01 Noviembre 2016
Cristina, entre las críticas y una impresora rota
La ex jefa de Estado monologó ante el juez Ercolini y negó haber favorecido al empresario Lázaro Báez con el reparto de la obra pública La audiencia se dilató más de lo previsto debido a que se trabó la impresora y no se podía imprimir la declaración de CFK
POR SEGUNDA VEZ. Cristina volvió a Comodoro Py para declarar, en medio de un fuerte operativo de seguridad. reuters
BUENOS AIRES.- La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner protagonizó ayer su segunda declaración indagatoria desde que dejó el poder, en diciembre de 2015, y aprovechó la ocasión para volver a criticar al actual gobierno, al Poder Judicial y a los medios de comunicación.
“Esto es parte de una persecución política y mediática que tiene alcances regionales y que apunta contra los presidentes que se han esforzado por sus pueblos”, sostuvo la ex mandataria, palabras más, palabras menos, al ingresar al juzgado del juez Julián Ercolini.
La ex jefa de Estado había llegado a los tribunales federales de Comodoro Py minutos antes, a las 10.15, para declarar en el marco de la causa en la que se la acusa de haber direccionado la obra pública durante su gestión para favorecer al empresario detenido Lázaro Báez.
Enfundada en un tailleur camel, la ex mandataria ingresó al edificio que alberga los tribunales de Retiro por una de las puertas laterales, la mas cercana a la sede del Correo Argentino, donde la esperaban su abogado Carlos Beraldi y el ex juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni.
En medio de un gigantesco operativo policial, que incluyó 150 efectivos policiales adentro del edificio y 250 afuera, subió hasta el cuarto piso en un ascensor interno acompañada por los dos juristas, miembros de su custodia y los funcionarios judiciales que la guiaron en el edificio.
La indagatoria se llevó a cabo en una de las secretarias del juzgado federal número 10 con la presencia de Beraldi, Ercolini, los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques y una serie de secretarios: Zaffaroni apenas entró a saludar a los presentes y luego esperó afuera. La ex mandataria, que no respondió preguntas del juez, comenzó a hablar antes de que el acto judicial se iniciara formalmente; cuando aseguró que todo era parte de una persecución política y mediática el juez Ercolini la interrumpió para proponerle que esperara para hacer su descargo durante la indagatoria, pero prefirió seguir y luego repetirlo. Una vez que le leyeron los hechos por los cuales fue imputada, la ex presidenta inició su descargo: “Dijo que se la estaba acusando de integrar una asociación ilícita y que esa era la figura que usan los gobiernos dictatoriales para perseguir a los opositores”, sostuvo una fuente.
La ex jefa de Estado buscó despegarse de Báez, deslizó algunas chicanas para los habitantes de Comodoro Py, calificó de ridícula la lista de imputados y reclamó que fuera auditada toda la obra pública y que se pusiera atención en un contratista: Angelo Calcaterra, el primo hermano del presidente Mauricio Macri.
“No tuve relaciones comerciales ni, menos, soy amiga de Báez”, dijo la ex mandataria acerca del empresario que fundó la exitosa Austral Construcciones en mayo de 2003, según reconstituyó una fuente que participó de la indagatoria, quien además sostuvo que mencionó a varios funcionarios del actual gobierno.
La ex presidenta remarcó que le parecía lógico que un gobierno ponga gente de su confianza en cargos sensibles y criticó que el actual gobierno designara, por ejemplo, a un ex CEO de Shell (Juan José Aranguren) como ministro de Energía. Mencionó al juez federal Claudio Bonadio cuando acusó una “operación mediática” e hizo referencia a que uno de los fiscales que estaban allí presentes es hermano del Juan Mahiques, funcionario y representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura.
La indagatoria se detuvo cuando la ex mandataria pidió un breve descanso para pasar al baño y cuando le ofrecieron agua que rechazó amablemente porque, “no por desconfiada” sino porque llevaba consigo una botellita de agua Glaciar, baja en sodio. Tras estar por casi dos horas en el juzgado, la mandataria tuvo que esperar media hora más para leer y corregir su declaración porque se trabó la impresora. “Fueron 30 minutos en silencio y después hizo correcciones y comentó que algunos pasajes ella los hubiera escrito de otra manera”, contó una fuente.
