19 Agosto 2016
HISTÓRICO. Toledo logró meterse en la final del lanzamiento de jabalina; mañana buscará seguir alimentando su sueño. Reuters
RÍO DE JANEIRO.- Un ghanés podría haber sentenciado el sueño de Braian Toledo de meterse en la gran final del lanzamiento de jabalina. No lo hizo, y automáticamente comenzó a correr por las venas del joven atleta que vive en el conurbano bonaerense ese fuego que indica que subió el primer escalón que conduce a la gloria. El envío de 81,96 metros, su mejor marca del año, lo llevó a la definición de la especialidad, mañana desde las 20.55.
A los 22 años, Toledo se une así al garrochista Germán Chiaraviglio como segundo finalista en Río 2016, algo que no sucedía en el atletismo argentino desde 1952.
“Estoy muy emocionado, no venía teniendo muy buenas competiciones. Estaba trabajando bien en los entrenamientos, pero no se daban buenos resultados”, señaló el pequeño gigante. “Pero siempre tuve la esperanza y el sueño de que lo podía hacer”, agregó el atleta, que en la noche del miércoles superó por mucho su rendimiento medio hasta ahora en la temporada en curso. “Mejorar cinco metros es mucho. Venía con 77. Entré ahí y era como un pajarito, pero no me achiqué”, aseguró.
En la final de garrocha del lunes, Chiaraviglio terminó undécimo con un mejor salto de 5,50. Toledo, de infancia complicada por el abandono de su padre, del que asegura no tener recuerdos (lo citó en “El Gráfico”), intentará soltar su brazo y lanzar la jabalina al más allá. Si el miércoles hizo historia, mañana podrá reescribirla. (DPA-Especial)
A los 22 años, Toledo se une así al garrochista Germán Chiaraviglio como segundo finalista en Río 2016, algo que no sucedía en el atletismo argentino desde 1952.
“Estoy muy emocionado, no venía teniendo muy buenas competiciones. Estaba trabajando bien en los entrenamientos, pero no se daban buenos resultados”, señaló el pequeño gigante. “Pero siempre tuve la esperanza y el sueño de que lo podía hacer”, agregó el atleta, que en la noche del miércoles superó por mucho su rendimiento medio hasta ahora en la temporada en curso. “Mejorar cinco metros es mucho. Venía con 77. Entré ahí y era como un pajarito, pero no me achiqué”, aseguró.
En la final de garrocha del lunes, Chiaraviglio terminó undécimo con un mejor salto de 5,50. Toledo, de infancia complicada por el abandono de su padre, del que asegura no tener recuerdos (lo citó en “El Gráfico”), intentará soltar su brazo y lanzar la jabalina al más allá. Si el miércoles hizo historia, mañana podrá reescribirla. (DPA-Especial)
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