va a poder cumplir con lo que la Nación pide”, dijo Remis, quien mencionó al menos tres variables que entran en crisis: la infraestructura, la cantidad de docentes y la relación paciente-alumno.
En crisis
“No tenemos aulas suficientes, pero es un pedacito del problema. Si vienen recursos se construyen, pero no se puede solucionar el recurso humano. Un docente no se hace de un día para el otro. Ahora tenemos un número adecuado, pero no hay una reserva de docentes”, agregó.
En cuanto a la práctica, que en Medicina es esencial en la formación, Remis aclaró: “a partir del tercer y cuarto año los estudiantes van a los hospitales, que son ámbitos provinciales. Si hay más alumnos se necesitan más pacientes. No es lo mismo un paciente rodeado de 10 alumnos, que estar frente a 40”.
Aquí es donde entra en conflicto otro punto: la dignidad del paciente y el límite ético que supone la exposición. “No se los puede invadir de la manera que se los va a invadir. No solo los alumnos estudian al lado de los pacientes y al lado de las camas, también hay facultades privadas y residencias médicas, donde todos ellos se forman y trabajan con esos pacientes”, agregó.
Entre quienes esgrimen que la apertura total es impracticable y que resultaría caótica, también mencionan la calidad, de enseñanza y de los profesionales. “Nuestra facultad está entre las mejores. Cuando uno va a otro ámbito, se lo escucha. Eso no va a ser posible de igual manera. La ecuación es sencilla: si un niño de primaria disponen de un aula con 40 asientos y una maestra, pero de golpe en vez de 40 son 200 alumnos en el mismo ámbito con las mismas butacas y las mismas maestras: ¿cómo cree que ese alumno se va a formar?”, mencionó Remis.
Finalmente, la proporción entre ingresantes y egreso también entra en el debate. “Tenemos un número de ingresantes que ha sido fijado y un egreso e ingreso bastante parecido con desgranamiento mínimo, eso habla de que los que ingresan tienen la capacidad adecuada para haber ingresado, habla de deseo e interés por estudiar”, aseguró el vicedecano. Explicó, además, que hay datos que muestran que aunque haya acceso irrestricto el porcentaje de egresos se mantiene año a año. “Muchos terminan siendo estudiantes crónicos, costándole al Estado dinero. La gratuidad es para el que estudia pero la comunidad lo paga. Los ingresos masivos le cuestan muchísimo al Estado y a la comunidad. Esa es la realidad”, manifestó.
El lunes todos los decanos se reunirán para comenzar a debatir un plan en concreto que les permita hacer frente al ingreso 2017. Se barajan varias opciones, que tienen en común un ciclo nivelatorio para todos los que ingresen a la UNT. Pero falta afinar el lápiz y definir: contenidos, exigencias mínimas, plazos, articulación con el secundario, contenidos específicos y, lo más importante, el presupuesto que se va a necesitar y quién lo aportará.
“El jueves, en otra reunión se ha pedido que se deje de ver a la universidad por individualidad, sino que las decisiones sean de la UNT en su totalidad. Hay una mirada hacia ir a un CBC (ciclo común básico) que tendrá que tene sus modificaciones”, explicó Remis.
“La carrera de Medicina está acreditada por la Coneau y por organismos internacionales, con el ingreso irrestricto no se va a poder cumplir con lo que la Nación pide”, dijo Remis, quien mencionó al menos tres variables que entran en crisis: la infraestructura, la cantidad de docentes y la relación paciente-alumno.
En crisis
“No tenemos aulas suficientes, pero es un pedacito del problema. Si vienen recursos se construyen, pero no se puede solucionar el recurso humano. Un docente no se hace de un día para el otro. Ahora tenemos un número adecuado, pero no hay una reserva de docentes”, agregó.
En cuanto a la práctica, que en Medicina es esencial en la formación, Remis aclaró: “a partir del tercer y cuarto año los estudiantes van a los hospitales, que son ámbitos provinciales. Si hay más alumnos se necesitan más pacientes. No es lo mismo un paciente rodeado de 10 alumnos, que estar frente a 40”.
Aquí es donde entra en conflicto otro punto: la dignidad del paciente y el límite ético que supone la exposición. “No se los puede invadir de la manera que se los va a invadir. No solo los alumnos estudian al lado de los pacientes y al lado de las camas, también hay facultades privadas y residencias médicas, donde todos ellos se forman y trabajan con esos pacientes”, agregó.
Entre quienes esgrimen que la apertura total es impracticable y que resultaría caótica, también mencionan la calidad, de enseñanza y de los profesionales. “Nuestra facultad está entre las mejores. Cuando uno va a otro ámbito, se lo escucha. Eso no va a ser posible de igual manera. La ecuación es sencilla: si un niño de primaria disponen de un aula con 40 asientos y una maestra, pero de golpe en vez de 40 son 200 alumnos en el mismo ámbito con las mismas butacas y las mismas maestras: ¿cómo cree que ese alumno se va a formar?”, mencionó Remis.
Finalmente, la proporción entre ingresantes y egreso también entra en el debate. “Tenemos un número de ingresantes que ha sido fijado y un egreso e ingreso bastante parecido con desgranamiento mínimo, eso habla de que los que ingresan tienen la capacidad adecuada para haber ingresado, habla de deseo e interés por estudiar”, aseguró el vicedecano. Explicó, además, que hay datos que muestran que aunque haya acceso irrestricto el porcentaje de egresos se mantiene año a año. “Muchos terminan siendo estudiantes crónicos, costándole al Estado dinero. La gratuidad es para el que estudia pero la comunidad lo paga. Los ingresos masivos le cuestan muchísimo al Estado y a la comunidad. Esa es la realidad”, manifestó.
El lunes todos los decanos se reunirán para comenzar a debatir un plan en concreto que les permita hacer frente al ingreso 2017. Se barajan varias opciones, que tienen en común un ciclo nivelatorio para todos los que ingresen a la UNT. Pero falta afinar el lápiz y definir: contenidos, exigencias mínimas, plazos, articulación con el secundario, contenidos específicos y, lo más importante, el presupuesto que se va a necesitar y quién lo aportará.
“El jueves, en otra reunión se ha pedido que se deje de ver a la universidad por individualidad, sino que las decisiones sean de la UNT en su totalidad. Hay una mirada hacia ir a un CBC (ciclo común básico) que tendrá que tene sus modificaciones”, explicó Remis.
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