Cerca de las 13 salió de Comodoro Py por la misma puerta que había ingresado, subió al Chevrolet Prisma color blanco en el que había llegado y se dirigió hacia el Correo Argentino, donde miles de militantes la esperaban para escucharla. (Télam)
“Esto es parte de una persecución política y mediática que tiene alcances regionales y que apunta contra los presidentes que se han esforzado por sus pueblos”, sostuvo la ex mandataria, palabras más, palabras menos, al ingresar al juzgado del juez Julián Ercolini.
La ex jefa de Estado había llegado a los tribunales federales de Comodoro Py minutos antes, a las 10.15, para declarar en el marco de la causa en la que se la acusa de haber direccionado la obra pública durante su gestión para favorecer al empresario detenido Lázaro Báez.
Enfundada en un tailleur camel, la ex mandataria ingresó al edificio que alberga los tribunales de Retiro por una de las puertas laterales, la mas cercana a la sede del Correo Argentino, donde la esperaban su abogado Carlos Beraldi y el ex juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni.
En medio de un gigantesco operativo policial, que incluyó 150 efectivos policiales adentro del edificio y 250 afuera, subió hasta el cuarto piso en un ascensor interno acompañada por los dos juristas, miembros de su custodia y los funcionarios judiciales que la guiaron en el edificio.
La indagatoria se llevó a cabo en una de las secretarias del juzgado federal número 10 con la presencia de Beraldi, Ercolini, los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques y una serie de secretarios: Zaffaroni apenas entró a saludar a los presentes y luego esperó afuera. La ex mandataria, que no respondió preguntas del juez, comenzó a hablar antes de que el acto judicial se iniciara formalmente; cuando aseguró que todo era parte de una persecución política y mediática el juez Ercolini la interrumpió para proponerle que esperara para hacer su descargo durante la indagatoria, pero prefirió seguir y luego repetirlo. Una vez que le leyeron los hechos por los cuales fue imputada, la ex presidenta inició su descargo: “Dijo que se la estaba acusando de integrar una asociación ilícita y que esa era la figura que usan los gobiernos dictatoriales para perseguir a los opositores”, sostuvo una fuente.
La ex jefa de Estado buscó despegarse de Báez, deslizó algunas chicanas para los habitantes de Comodoro Py, calificó de ridícula la lista de imputados y reclamó que fuera auditada toda la obra pública y que se pusiera atención en un contratista: Angelo Calcaterra, el primo hermano del presidente Mauricio Macri.
“No tuve relaciones comerciales ni, menos, soy amiga de Báez”, dijo la ex mandataria acerca del empresario que fundó la exitosa Austral Construcciones en mayo de 2003, según reconstituyó una fuente que participó de la indagatoria, quien además sostuvo que mencionó a varios funcionarios del actual gobierno.
La ex presidenta remarcó que le parecía lógico que un gobierno ponga gente de su confianza en cargos sensibles y criticó que el actual gobierno designara, por ejemplo, a un ex CEO de Shell (Juan José Aranguren) como ministro de Energía. Mencionó al juez federal Claudio Bonadio cuando acusó una “operación mediática” e hizo referencia a que uno de los fiscales que estaban allí presentes es hermano del Juan Mahiques, funcionario y representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura.
La indagatoria se detuvo cuando la ex mandataria pidió un breve descanso para pasar al baño y cuando le ofrecieron agua que rechazó amablemente porque, “no por desconfiada” sino porque llevaba consigo una botellita de agua Glaciar, baja en sodio. Tras estar por casi dos horas en el juzgado, la mandataria tuvo que esperar media hora más para leer y corregir su declaración porque se trabó la impresora. “Fueron 30 minutos en silencio y después hizo correcciones y comentó que algunos pasajes ella los hubiera escrito de otra manera”, contó una fuente.
Cerca de las 13 salió de Comodoro Py por la misma puerta que había ingresado, subió al Chevrolet Prisma color blanco en el que había llegado y se dirigió hacia el Correo Argentino, donde miles de militantes la esperaban para escucharla. (Télam)