¿Te imaginas si no hubiera Juanas de Arco en la hoguera ni brujas de Salem? Si nadie fuera enterrado vivo por causa alguna ni fuese torturado. Si tampoco hubiese monjas desaparecidas ni obispos asesinados por llevar a la práctica la palabra del profeta. Si el lema de las suegras fuese Let it be. Si no hubiera lucha por el poder en las parejas y cada uno respetara al otro como es y piensa. Si nada se definiera por lo opuesto, sino por los iguales o los más o menos, o por lo que es digno. Si no hacer a los otros lo que no nos gusta que nos hagan, fuera una consigna. Si el que la infringiera fuera puesto en el lugar de la víctima. Si no hubiese venta de mujeres para prostituirlas o, en todo caso, para ser ecuánimes, hubiese organizaciones femeninas que comerciaran hombres con el mismo fin. Si la violencia dejara de ser un género y el que la practicara recibiera una dosis doble de su propia medicina.

Si fantasearas con que nadie fuera propiedad del otro, tampoco de los gobernantes. Si no hubiera muecas sordas ni adivinanzas de silencios, entre uno y el otro. Si la palabra fuese la única fuente de buen entendimiento. Si no existieran serpientes ni manzanas responsables del pecado y por lo tanto, no se le echara la culpa al prójimo de lo que se ha decidido a conciencia por los propios medios. Si los que degradan al otro con sus murmuraciones se empacharan con sus maledicencias.

¿Te imaginas si el pecado de intención fuera sólo una humorada freudiana? Si no hubiera que apartarse de ella para alcanzar el cielo. Si el sexo dejara de ser débil para simplemente ser. Ni ella aspiraría a ser él ni él, ella. Si el dos en uno fuese una entelequia porque se sabe que no se puede caminar con cuatro piernas ni abrazar con cuatro brazos ni hablar con dos lenguas (salvo los chismosos). Si mirarse todos los días en el espejo y encontrarse hasta las mínimas miserias y proclamarlas en voz alta, fuera el castigo para los amantes de la paja en el ojo ajeno. Si al día femenino quizás se lo balanceara con uno masculino. Si la mentira dejara de gozar libre albedrío y usara minifaldas para que se le vieran las canillas cortas. ¿Qué sería de Beauvoir sin Eduardo, de Galeano sin Simone y viceversa?

¿Te imaginas si el santo y seña fuera vivir y dejar vivir? Si el hombre les demostrara a los animales que verdaderamente es el más inteligente y no el tuerto de ellos. Si la quietud apasionara al viento, si las hadas ilusionaran a los duendes, si la milonga desvistiera un tango y viceversa. Si por un instante de luz, en el espejo de la vida, descubriéramos que el gran Tata es mitad hombre, mitad mujer, o tal vez un changuito, quizás jubilaríamos la violencia de género y la guerra para celebrar la paz y nos daríamos un abrazo hermano en la mirada del corazón, ¿que no?

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