Ni muros ni policía: el vandalismo se combate con la escuela abierta todos los días

Los fines de semana, 50 escuelas de la provincia abren sus puertas y ofrecen talleres para toda la comunidad. Grandes y chicos aprenden juntos

COMPARTIR. Ayer en la Costanera hubo taller de gastronomía y algunas mamás cocinaron pizzetas para todos.  COMPARTIR. Ayer en la Costanera hubo taller de gastronomía y algunas mamás cocinaron pizzetas para todos.
21 Noviembre 2016

La vicedirectora Norma Rivadeneira tiene algo que confesar. Cuando le preguntaron qué había que hacer para terminar con el maltrato que sufren las escuelas de los barrios vulnerables durante las noches o los fines de semana, lo primero que pidió fue más policías en la zona.

Policías, candados, muros más altos, alambres de púa, rejas. Esas son las primeras cosas que se les vienen a la cabeza a los directivos de escuelas que, al llegar los lunes a clases, se dan con la dolorosa noticia de que faltan bancos, computadoras, materiales didácticos o simplemente vidrios rotos. Pero desde el Ministerio de Educación idearon un novedoso antídoto para esta epidemia que se expande por la provincia: en lugar de aislarlas más de lo que están, la solución es abrir las escuelas de par en par, incluso los fines de semana, para que la comunidad se las apropie y las cuide.

Ayer al mediodía el barrio Costanera Norte parecía una fiesta. A varias cuadras se escuchaba la música que salía de la escuela secundaria ubicada en calle Estados Unidos al 1.500, donde un centenar de vecinos -grandes y chicos- bailaban, cocinaban, aprendían a leer y a escribir, jugaban ajedrez y hacían deportes. Parecía una celebración especial, pero en realidad se trata de una actividad que se viene sosteniendo desde el mes pasado y que, en principio, se sostendrá hasta el 17 de diciembre. El programa se llama “Escuela de mi barrio” y alcanza a 50 instituciones periurbanas y rurales de la provincia, seleccionadas a partir de la problemática común del vandalismo que sufren.

Los chicos aprenden a bailar, practican fútbol u otros deportes, dan sus primeros pasos en ajedrez y se expresan dibujando y pintando. Los papás y mamás, en el mismo espacio y tiempo, aprovechan para tomar talleres de oficios (peluquería, cocina, talabartería, entre otros), para alfabetizarse o para aprender algo de matemática. Cada fin de semana es más la gente del propio barrio que se suma y el objetivo es que lleguen también de barriadas cercanas.

“Es algo muy difícil de medir y la verdad es que no tenemos cifras precisas, pero sí podemos decir que el vandalismo ha bajado considerablemente desde que implementamos este programa”, destacó Marcelo Romero, secretario de Coordinación del Ministerio de Educación, a cargo del programa. “Lo que detectamos es que muchas veces la escuela se erige como algo extraño a la comunidad, entonces lo que hicimos fue acercarla”, agregó.

“Sobre todo los chicos siempre están demandando actividades, de cualquier tipo, entonces no cuesta convocarlos. Les des lo que les des, ellos se suman y contagian las ganas de sumarse”, contó la tallerista Rita Figueroa., que está embarcada en la tarea de enseñarles ajedrez a los chicos de la Costanera. “Es complicado porque en casi todos estos barrios los chicos tienen poco nivel de atención, pero vamos avanzando. Además, les enseñamos la parte simbólica del ajedrez: al igual que en el juego, en la vida cada movimiento tiene sus consecuencias y cuanto más pensás las jugadas, más posibilidades tenés de ganar”, finalizó.

Las mamás piden que el programa continúe durante el verano

A Silvana Acuña siempre le costó encontrar alguien que, a sus 35 años, le tenga la paciencia suficiente para enseñarle a leer y a escribir, a sumar y a restar y a hacer algunas operaciones matemáticas simples. Su último intento fue acercarse a la Escuela Secundaria Costanera Norte los sábados y domingos, donde encontró una profe con una perseverancia infinita para hacerle recuperar el tiempo perdido. Para ella, como para otras mamás, el programa “Escuela de mi barrio”, que abre las puertas de las instituciones los fines de semana para dictar talleres, fue la oportunidad que esperaba.

Ayer compartió la jornada con sus vecinas María del Valle Acosta y Magdalena Tévez. Entre mates y manualidades, charlas de barrio y música, ellas continuaron su proceso de alfabetización y compartieron con sus familias y sus vecinos una comunión que esperan se sostenga en el tiempo.

“Para nosotros es muy bueno que la escuela esté abierta porque tenemos la oportunidad de aprender, pero principalmente es bueno para los chicos. Acá en el barrio no tenemos ni una plaza para que los chicos hagan deportes, entonces, si no hay actividades como estas, andan en la calle y ahí empiezan las problemas”, señaló Silvana.

Los talleres y actividades en el Centro de Actividades Infantiles (CAI) que funciona en la escuela del barrio, sostienen las vecinas, han ayudado mucho a que los chicos tengan la mente y el tiempo ocupados en tareas productivas y no anden a la deriva en el barrio. Pero el CAI no funcionaba los fines de semana, días que en muchas ocasiones son dramáticos en los barrios azorados por la pobreza, la escasa urbanización y la falta de proyectos de sus niños y jóvenes.

“Estamos muy contentas con estas actividades los fines de semana, pero ya nos han dicho que se terminan en diciembre y eso nos preocupa, porque se vienen las vacaciones y es muy difícil contenerlos a los chicos. Nos gustaría que haya talleres de oficios, como herrería por ejemplo, así invierten el tiempo en algo que les vaya a servir para toda la vida”, agregó Magdalena, quien también se sumó a las clases de alfabetización y matemáticas.

“Hay chicos que están en quinto grado y no saben nada. Acá en la escuela, los fines de semana, hay maestras que les enseñan y le dan clases de apoyo, esto también es muy bueno. Pero fundamentalmente lo que se ve es que acá les enseñan el compañerismo, a que no salgan a la calle a andar en la droga y la realidad es que si los chicos no tienen nada que hacer, terminan haciendo cosas feas y después es muy difícil sacarlos. Necesitamos más proyectos para nuestro barrio”, pidió María del Valle.

Todavía no está confirmado si el programa Escuela de mi barrio seguirá en pie durante el receso de verano, pero esas son las intenciones del Ministerio de Educación, según comentó Marcelo Romero, secretario de Coordinación de esa cartera. “Tenemos varios proyectos en mente para el verano y estamos gestionando la financiación. Nos gustaría por ejemplo contar con ómnibus para trasladar a las escuelas chicos de otros barrios y también para llevarlos a todos a las piletas públicas así aprovechen el verano”, adelantó. Sin embargo, hasta el momento es sólo un plan.

“Acá los chicos quieren que los ayuden porque ellos reconocen que hay un problema en el barrio y que pueden caer en la droga o en la delincuencia. Por eso es que pedimos que sostengan este tipo de actividades y que les enseñen oficios, como electricidad o mecánica de motos, que a ellos les encanta”, insistió Silvana.

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